En el informe, elaborado para la visita «al limina» de diciembre, me pregunto en qué radica la relevancia y singularidad de esta Diócesis de Barbastro-Monzón. La primera respuesta es evidente: en su identidad geográfica, histórica y cultural.
Nuestra diócesis abarca 7.374’13 kilómetros cuadrados, la mitad oriental de la provincia de Huesca. Se destacan seis hitos o etapas:
1) Creación de la Diócesis en 1.100.
2) Supresión de la Diócesis (1143-1571).
3) Restauración (1571-1851).
4) Se reduce a Administración Apostólica (1851-1951) por el Concordato de 1851 y se une a Huesca.
5) Se eleva nuevamente como Diócesis en 1951 siendo don Pedro Cantero Cuadrado el primer obispo titular.
6) Hace veinticinco años, merced al decreto Ilerdensis-Barbastrensis. De finium mutatione, se conforma la actual Diócesis de Barbastro-Monzón.
En la actualidad contamos con 102.864 habitantes diseminados en 247 pueblos. Para atender pastoralmente a todos ellos contamos con 66 sacerdotes, con una media de edad de 72 años, 18 de los cuales han venido de otras iglesias particulares de América con el deseo de colaborar temporalmente en el proyecto evangelizador misionero de la Diócesis.
También tenemos 113 religiosos, de 12 institutos distintos, cuya edad es también muy avanzada. En misiones tenemos 3 sacerdotes diocesanos.
Antes de la pandemia contábamos con 233 catequistas y profesores de religión, con unos 600 voluntarios de Cáritas, Pastoral de la Salud, Manos Unidas, Fráter… o diversos agentes de pastoral… todos de edad avanzada. En los últimos siete años se han ordenado dos sacerdotes: no tenemos seminaristas.
Sólo desde un sentimiento de pertenencia arraigado en las tradiciones culturales y religiosas, nuestra Diócesis podrá optimizar los recursos humanos.
Fruto de esta convicción destacamos, como un milagro del cielo, los 64 laicos animadores de la comunidad o los 23 apóstoles de calle.
No nos resignamos a permanecer encerrados en las sacristías sino que, como nos urge el Papa Francisco, queremos estar en la calle como Iglesia en salida.
Esto exige fidelidad, valentía y coherencia. No es lo corriente ni lo más fácil. Pero queremos hacer esto aunque en ello nos vaya la vida como a nuestros mártires.