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Pedro Escartín Celaya A cuatro manos
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De la anestesia al conflicto

Pedro Escartín Celaya A cuatro manos
07 agosto 2025

Los lamentables sucesos de Torre Pacheco en las pasadas semanas obligan a reflexionar, aunque resulte incómodo. Una vez que va cesando el ruido del conflicto pasamos a un análisis sereno de los hechos, que nos lleva a constatar, entre otros, dos o tres factores preocupantes. Uno es la sorpresa de quienes llevan años conviviendo con esos inmigrantes sin que «jamás haya habido un problema con nadie; en Torre Pacheco siempre ha habido respeto, convivencia y cordialidad», según el testimonio de las Religiosas Reparadoras de Torre Pacheco, que llevan cuarenta años en la localidad, conociendo a miles de personas de todos los perfiles. Al economato creado por la Parroquia y estas Religiosas hace catorce años acuden, entre otros, muchos marroquíes. En él, personas en situación de vulnerabilidad pueden comprar bienes de primera necesidad a precios muy bajos. Por lo tanto, la sorpresa de estos residentes obliga a preguntarse qué ha pasado en realidad.

Otro factor es la presencia en Torre Pacheco de «la sombra de un relato (“nos invaden”, “nos quitan el trabajo”, “traen violencia”) que recorre las calles con la velocidad del odio, azuzado por las redes sociales y los grupos que, bajo el disfraz de justicia, siembran venganza», como denuncia el profesor de Sociología Juan Iglesias, de la Universidad Pontificia de Comillas. La trayectoria de este investigador, especialista en integración, desigualdad, pobreza e inmigración, avala un diagnóstico libre de bulos y prejuicios. Según sus investigaciones, en algunos barrios y municipios el 40 % de la juventud, o es de origen inmigrante o son hijos de inmigrantes nacidos en España, por lo que hay que reconocer que los perseguidos son tan españoles como los perseguidores, pero con un origen familiar y cultural diferente, sin olvidar que «los migrantes no han venido por iniciativa propia, se les ha llamado porque nuestro modelo de desarrollo les necesitaba. El modo de vida de la población española, tanto en el turismo como en otros sectores, depende totalmente de la mano de obra extranjera».

Hay un tercer factor que es de carácter narconizante y vuelve incómodo este análisis. Algunos emperadores romanos de corte dictatorial encontraron la fórmula ideal para reprimir, sin que se notara, la fuerza democratizadora del Senatus Populusque romanus (el Senado y el Pueblo romano), cuyas iniciales, S.P.Q.R., todavía encontramos hoy en todos los rincones de Roma, incluidos los tapes de las alcantarillas. La fórmula no fue otra que el conocido eslogan panem et circenses. Si no faltaba el pan y los juegos del circo, podían seguir gobernando a su antojo, sin temor a una revuelta popular que alterase su cómodo statu quo. La multiplicación agobiante de fiestas y festejos que se vienen programando en nuestras tierras pueden ejercer un similar efecto anestesiante de la conciencia colectiva. Una conciencia colectiva ayuna de reflexiones y razonamientos está expuesta a la manipulación de los eslóganes difundidos por las redes sociales, porque ha sido despojada de un elemental sentido crítico. Cuando aprieta el calor del verano no es cómodo preguntar si estamos anestesiados por el jolgorio, si deberíamos poner coto al envejecimiento demográfico, si la falta de relevo generacional no nos está pidiendo otro modelo de sociedad y de formas de vida, pero hay que hacerlo para no quedarnos inermes y sorprendidos ante los conflictos. Lo ocurrido en Torre Pacheco no puede saldarse con una facilona e injusta culpabilización de los migrantes.

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