Somontano

Los malabares económicos para hacer las fiestas de los pueblos

Los precios de las actividades festivas cada año suben más, mientras que la población de las localidades no aumenta

Arriba a la izquierda, Bierge; arriba a la derecha, Adahuesca; abajo a la izquierda, Fornillos; abajo a la derecha, Monesma de San Juan. Fotos: S.E.
Cristina Lanau Carpi Lanau Carpi
14 julio 2025

El voluntariado se encuentra en peligro de extinción. Cada vez son menos las personas que con gusto ayudan en una causa sin recibir nada a cambio. No obstante, existe esperanza. Un atisbo de ilusión que se puede ver reflejado en las comisiones de fiestas y asociaciones que cada año organizan las fiestas de los pueblos de nuestra comarca. Y muchas veces, además de hacerlo «por amor al arte», reciben críticas. Algunos tienen que escuchar comentarios como «¡qué orquesta más mala!». A lo que ellos responden: «¿Acaso sabes cuánto cuesta ese grupo o uno de más calidad?». Entonces, silencio. Porque estas personas deben realizar malabares para llevar a cabo estos festejos.

Gran parte de la ciudadanía desconoce cómo estas entidades obtienen el dinero y cuánto cuestan las actividades en las que lo destinan. Por ello, El Cruzado Aragonés explica cómo funcionan algunos de los pueblos del Somontano y cómo se encuentra económicamente el mercado de los festejos.

Los ingresos

En prácticamente todos los municipios, el Ayuntamiento colabora económicamente con las fiestas. No obstante, no podemos comparar el presupuesto de un Consistorio como el de Adahuesca o Bierge con uno como el de Ilche, del que dependen dos de los protagonistas de este reportaje, Fornillos y Monesma de San Juan. A su vez, también influye mucho el número de habitantes. Una cifra que en la mayoría de los casos aumenta en verano y más específicamente, para las fechas en las que se celebran estos festejos. 

Bierge celebró sus fiestas en honor de San Pedro Verona en el pasado mes de mayo. La comisión maneja un presupuesto de 10.000 euros, al que se le suma el dinero aportado por el Ayuntamiento (5.000 directamente más el añadido indirectamente). En este caso, hablamos de una base con bastante margen de maniobra. Además del dinero que aporta el Consistorio, esta comisión cuenta con otras fuentes de ingresos, similares a las de otros pueblos como Adahuesca.

Por un lado, se encuentra el dinero aportado por las casas y los mozos. «Tras rondar por los hogares con los grupos musicales, pasamos la servilla. De esta tarea se encargan dos personas de la comisión que van variando a lo largo de los años y que van vestidas con traje y con la servilla en la mano, que consiste en una especie de plato cubierto con un velo de raso a través del que se ven los billetes», explica Marina Cutié, de la comisión de fiestas. En este caso, cada casa aporta lo que quiere voluntariamente.

Respecto al otro ingreso, todo aquel que supere los 16 años de edad y que no se haya casado, debe pagar «el mozo», que se sitúa en 50 € por persona. No obstante, Cutié puntualiza que últimamente deben recordar este pago: «Antiguamente cada uno tenía muy interiorizado este pago porque daban por hecho que los jóvenes son los que más disfrutan de las fiestas. Ahora debemos recordar quién debe pagar incluso con una lista y aun así no pagan todos. Si lo hicieran, tendríamos las fiestas más que financiadas».

La otra parte de los ingresos se encuentra en la barra del bar, el tríptico que reúne el programa de actos y otras actividades como el bingo. «No obstante, la comisión no se encarga de la barra y de hecho mi generación está muy negada», confiesa. Por ello, le ceden el servicio a una persona externa.

En Adahuesca, Monesma de San Juan y Fornillos 

Los ingresos de Adahuesca se obtienen de una manera muy similar. De la organización de los actos también se encarga la juventud, los denominados mayorales y las mairalesas. El Ayuntamiento igualmente colabora económicamente y la juventud paga «el gasto», en Bierge denominado «el mozo», y también se pasa la servilla. A estos dos ingresos se suman los adicionales como los bingos, rifa, programa de fiestas… «Desde el Ayuntamiento siempre nos gusta recalcar la importancia del comercio de proximidad y, de hecho, en las compras que realizamos desde el Consistorio tratamos de comprar en aquellas empresas que apuestan por el territorio y se anuncian en el programa», explica el concejal de Fiestas, Josemaría Larrosa.

Del Ayuntamiento de Ilche dependen varios núcleos. Entre ellos Fornillos y Monesma de San Juan. Por lo tanto, el dinero llega en menor cantidad porque se debe repartir entre más municipios. Esto deriva en que las asociaciones, como ellos mismos comentan, deban «hacer malabares».

En ambos pueblos estas entidades (Asociación de vecinos Monesma de San Juan y Asociación de Vecinos de Fornillos de Ilche) cobran una cuota anual a cada casa del pueblo abierta. Y lo hacen independientemente de si viven dos o diez personas en cada hogar. No obstante, mientras que la de Monesma es fija, la de Fornillos varía «dependiendo de las ganas de fiesta que tengamos ese año», comenta Víctor Arnal, de la entidad. A su vez, en ninguno de los dos pueblos cobran el mozo de gasto ni realizan libros o trípticos con el programa de actos, por lo que sus ingresos se reducen. 

 Los gastos

Mientras que los ingresos son muy similares cada año, los gastos aumentan porque lo hace el precio de los servicios que contratan. Marina Cutié confiesa que adónde más dinero destinan es en las orquestas. «Notamos mucho que las fiestas se realicen antes del verano. De hecho, también existe diferencia entre si las hacemos a finales de abril o a principios de mayo. Normalmente, a partir de mayo, las orquestas disparan sus precios». Por este motivo, deben decidir si contratan a dos grupos de 3.000 euros o solo a uno de 5.000 euros. Cutié añade que desde la comisión inciden en esta subida de los precios. «Algunas cuentas, como la de los joteros, han subido de 1.000 a 1.500 €. Y los vecinos no suben, por lo que no salen las cuentas», comenta.

Mientras que en Bierge deben decidir cuántas orquestas contratan, en Monesma de San Juan la decisión es más sencilla: ninguna. «Contamos con tan poco presupuesto que no nos llega para una orquesta. La mayoría del dinero lo destinamos a las actividades infantiles y a la liturgia. Como consecuencia, encendemos unos altavoces y preparamos una lista de música u organizamos un karaoke. Nosotros mismos somos nuestra propia discomóvil», explica entre risas Sonia Gutiérrez, de la asociación. 

Lo mismo sucede en Fornillos, donde optan por un dúo. «Las orquestas, la charanga y los diyéis cuestan un pastizal. Solo la charanga ya vale 950 euros por dos horas de actuación», comenta Arnal. «Los vecinos del pueblo se encuentran al tanto de lo que cuesta cada actividad. Pero los que vienen de fuera no tienen ni idea y se sorprenden cuando les desvelamos las cantidades», añade.

Los pagos más desapercibidos

Además de las actividades y grupos, en estas fiestas existen unos pagos que pasan desapercibidos porque en la mayoría de los casos los asumen los ayuntamientos. En este apartado entran los escenarios (con su correspondiente arquitecto que firme el visto bueno), los seguros, el grupo electrógeno para dar luz y potencia a los grupos musicales… Así como el gran desconocido: los derechos de comunicación pública de la música que en España, este pago se realiza a través de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores). Una retribución que se debe realizar por utilizar música con derechos de autor en actos públicos. 

La ayuda de los vecinos

Sean muchos o pocos los actos que se programan, toda ayuda siempre es bienvenida. Y en Monesma eso lo saben muy bien: «En la asociación siempre se hace una junta para que la gestión de las fiestas y las mejoras del pueblo sean salomónicas. Por eso, cada seis años se vuelve a empezar la rueda y cuando te toca, te toca. Luego el pueblo colabora en lo demás, como por ejemplo, en la cena. Somos pocos, pero bien avenidos», concluye Gutiérrez. 

Un sentimiento que también se refleja en su pueblo vecino, Fornillos. «Hacemos la fiesta para nosotros y nuestros amigos. Son muy familiares y por lo tanto, muy sanas y agradables. Nos juntamos desde los más pequeños hasta los mayores, todos a una, no existe diferencia de edad», expresa Arnal. 

Por otro lado, Cutié expresa que reciben comentarios tanto buenos como malos, pero que siempre pesan más en la balanza los primeros. «Creo que la gente ve el esfuerzo que realizamos y lo tiene en cuenta», confiesa. 

En Adahuesca, la tradición manda. «El cargo de los mayorales lo llevan a rajatabla. Es tradición. Igual que ejercer de reina de las fiestas. Un cargo que llevan con un cuadrante y una rectitud de admirar. Allí no se cuela nadie. Todas las mujeres del pueblo están apuntadas por orden de nacimiento y les toca cuando deben. También pueden rechazarlo y pasaría a la siguiente», explica Larrosa. Una misma situación que se repite con los mayorales y mairalesas, quienes a veces deben repetir cargo «porque no hay nadie más». No obstante, Larrosa incide en lo bello de las tradiciones: «Eso es lo bonito de los pueblos: mantener las costumbres. En Adahuesca estamos muy orgullosos de eso. Lo llevamos dentro».

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