Cada verano igual. De las ansiadas olas del mar pasamos a las del COVID y una vez superadas las víricas, nos quedan las de calor. Dicen los expertos que la de esta semana, ha sido la peor de todo del verano.

Hablan de un “domo de calor” y de todas las definiciones que he encontrado para este fenómeno, me quedo con la más llana e ilustrativa: una olla exprés que atrapa el aire caliente. Es casi una paradoja a poco más de una semana para unas Elecciones Generales tan o más asfixiantes que un banco al sol a las 4 de la tarde.

Es más, “cazuela a presión” es una buena fórmula para definir lo que se ha llamado ‘debate electoral’ cuando en realidad, se parecía más a una batalla de gallos. Sin faltar, que no me refiero a los del corral sino a los shows de los raperos en las calles. Uno dice y el otro responde. Un partido de tenis en el que la pelota pasó de largo por temas como la política territorial, despoblación, sanidad o cultura. El resultado, era obvio, nadie gana y lo que se pierde es la oportunidad de hablar de lo importante.

Cada verano, igual, pero este, diferente. Con urnas y muchos pucheros en el fuego. Hasta el próximo 23 de julio, la olla exprés seguirá silbando y veremos a ver cómo sale el caldo.