Hemos superado la veintena de años desde que nacieron las comarcas de Aragón. Una organización territorial cuyo principal objetivo ha sido acercar ciertos servicios a los ciudadanos. Un proyecto de comunidad autónoma que permite que los municipios más pequeños accedan a algunos de esos servicios que, de otra manera, no podrían. Una idea buenísima sobre el papel. En la práctica, las comarcas se encuentran infrafinanciadas y terminan asumiendo competencias que no recoge la ley.
La Comarca de Somontano tuvo su precedente en la Mancomunidad. Los ayuntamientos de este territorio se adelantaron a la creación comarcal para compartir gastos y poder, por ejemplo, disponer de un servicio de recogida de residuos. El Ayuntamiento de Barbastro confió en ella la limpieza viaria de la ciudad. Han pasado muchos años y aquella encomienda se plasmó en un folio que el actual equipo de gobierno intenta actualizar desde hace mandato y medio.
Desde 2019, en el momento de conformar una nueva corporación municipal, el PP ha hecho bandera del asunto: resulta necesario mejorar la limpieza de la ciudad. Un Barbastro diferente al de hace 20 años. Sin embargo, tras titulares y más titulares prometiendo que “pronto” estará listo el nuevo convenio, todo sigue igual.
O casi. Porque lo que paga el Ayuntamiento a la Comarca casi se ha duplicado en estos años. Sin embargo, como bien ha declarado esta semana el concejal de Servicios en Cope Alto Aragón: “no se ve Barbastro un 45 % más limpio”.
El convenio sigue atascado. El “dueño” del servicio, el Ayuntamiento, quiere que quien se lo presta, la Comarca, lo haga bajo unas condiciones. Desde la Comarca, por alguna razón que desconocemos, no ve posible cumplir esas condiciones.
Si la razón de ser de la institución supramunicipal pasa por dar servicios, debe encontrar la manera de hacerlo. O declinar la posibilidad si no es capaz. Lo que no es de recibo es que Barbastro siga estando sucio y nadie asuma la responsabilidad.






