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Araceli Cavero A cuatro manos
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Ojo por ojo

Araceli Cavero A cuatro manos
25 abril 2024

En otra ocasión escribí de cómo los judíos están arrinconando poco a poco a los palestinos, formando asentamientos en tierras que no les fueron cedidas cuando regresaron del éxodo. Se supone que después de tanto agravio, los palestinos tenían que reaccionar.

De ninguna manera quiero justificar con esto la salvajada que cometió Hamás al asesinar y secuestrar a tantos inocentes.

Pero tampoco hay derecho a que Israel se esté cargando al pueblo palestino. Todos los días los informativos nos hablan de nuevos bombardeos y nuevos muertos. Y Netanyahu no quiere ni oír hablar de un alto al fuego hasta que no haya desaparecido totalmente la organización terrorista. No importa que los que mueran sean civiles, y de ellos, muchos, niños. A pesar de que desde todo el mundo se le está pidiendo que termine con esta masacre.

Bien dice el papa Francisco que esta es una guerra mundial a pedazos.

Y es que ahora entra en escena un nuevo actor: Irán. Y es que ¿qué sentido tenía bombardear la embajada de Irán en Damasco? ¿No fue una provocación? Así que, claro, ahora Irán pretende vengarse; ya no es el ojo por ojo, sino que el que queda ciego de un ojo se venga cegando de todo al que le dejó tuerto; y si le arranca un diente, el otro se carga la dentadura entera. Así nos estamos machacando hasta el infinito. ¿En esto consiste el derecho de defensa?

Y sin salirnos del tema. ¿Qué pinta el presidente Sánchez buscando alianzas en Europa para reconocer al Estado Palestino? ¿No ha terminado ya la presidencia de España en la Unión Europea? ¿Y eso no es cosa de los ministros de Asuntos Exteriores más que de los presidentes?

Hace unos años, un encuentro con el Foro Internacional de la Acción Católica me llevó a Sarajevo. El día que dedicamos al turismo, el guía nos dijo que creían que la guerra de los Balcanes, de la que todavía se veían los impactos de las balas, había servido para experimentar armas nuevas. ¿Será así también ahora? Y mientras tanto, las fábricas de armamento están frotándose las manos por la cantidad de trabajo que supone atender a tantos pedidos.

Creo, y pienso que no soy sola, que lo urgente es terminar con los bombardeos; proclamar un alto al fuego definitivo; acabar con tanta muerte y destrucción y empezar con el reconocimiento de una paz duradera, donde todos puedan vivir sin miedos y en un clima de respeto mutuo, porque solo así se consigue la paz.

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