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Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
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Y tú, ¿de quién eres? (II)

Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
08 mayo 2022

Las personas, cada vez más, se sienten sin Dios, desorientadas, solas, vacías interiormente. Sienten una gran necesidad de armonía, de reconciliación, de autoestima, cariño… ¡Será por ello que los hijos de esta Diócesis, en todo tiempo y lugar, han logrado entender en profundidad el misterio de su amor redentor y dirigen su mirada confiada a María! Efectivamente en María de Nazaret descubren a Dios. Han adivinado que el atajo más rápido y seguro es la Virgen. Saben que Dios no se ha desentendido de su vida; ha bajado a pie de obra para decirnos: ¡te amo! ¡quiero que seas feliz! ¡cuento contigo para hacer un mundo más solidario, más justo, más humano, más fraterno…!

En María de Nazaret encontramos el bálsamo para nuestras heridas y la señal que nos conduce hasta Jesús para redescubrirnos hijos de un mismo Padre, y liberarnos de cualquier esclavitud, especialmente de la del pecado. Los hombres y mujeres creyentes de esta tierra martirial y mariana son también un signo de esperanza para nuestro pueblo y una mediación privilegiada para ver las cosas con la mirada de Dios y experimentar su ternura.

¡Paradójicamente servir al hermano se multiplica como don en vuestra vida y la llena de plenitud y sentido! ¡Qué distintos se perciben entonces el dolor de los enfermos, las dificultades de los pobres, las inquietudes de los jóvenes por su futuro, la soledad de los ancianos…! No es extraño que entonces os pregunten como a mí cuando llegaba a mi pueblo: Y tú, hijo mío, ¿de quién eres? Vuestro rostro os delatará. ¡Qué orgullosos os sentiréis al contestar!: Yo, de María de Nazaret (del Pueyo, de la Alegría, del Romeral, de Guayente, de la Carrodilla…)

María es ejemplo y modelo de mujer en todos los siglos. Es modelo de virtudes: de la mujer seducida por el misterio de Dios; revestida de la caridad redentora; que está inserta en su cultura; que entrega la vida sin que nadie se la pida; que posee una identidad humana y religiosa clara; que hace camino con los otros desde una profunda sencillez evangélica; que se acerca, que busca, que se deja encontrar por la vida de Dios y de los demás… 

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