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«Todo pinta que estamos ante el gran colapso de Europa»

El sociólogo de Lafoturnada José Ángel Bergua analiza cómo afecta a la sociedad el conflicto en Ucrania, la canalización del malestar general ante la subida de precios y la desinformación

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José Ángel Bergua, natural de Lafortunada, es Catedrático de Sociología. Foto: S.E.
Pablo Alvira Fuertes Alvira Fuertes
04 abril 2022

Una pandemia, un volcán, tormentas de arena y nieve y una guerra. Las situaciones extremas, y novedosas, que ha vivido la población en los dos últimos años llevan a la sociedad a comportarse de una forma determinada. José Ángel Bergua (Lafortunada, 1964) es Catedrático de Sociología en la Universidad de Zaragoza y ha escrito e investigado sobre conflictos socionaturales, la creatividad, la crisis de la política, la juventud y distintas cuestiones teóricas y metodológicas con las potencias sociales.

Si vemos gente corriendo hacia una dirección, tendemos a ir hacia la misma dirección ¿Qué está sucediendo? ¿Estamos siendo presas del pánico? 

Hay dos situaciones distintas. Una es la situación estable, el orden clásico donde tenemos una jerarquía y los de arriba mandan. El Estado se encarga de que las cosas funcionen. Las gentes de abajo lo único que deben hacer es obedecer o hacer lo que el Estado le dice y confían en él. Aunque las cosas funcionen bien, las gentes están alienadas porque no saben por qué funciona. En las situaciones inestables ocurre lo contrario.

En situaciones de guerra y pánico desaparecen los que mandan y las certidumbres y confianzas que ellos administran. Las gentes lo que hacen es extraer la información poniéndose horizontalmente en comunicación unos con otros. Y lo hacen imitándose y copiándose. Ahora bien, se genera un tipo de orden bien distinto. El problema que hay es que los de arriba no entienden lo que pasa. Así como en las primeras situaciones la sociedad resulta muy previsible, y muy manejable, ahora es al contrario. Cuando el modo clásico deja de funcionar, se activa este otro modo donde las gentes saben lo que hacen.

Si los supermercados hubieran cerrado por cualquier motivo, las gentes seguirían con esa situación horizontal y se apañarían para conseguir los productos que sea donde estén y posteriormente distribuirlos. Lo que normalmente se ve como una situación negativa, es una situación creativa. Un ejemplo de esta inoperancia de las élites se dio en Biescas cuando se desbordó el barranco que alcanzó el camping de Las Nieves. Llegó la Guardia Civil y no supo hacer nada. Los únicos que hicieron algo fueron los vecinos que sacaron las mantas de sus casas, llevaron heridos a sus domicilios y habilitaron el pabellón. En general, ocurre así en todas las guerras. Lo que pasa es que nadie lo ve y, sobre todo, nadie lo entiende. Hay todo un mundo medio clandestino que es el que sostiene la vida colectiva y no depende de los de arriba. 

«Cuando hay situaciones de pánico, las élites colapsan y las gentes se coordinan para conseguir lo necesario»

José Ángel BerguaCatedrático de Sociología en la Universidad de Zaragoza

Se están viendo compras compulsivas de productos concretos, ¿determina esto el estado de una sociedad? Si son histéricas, por ejemplo.  

Son términos acuñados desde hace tiempo pensando que las gentes son manipulables y ciegas. Si van a comprar esos productos será porque creen, por el motivo que sea, que los necesitan. El problema no es que vayan a comprar esos productos, sino aquellos que se encargan de producirlos no los tengan dispuestos. Si falta aceite de girasol, no podemos decir que los tontos son los que van a comprarlo. El problema es que hay una guerra en la que España está involucrada y resulta que aquellos productos que suministra una de las partes en el conflicto, Ucrania, no pueden llegar.

El problema no es la gente que acaba con las existencias, estamos en una situación en la que esos productos se intuyen que van a escasear. No creo que sea por la celeridad de la gente. Con otros productos se podría decir lo mismo. En términos de mercado es una oportunidad para los comerciantes. Ojalá tuviera yo una empresa en la que me solicitaran así estos alimentos. Si faltan productos donde hay una hiperoferta de todo, el problema no es la gente que vaya a comprar, quien nos tiene que garantizar la compra de esos productos no lo hace. La incompetencia es de ellos.

¿Cómo puede afectarnos tener una guerra casi en casa? 

Es terrorífico. Rusia ha invadido Ucrania pero los europeos le han declarado la guerra a Rusia con decisiones políticas y económicas. Ahora se llaman guerras híbridas. Aparte de las muertes que puedan llegar si se extiende, y todas las consecuencias económicas y de orden político, lo peor que puede pasar es que estas situaciones normalmente las aprovechan las extremas derechas. Fueron terribles para la historia europea durante el siglo pasado.

Han demostrado de un modo absoluto ser más capaces de canalizar el descontento y la rabia de la gente provocadas por estas situaciones. Han sido más capaces que los partidos convencionales y, sobre todo, que aquellos llamados a atender a los más vulnerables. Tanto ahora como en el siglo pasado, sobre todo en el período de entreguerras, quienes fueron más capaces de aprovechar una situación similar fueron los populismos y las extremas derechas. Es uno de los peligros que puedo ver: el colapso de los grandes partidos y de las izquierdas clásicas y la emergencia de neofascismos.  

«Uno de los peligros que puedo ver es la ruina de los grandes partidos e izquierdas clásicas y la emergencia de los neofascismos»

José Ángel BerguaCatedrático de Sociología en la Universidad de Zaragoza

En Francia está habiendo un auge de esta ideología.  

Y es probable que en España lo veamos. Pero en Francia esa especie de obligación atlantista y de estar comprometido con la OTAN se empieza a cuestionar: ¿Realmente es nuestra guerra? Las izquierdas en su mayoría han optado por apoyar la guerra y no van a saber dar respuesta a eso. La gente no se moverá por ideologías sino por motivos prácticos. Hay inflación, el petróleo se vuelve caro. Todo pinta mal y pinta que es el gran colapso de Europa estando EE.UU. de espectador. De hecho, se va a beneficiar con las exportaciones de gas. Y el otro gran titán, China, también mirando. Mientras, los europeos y los rusos podrían ponerse de acuerdo. Merkel lo tenía muy claro tras la caída del muro de Berlín: hay que tener buenas relaciones con los vecinos. Mira España con Marruecos. 

Se dice que en las guerras la primera víctima es la verdad. ¿Es recomendable dejar de leer noticias? 

La información que consumimos viene de nuestro bando, no del otro. Si viniera de allá se haría lo posible para que fuese falseada. Lo que funciona es la desinformación y cada vez es más obscena. No podemos tomar a los lectores y oyentes por tontos. Aunque a Putin las cosas le salgan mal, algo sabrá. Decir que es un inepto o está loco no es información, es propaganda. Hemos llegado a un punto donde en épocas de paz, la desinformación y las fake news han proliferado mucho. Antes de que apareciesen los grandes medios, la desinformación ya estaba presente.

Antes, los partidos políticos jugaban con la información y ahora la gente de abajo es la que desinforma desde las redes sociales. Ahora todos desinformamos y volvemos a esa situación de pánico. Uno tiene que mirar cómo obtener la información de un modo solvente. Se ha de­­mocratizado la desinformación. Cualquiera que haya vivido en un pueblo lo sabe, están llenos de medias verdades y rumores. Ha existido toda la vida. Llegará un momento de desconexión porque estamos cansados de ver lo mismo.

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