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Héctor Castro Ariño A cuatro manos
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Vacaciones y viajes post-covid

Héctor Castro Ariño A cuatro manos
21 julio 2022

Ahora que estamos en el primer verano “normal” tras dos años de pandemia, la mayor parte de la gente ya está pensando en hacer algún tipo de vacaciones, si no las está haciendo ya. Una de las actividades preferidas en estas fechas, para muchos, es viajar. A pesar de la situación epidemiológica y del aumento del precio de los carburantes, a causa de la crisis económica que estamos viviendo, desplazarnos y hacer turismo sigue siendo una de las iniciativas más codiciadas por todos nosotros. Pero, en los viajes, hay muchas maneras de aprovechar nuestra estancia en el lugar de destino.

Evidentemente, todas las formas de viajar son válidas, así como las diferentes maneras de disfrutar de nuestros días de viaje. Hay desde los que prefieren relajarse en grandes hoteles sin sentir la necesidad de salir a descubrir el entorno hasta los que no pueden estar quietos ni un solo momento y se agotan intentando recorrer el máximo de territorio. Eso depende de cada uno y sus circunstancias.

Pero permítanme que hable de lo que yo considero una gran manera de viajar, hacer turismo y conocer un lugar, sus gentes y sus costumbres. La clave: mezclarnos con sus habitantes (eso sí, actualmente siguiendo todas las medidas exigidas para evitar el coronavirus).

Encuentro maravilloso y muy enriquecedor llegar a un territorio y empaparnos de su ambiente, de su entorno y, sobre todo, de su gente. Para mí es lo más bonito de un viaje. No tan solo es importante descubrir el paisaje natural o urbano de un lugar, también lo es, tanto o más, descubrir su vertiente humana. No importa si conocemos o no el idioma de los habitantes de nuestro destino, intentemos siempre comunicarnos con las personas que allí encontremos.

Será muy bonito visitar los grandes monumentos, explorar paisajes maravillosos con excursiones programadas para los turistas y hacer las típicas compras. Pero probemos y tratemos también de mezclarnos con la gente cotidiana, vayamos a los locales que acostumbran a frecuentar los nativos y recorramos las calles del centro de las poblaciones. Si se diera la coyuntura, aprovechemos y paseemos con la compañía de una persona del lugar. Compremos en los mercados tradicionales o, al menos, visitemos los zocos y ferias que encontremos en las diferentes ciudades de nuestro trayecto. La verdad que es muy enriquecedor el trato con las personas de un mercado. La mirada y la sonrisa son otros indicativos de un país. Fijémonos en las caras de las personas, mayores y niños. Sus rostros nos transmitirán mucha información del emplazamiento. Es indiferente si viajamos a un destino de los llamados países del sur o si viajamos a una de las naciones más avanzadas del mundo, la mirada de la población nos ofrecerá muchísima información del sitio que visitamos.

Una de las mejores ayudas a la hora de realizar un viaje es la de tener algún conocido en el lugar de destino. Con esta fórmula no tendremos ningún tipo de problema y, además, conoceremos los espacios más genuinos. Pensémoslo a la inversa. Si nosotros acogemos a un amigo en nuestra tierra, sin duda que se irá habiendo conocido todos los rincones de nuestro país.

Desafortunadamente, esto frecuentemente no es posible, sobre todo si decidimos viajar a países lejanos y exóticos. Pero no pasa nada, dejémonos guiar un poco por nuestro espíritu aventurero (sin llegar a ser temerarios ni imprudentes, lógicamente).

Otro consejo o, quizá mejor, otra idea que me permito dar es la de escuchar. Escuchar mucho, y no solo a través del oído. Percibiremos en gran medida el ambiente que nos rodea. Si estamos en el mundo rural o en plena naturaleza disfrutaremos de los sones y sonidos que se producen y, si no oímos nada, seguro que podremos embriagarnos de su silencio, que muchas veces no deja de ser una estrepitosa sonoridad mensajera de información.

Los ambientes urbanos también nos ofrecerán la posibilidad de escuchar, a pesar de los molestos ruidos de las urbes. Por ejemplo, la manera de hablar de la gente. Precioso. No importa que desconozcamos la lengua o que, incluso, esta sea totalmente extraña para nosotros. La tonalidad, la entonación y la melodía del idioma tienen la capacidad de maravillarnos y nos dirán mucho de las personas y del entorno.

Viajar… Seguro que a todos nos gustaría viajar mucho más de lo que nos es posible. Precisamente por eso, aprovechemos al máximo nuestras expediciones, sean donde sean.

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