Somontano

Cuidados para una buena vida, las residencias de mayores en el Somontano

Pasar los últimos años de nuestra vida en una residencia ha dejado de ser un tabú. Un sector que hace frente a dos hondos desafíos: atender de forma más personal al usuario y la carencia de profesionales

Trabajadores y usuarios de la residencia Somontano en Barbastro también vivieron las fiestas. Foto: S.E.
Lola Gª Casanova
02 octubre 2023

Hablamos de residencias y también hablamos de «centros de convivencia», como se refiere a ellos Mamen Pueyo, de la residencia Somontano de Barbastro. «En realidad formamos una familia. Cuidadores, personal y usuarios. Conocemos a la persona, las cosas que prefiere y las que no». «Cuando alguno se queda sin parientes, no me gusta que diga que no tiene familia porque nosotros somos  su familia», añade Mamen Escofet, desde la Fundación Sanesval que gestiona la residencia de Estadilla. «Las familias nos piden que ofrezcamos atención, cuidados y también que sus mayores sean queridos. No podemos desvincular el cariño y el afecto en esta profesión», reflexiona sor Aurora Gomera, superiora de la comunidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Barbastro. 

Para todas ellas, la profesión de cuidador directo deber ser «vocacional». Resulta más sencillo encontrar personal para limpieza, cocina u otros puestos laborales, sin embargo, el principal escollo reside en quienes atienden directamente a la persona. «Se trata de una carencia general de todo el sector. No sé, igual todos tienen trabajo» apunta Gomera. Pueyo augura que «la demanda de este perfil profesional va a ir a más. No sólo en España sino también en Europa».

Lista de espera en las residencias de mayores del Somontano

Cuándo solicitar plaza en una residencia, se preguntan algunos. «Nos enfrentamos a la pregunta del millón» –comenta Pueyo– «porque uno no puede predecir cuándo va a disponer de plazas libres. Pero interesa prever. Yo sugiero apuntarse en una lista de espera aunque no haya necesidad.  Aparecer en una lista de espera no te compromete a nada. Recomiendo solicitar información con antelación y no esperar a una situación crítica». 

Desde el sector aconsejan visitar los centros, conocer sus instalaciones y los servicios que ofrecen para saber si se adecuan al mayor. «No es razonable, pero sí frecuente que alguna familia reserve una plaza por teléfono, sin ni siquiera haber realizado antes una visita al centro. Les envías imágenes, hablas con ellos, les informas, pero desde luego, no se deberían hacer así las cosas», indica Escofet.

En general, abogan por que el potencial usuario también participe en la búsqueda de residencia y dé su visto bueno ya que, será él quien viva ahí. «A veces prevalece más el interés de los familiares que del usuario», comentan. Se observa, por ejemplo, que las residencias ubicadas en las principales  poblaciones cuentan con más demanda que las situadas en localidades pequeñas, y en muchos casos, no porque lo demande el usuario sino porque la familia reside ahí y deciden trasladar al anciano.

En otras ocasiones, las familias optan por una residencia en una población grande aunque el usuario no salga de ella. En los lugares más pequeños, como Estadilla, la residencia se siente integrada en la localidad y, por ejemplo, organizan caminatas urbanas.

Otra recomendación de las profesionales pasa por evitar la urgencia. Pero, a la vez, intentar que se viva en el hogar cuanto más tiempo mejor, todo lo posible mientras las circunstancias lo permitan.

«No resulta nada fácil dejar tu casa. Toda la vida trabajando para tener un hogar y, llegado un momento, te tienes que ir. Son momentos duros y los mayores necesitan un período de adaptación cuando llegan aquí», comenta Pueyo.

En el camino de la atención a los mayores existen diversos pasos. En primer lugar, la teleasistencia, la atención en el domicilio, el acudir a un centro de día y, otra opción que va abriéndose paso se denomina estancias diurnas. La estancia diurna todavía no es posible en todos los centros, pero sí en la residencia Somontano y en la de Estadilla.

En esta modalidad, el centro de día se integra en la residencia de tal manera que usuario puede realizar todas las comidas ahí (desde el desayuno a la cena), hacer uso de todos sus servicios y acudir a él de lunes a domingo. No cierra en fiestas, ni vacaciones y la persona regresa a su casa para dormir. No se llega a la institucionalización, pero aumenta la atención ya que los centros de día suelen permanecer abiertos de lunes a viernes y ofrecen un servicio de cocina más reducido.

La persona

Esta evolución en los cuidados ha propiciado que las personas ingresen en una residencia con más edad y, en consecuencia, con un mayor número de patologías. Se opta por una institución cuando su nivel de autonomía se encuentra, en la mayoría de las ocasiones, muy mermado. 

Estos cambios han acarreado que su cuidado requiera mayor número de profesionales. La ratio exigida por la administración se cifra en 0’30 trabajadores por cada usuario. Pero en muchas residencias ese mínimo se supera. En Somontano 35 usuarios en residencia y 21 personas en plantilla. O ahora mismo, en las Hermanitas, con 68 ancianos y 39 trabajadores. Por otra parte, la residencia de Estadilla se integra en la Asociación Aragonesa para la Dependencia (ARADE) y acaban de editar una guía de la atención centrada en la persona.

«La guía nos va a ayudar a trabajar con la calidad que merece la persona» abunda Escofet. «Si se quiere echar la siesta, decorar su habitación… ese es su espacio. Hay que tratar de respetarlo. Hace ya tiempo que procuramos satisfacer sus preferencias siempre sea que sea posible», comenta Pueyo. 

El futuro y el desafío de las residencias pasa por un programa de atención individualizada al usuario.  Y esto se plasmaría, por ejemplo, en que se permita a los usuarios poder acceder a su habitación cuando lo deseen. Que puedan recibir las visitas de sus mascotas, dormir la siesta si así lo precisan o decorar su habitación, convertirla en su espacio. Asimismo, fomentan encuentros intergeneracionales (con niños, principalmente) y actividades diversas. Siempre que se respete un orden y una disciplina para garantizar el buen funcionamiento del centro en cuanto a limpieza y horarios de comidas. 

Otra de las atenciones concierne a la dimensión espiritual, tal y  como se ofrece en las Hermanitas. «Unos usuarios son piadosos y creyentes, o no y otros, se encuentran con Dios en estos momentos. Y con el debido respeto a todos los residentes, nuestra misión es cuidar el cuerpo y el alma. Con cercanía, con cariño y que estos cuidados le ayuden a preguntarse por el más allá”, puntualiza sor Aurora Gomera.

En las residencias se lleva un exquisito cuidado con la medicación y se desempeñan otras tareas y terapias. Entre los servicios: fisioterapeuta, enfermería, terapia ocupacional… Como indica Mamen Pueyo ahora, cuando una residencia, como en Somontano,  cuenta con personal de enfermería colegiado y el usuario lo consiente, enfermería puede acceder a la plataforma del Salud que les permite conocer su historial sanitario y así estar más al tanto de la medicación y sus asuntos de salud. «Creo que es lo único bueno que nos trajo la covid», indica Mamen Pueyo.

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