La expresión «Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión” pone de manifiesto la importancia de estas tres celebraciones dentro del calendario religioso católico. El próximo domingo 22 viviremos un nuevo Corpus Christi cargado de solemnidad y simbolismo. Los niños que han recibido su primera comunión procesionarán por las calles. Pero en esta jornada no debemos dejarnos deslumbrar por los destellos, sino que se nos invita a mirar, con detenimiento, a nuestro alrededor. No en vano, en el día del Corpus, de Cristo Eucaristía se celebra, la jornada de la caridad.

La pobreza y la exclusión existen. Cada día aparecen bajo nuevas realidades, algunas de ellas presentan situaciones cada vez más complejas y difíciles de abordar. Cambiantes como lo es la misma sociedad. No obstante, no por ello debemos desanimarnos, sino seguir trabajando con ahínco e ilusión, poniendo el foco en atender a los últimos. Y a esta misión, en numerosas ocasiones incómoda para estos tiempos centrados en mostrar el lado amable de la vida, se dedica Cáritas.

Las cifras de Cáritas rompen el espejo de una sociedad que se ve a sí misma feliz, dichosa y abundante. Una de cada cinco personas en nuestro país bascula entre el riesgo de pobreza y una integración precaria. Son dos millones más que antes de la gran crisis financiera de 2008. De hecho, una de cada diez personas en el mercado laboral se engloban en el grupo de trabajadores pobres, una de las tasas más altas de Europa. Y estos números no son abstractos sino la realidad que se vive en muchos hogares: padres, madres, mujeres, niños, hombres, hijos, mayores… Como hemos señalado con anterioridad no se trata de rendirse.

De hecho, el modelo de Cáritas ha evolucionado desde un sistema más asistencial a otro centrado en la promoción de la persona. En ayudarle a sacar lo mejor de sí misma, tenderle los medios para mejorar sus circunstancias y que su pasado no condicione su futuro. Cáritas abre sus brazos en los momentos en los que los otros (incluidas las administraciones) ya han desaparecido. Es la puerta abierta a la esperanza. Y todo ello lo hacen posible los voluntarios, los donantes y los que rezan. Sólo en Barbastro-Monzón Cáritas cuenta con 300 voluntarios. Ayudémosles a que puedan seguir con su tarea.