Hace unos días escuché una frase en la que no había pensado nunca, pero que me parece bastante adecuada a los tiempos presentes.
Alguien dijo que en vez de empezar el año en enero debería empezar en septiembre. Viendo cómo se desarrollan los acontecimientos no parece descabellado, pero claro, una cosa es empezar el año y otra el curso.
En base a esto, me viene a la memoria cuando era niña –¡cuánto ha llovido desde entonces!–. No recuerdo cuándo empezaba el curso, pero sí cuando estrenaba el bolso (hoy mochila), el plumier (hoy estuche), lápices de colores marca Alpino… etc, y quizá, alguna mandarina que era, naturalmente, regalo de los Reyes Magos. Hoy a los Magos se les piden otros regalos, puesto que los objetos a los que me refiero ya están en el equipo necesario para empezar las clases en septiembre.
Otro recuerdo de cuando era niña y viendo la “polarización” que estamos viviendo, o más bien que nos están imponiendo, es el miedo o rechazo que se nos hacía sentir hacia los “rojos”. En mi ignorancia o inocencia y también con la imaginación desbordada que se tiene cuando una cosa no está clara, creía que los rojos eran personas con cuernos y rabo. Tardé bastante tiempo en conocer a algún rojo. Y lo tenía muy cerca porque mi padre lo era, pero ¿quién lo iba a imaginar?
Esto viene porque se está viendo el pánico de algunas personas por si llegan a gobernar “las derechas”. Quiero decir que tampoco las derechas tienen cuernos y rabo.
Estoy convencida de que si llegan a gobernar se equivocarán en muchas ocasiones. Nadie es perfecto. Como siempre se ha hecho, gobierne quien gobierne, los podremos criticar. Espero, sin embargo, que sin violencia y descalificaciones. Lo que sí sería bueno es que cuando se equivoquen o cambien de opinión, expliquen la razón, de este modo se puede comprender o justificar.
Otra cosa es cuando a los ciudadanos se les niegan las explicaciones porque da pie a que se considere mentira o que nos tomen por tontos, cuando aceptamos la mentira sin espíritu crítico.
En fin, vamos a seguir aceptando con alegría, que el año empiece en enero y el curso en septiembre. Aunque sean otros los regalos que llegan en enero.