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Manolo Garrido Al levantar la vista
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Pedir perdón y perdonar

Manolo Garrido Al levantar la vista
01 febrero 2022

Con un poco de retraso, acabo de ver la película «Maixabel», de Icíar Bollaín, dura y positiva, útil y aplicable, sobre el proyecto de justicia restaurativa puesto en marcha en 2011 en el penal de Nanclares de Oca y que sentaba cara a cara a víctimas y victimarios.

Maixabel es la viuda de Juan María Jáuregui, que fue gobernador civil de Guipúzcoa, asesinado en Tolosa en 2000. Maixabel participó en el programa de mediación y, tras superar fuertes incomprensiones de su entorno, se entrevistó con dos miembros del comando que acabó con la vida de su marido. Una opción válida, como lo son otras distintas para vivir la tragedia del terror: las de tantos que han perdonado o al menos han pasado página sin estos encuentros.

La temática no es nada fácil y creo que el tema del perdón (tanto pedirlo como darlo) es importante, sin desconocer la gravedad de hechos injustificables. Queda claro quién es la víctima inocente y quién el asesino ciego de odio ideológico. Queda clara la responsabilidad individual frente a una cómoda atribución a la organización, que liberaría del protagonismo inexcusable. También se refleja cómo la cárcel ayuda a replantearse todo.

Junto al perdón y al drama humano presente en unos y en otros, creo que la película tiene un valor importante como recordatorio a unas generaciones jóvenes que reciben una historia reciente manipulada o que sencillamente no saben o no recuerdan. El magnífico papel que interpreta la joven María, hija de Maixabel, con su marido onubense y su bebé, son una llamada a un futuro abierto a las nuevas generaciones que certifican la inutilidad y la perversión de la violencia y del terror.

En esa línea, recuperar la memoria del horror, del sinsentido de una violencia que destroza la moral de una sociedad y genera una división que está presente en tantos ámbitos, es un antídoto y un recordatorio de que no se puede construir un futuro desde el odio y el enfrentamiento.

Maixabel conmueve y emociona en el encuentro de víctimas y verdugos, dejando bien claros los errores pero abriendo la puerta a la reconciliación mediante la petición de perdón, el arrepentimiento, el respeto al otro. No hay olvido ni inconsciencia del daño causado y sí hay conocimiento de la capacidad de hacer sufrir y de cometer estos crímenes. Sin equidistancia pero con la mano tendida.

No he podido ver ninguna referencia a la religiosidad, a una instancia sobrenatural, pero me sirve la calidad de la virtud humana del perdón que da paz al arrepentido y también a la víctima.

Maixabel es un canto al perdón, una reivindicación de una actitud que veo muy necesaria hoy, que ayuda a pasar página y que manifiesta la plenitud de lo humano. Tan útil en el día a día lleno de menudencias y tiquismiquis fáciles de salvar, que muestran la grandeza y la necesidad de no encasquillarse en cadaunadas que nos dejan sin perspectiva para ver las ventajas de compartir y de avanzar juntos.

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