La amplia sacristía de la Catedral de Barbastro guarda una puerta que da acceso a un despacho de muebles recios y sólidos, de cuyas paredes cuelgan retratos de los últimos obispos de Barbastro-Monzón. Al fondo, otra puerta nos conduce a un espacio sin ventilación donde se reunía el cabildo y se elegía al deán. En este decorado inamovible se ha producido una profunda transformación que durante años se ha labrado en silencio. «Ahora me alegro del trabajo porque se ven los resultados. La gente te para y lo agradece. Lo hago por la Iglesia, pero también por Barbastro». Así lo afirma Jesús Goikoetxea, químico retirado, y voluntario de la Unidad Pastoral.
Su labor
Él aprendió del sacerdote Joaquín Ferrer y formó equipo con Antonio Bardají. «Me retiré en julio de 2013 y en 2014 le pregunté a Pedro Escartín qué podía hacer. Y me asignaron la informatización de los datos del cementerio.
Por sus manos han pasado 83 tomos manuscritos, con datos de 5.445 nichos que comienzan a principios del siglo XIX, además de 84 tumbas y 19 panteones. Uno a uno del libro al ordenador. Y esto acompañado con la actualización del titular.
En los cementerios propiedad de la Iglesia, en este caso del Cabildo, hay que diferenciar entre propietario y titular. La propiedad recae en la persona que lo compró. Cuando fallece, el título sigue la cadena familiar hasta su extinción, por ello, un difunto nunca puede ser propietario.
En muchos casos se desencadena una minuciosa labor de búsqueda e investigación para dar con el responsable. Actualizado al 93 %, se ha procedido también a limpiar nichos, remodelar tejados, renovar la capilla, contar, recontar. En definitiva, a poner orden en un lugar que se había desatendido. De tal modo que aquel mantra de «no había espacio en el cementerio» ha quedado hoy superado. «No está colmatado», asegura.
Cuenta Goikoetxea que para conocer qué tumba se hallaba abandonada fotografió todas ellas, una a una, y comparó su aspecto con el que presentaban el 1 de noviembre. «Si para esa fecha seguían igual a lo largo del tiempo, era un nicho vacío o abandonado.
Nuestras raíces
Pero el camposanto no se reduce a números y cuidados exteriores. “Ahí se encuentran nuestras raíces, nuestros vínculos e historia. Por ejemplo, el nicho de la pintora Julieta se declaró abandonado. Su familia, unos sobrinos que residían en Gerona, nos comunicaron que hiciéramos lo que considerásemos con sus restos. ¡Pero no podíamos borrar su presencia y su recuerdo del cementerio! Por ello se hizo cargo el Cabildo. Ha ocurrido con Julieta y con otros más». El trabajo se desempeña con rigor y respeto. “Un cuidado máximo. Además, el cementerio ya dispone de un reglamento interno y se cumple, en todo momento, la exigente normativa dispuesta por el Ministerio de Sanidad”.
La vida de Jesús Goikoetxea
Así lo explica Jesús Goikoetxea. Ahora lo encontramos en un despacho de la Catedral, pero su voluntariado no comenzó aquí, ya que anduvo también involucrado en la pastoral familiar. «Nací en Seira, y lo dejé con 12 años para ir a estudiar primero a Huesca y luego a Barcelona. Mi padre, en la despedida, me recordó que uno recogía lo que sembraba. Y añadió mi madre, ‘no te olvides de regar’. Así que aquí estoy en lo que me piden. Pertenezco a una época en la que nos inculcaban principios».
Como a cada uno de los voluntarios de la Unidad Pastoral a él le mueve la fe. «Soy creyente y estoy devolviendo lo que en su día recibí. Además, cuando llegue mi hora y me pregunten ‘¿qué has hecho?’ quiero poder ofrecer algo más allá de mi trabajo y mi familia».







