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Sol Otto Oliván Al levantar la vista
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Soñando espero

Sol Otto Oliván Al levantar la vista
22 mayo 2023

No sé ustedes, pero yo tengo extraños sueños desde que ha empezado la campaña electoral. No son pesadillas y eso es lo más raro. Ayer, sin ir más lejos, soñé que el centro de Barbastro había sufrido una transformación extraordinaria: los edificios lucían como nuevos, pintados; sus balcones y ventanas tenían persianas nuevas, de aquellas verdes como en mi infancia; había tiestos en bastantes de ellas y en los huecos bajo los aleros habitaban golondrinas, que trinaban suavemente, también como entonces; las palomas y su horrible canto habían desaparecido. Habían sido ya las elecciones, me explicaba un señor mayor al que le preguntaba yo dentro de mi sueño por ese cambio. Seguí caminando por la calle Monzón y sus callejuelas; llegué hasta General Ricardos, seguí por allí un buen trozo, di bastantes vueltas, arriba y abajo; me metí por la Merced… fui de excursión un buen rato y todo estaba impoluto, precioso. No había nada fuera de su lugar, no había suciedad, no había ruina ninguna, no había matojos en los solares vacíos porque no había solares vacíos.

En este, como en otros sueños de estos que se van repitiendo, no me enteraba de cuál había sido el resultado de las elecciones, una cosa más extraña aún porque parecía que aquello había salido de la nada sin que humano alguno hubiera intervenido en ese resultado. Estaba ya tan intrigada, que hice por dormirme y seguir el sueño, es una práctica un tanto infantil, lo reconozco, pero, convendrán conmigo, cuando uno sueña cosas hermosas no puede resistirse a abandonarlas y quiere seguir en ellas hasta que la luz del día o el despertador, bruscamente, le devuelvan a la cruda realidad. No saqué nada en claro. Llegó el sueño, pero no hubo forma de seguir como hubiera deseado, así que no puede enterarme de quién era el causante de semejante proeza.
Si he de ser sincera, creo que lo que me pasa es que estoy deshojando la margarita de mi voto y necesito una señal para decantarme en estas municipales. Porque en esta ciudad en la que vivo, me gustaría que cambiaran muchas cosas para que fuera, de verdad, habitable y hermosa. Sé que tendré que leerme los programas; leer entrevistas; ver debates en televisión; oírlos en la radio y este año son muchos grupos. Me da algo de pereza, lo confieso, pero tendré que hacerlo, no se puede luego protestar cuando incumplan sus promesas si no se está bien informado. Sé que tendré que olvidar que algunos grupos ya han estado gobernando y poco han hecho de lo que dijeron que harían. Que tendré que tener en cuenta factores externos, momentos duros que lo desbarataron todo, circunstancias extrañas y demás, pero tampoco hay que olvidarlo todo y seguir dando votos de confianza a la espera de algún milagro: en política no hay milagros ni mirlos blancos. En ningún lado.

He empezado ya. De momento he leído la primera entrevista global a los candidatos y casi todos los grupos prometen meterle mano al casco histórico. No concretan mucho cómo. No dicen más. Veremos. Está claro que son conscientes de que algo huele a podrido en nuestro Barbastro sentimental. Seguiré atendiendo los menajes antes de ir a las urnas. Pero, mientras tanto, seguiré soñando esas calles limpias, esos jardines cuidados; esas casas pintadas y con vida; esos locales iluminados: el Barbastro que queremos y que, ojalá, volvamos a recuperar. Llegado el día, votaré o no: el voto es un derecho, no hay que olvidarlo.

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