Ahora y siempre
Ruth Zamora Zamora
Ahora y siempre

Ser sacerdote, valor ecológico (II)

Ruth Zamora Zamora
03 abril 2022

Continúo esta semana enumerando las razones por las que los veintiocho sacerdotes a los que he tenido que cerrar los ojos fueron escogidos, llamados y enviados para colaborar con el Señor y ser:

Generadores de esperanza. En un mundo tocado por la desesperanza, el desencanto, el vacío interior, ante la minusvaloración de la fe… estos hombres fueron signo de esperanza y fueron capaces de recrear la fraternidad. Tuvieron fuerza interior para estimular las ganas de vivir y la esperanza dormida de su pueblo. Entendían que la mayor estafa era dejar de ofrecerles la buena noticia del evangelio.

Testigos de valores trascendentes. En un tiempo donde sólo se cree lo que se ve, estos hombres nos han ayudado a descubrir un mundo donde emergen otros valores superiores que nos permiten mirar más alto, descubrir las coordenadas invisibles de nuestra existencia, trascender la vida.

Contestatarios de una sociedad erotizada, donde se profesa una idolatría sexual sin freno ni conciencia, estos hombres han tratado de expresar que sin sexo se puede vivir; sin amor, en cambio, no. Muchos coetáneos creen que renunciar al amor sexual es renunciar a la vida.

José María Cabodevilla reflejó de forma admirable el valor de la virginidad de los sacerdotes que no es, como muchos creen, ausencia de mujer sino plenitud de Dios que permite vivir con naturalidad la vida y el propio ministerio… No se está dejando algo bueno por algo malo sino por algo más sublime que te trasciende, que deja de ser esposo para llegar a ser en plenitud hermano, amando especialmente a los que la sociedad les ha privado de rostro y dignidad.

Termino con esta frase de Paul Claudel en el librito ‘La Anunciación’, donde expresaba magníficamente el misterio que se esconde en esta vocación sublime: “No concierne a la piedra elegir su lugar en la construcción sino al maestro de obra que la ha escogido”.

Dios nos llama a todos a la vida, a compartir su amistad (gracia),a colaborar con Él. A mí me tocó, sin mérito alguno, poder serviros como vuestro padre y pastor. Ojalá sepa secundar plenamente el sueño que Dios tenía con mi vida y ministerio.

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