Según ha podido conocer El Cruzado Aragonés, el Obispado ha leído con sorpresa el comunicado enviado por el Opus Dei sobre el nombramiento del rector de Torreciudad.

Especialmente, porque la Prelatura del Opus Dei sabía que el Obispo de Barbastro-Monzón iba a nombrar a un sacerdote diocesano como rector del Santuario de Torreciudad, ante la falta de respuesta a los requerimientos, escritos y verbales, de que se presentaran una terna para efectuar ese nombramiento.

Con fecha 12 de mayo de 2023, Mons. Pérez Pueyo se dirigió al vicario regional recordándole que no había recibido “la terna que le pedí en mi última carta para poder proceder, conforme a derecho, al nombramiento del Rector y del equipo de sacerdotes que atienden pastoralmente la ermita-santuario de Nuestra Señora de Torreciudad y el templo mariano contiguo que edificó la Prelatura”.

En esta misiva, que se puede ver en la fotografía que acompaña a esta información, se ponía un plazo, el pasado 30 de junio de 2023, para el envío de esa documentación y se advertía que, “de no recibirla en tiempo y forma, y para que la ermita-santuario pueda tener por fin un Rector nombrado, designaría a un sacerdote diocesano que se hiciera cargo hasta la provisión”.

Carta sin respuesta a la terna

Según fuentes del Obispado, la carta – como las anteriores– no obtuvo respuesta alguna en referencia a la terna solicitada. Pero el obispo decidió congelar el nombramiento hasta entrevistarse con el Prelado de la Obra, el pasado 2 de julio, en la sede del Obispado. Tras este encuentro cordial, pero en el que no hubo respuestas, se siguió adelante con lo anunciado, remitiendo el nombramiento por correo al prelado y llevándolo en mano, por cortesía, a Torreciudad.

Para estas fuentes, no hay lugar para la “sorpresa” que argumenta el Opus Dei en su comunicado, en el que resulta sorprendente que se mantenga el status de “oratorio” para el templo levantado en los años 70, el segundo de mayor aforo de la diócesis.

Desvelan así algo que el Obispado advirtió, hace meses, a la Prelatura: en los 50 años de historia de este complejo, no se ha erigido canónicamente como santuario. Es una de las cuestiones canónicas detectadas en la relación de ambas instituciones, descubiertas a lo largo de un proceso que se abrió hace más de dos años, a raíz de la solicitud de la Prelatura de actualización del contrato de cesión de la ermita-santuario, propiedad del Obispado.