Se ha estrenado recientemente la película Los domingos, dirigida por Alauda Ruiz de Azúa. La película, que ganó la concha de plata en el Festival de San Sebastián, cuenta la historia de una adolescente de 17 años que siente profundamente la vocación religiosa de entrar en un convento de clausura.
Cuando no puede callar esa inquietud que le quema por dentro y lo comunica a la familia, estalla un conflicto extraordinario. La serenidad y claridad de la joven contrasta con la reacción de cada miembro de la familia y sus amistades. El desconcierto sume al entorno familiar en un caos, incluso alguna persona de su entorno busca con todas sus fuerzas condicionar a la joven para evitar que entre en un convento de mujeres “locas” que son una secta. La sencillez de la joven saca de quicio a muchos de los suyos que ponen en cuestión su propia vida.
La película es excelente y sorprende que, en estos tiempos, el tema se trate con una delicadeza y calidad estupendas. Independientemente de sus valores cinematográficos, que los tiene –y muchos–, el film refleja una característica de nuestro mundo: la tolerancia que tenemos ante todo no se acaba de ver tan clara con el tema religioso. Cualquier persona, afortunadamente, puede ser lo que quiera, tener las aficiones que quiera, tener la condición sexual que desee, vestir como guste… hay una tolerancia absoluta para aceptar todo esto, por más extraño que nos parezca, pero ante las opciones religiosas, este mundo se acobarda y suscita con frecuencia intransigencia.
La religión es motivo de chanza en muchos ámbitos, supuestamente tolerantes, y parece que deba ser relegada al ostracismo y condenada por fanática. Pero, lo cierto es que Dios sigue llamando, que hay personas que quieren ser felices yendo a contracorriente de las líneas supuestamente progresistas de muchos ambientes. Urge una mirada respetuosa, que no paternalista y condescendiente, ante el hecho religioso, un hecho que sigue creando interrogantes.
Qué hermoso que una película presente la vocación religiosa como conflictiva por auténtica. Qué hermoso que una película anime a que el espectador salga del cine con más preguntas de las que traía al entrar.
Vayan a verla.






