Somontano

Pedro Carrero Eras: «Me he basado en lo que mi padre me contó sobre su estancia en Barbastro»

El madrileño Pedro Carrero Eras, profesor jubilado de la Universidad de Alcalá, ha publicado la novela «El telegrafista de Barbastro»

Autor de El telegrafista de Barbastro
Pedro Carrero Eras, profesor jubilado de la Universidad de Alcalá.
Ruth Zamora Zamora
19 noviembre 2021

¿Cómo surgió la idea de la novela El telegrafista de Barbastro?

Surgió por la necesidad de reflejar la gesta de supervivencia de mi padre, Carlos Carrero Rodríguez (1900-1981) y mi familia durante la Guerra Civil, la mayor parte de ella transcurrida en Barbastro.

Mi padre, procedente del Madrid republicano, llegó destinado a la estafeta telegráfica de Barbastro en julio de 1937. Como es sabido, el frente se derrumbó en marzo de 1938. Entonces, mi padre y familia fueron obligados a pasar a Francia. Pero, escondidos en el campo, en las cercanías de Benasque, y tras una serie de arduas y penosas vicisitudes, que quedan bien reflejadas en la novela, lograron presentarse a los nacionales.

Enseguida solicitó ser readmitido en su cargo como Oficial 1º del  Cuerpo de Telégrafos, para lo que tuvo que superar un expediente político-social, alguno de cuyos documentos se citan en la novela. Se le destinó al mismo puesto que había tenido en el Barbastro republicano, pero esta vez, por antigüedad en el escalafón, como Jefe.

Y allí estuvo hasta poco después del final de la guerra (que es el momento en el que termina la novela). Después volvieron todos a Madrid, donde también ejerció y compatibilizó su cargo de telegrafista con el de Químico del Instituto Nacional del Cáncer. Yo nací en 1946.

El protagonista de la novela (al que le he puesto un nombre ficticio: César Campos Rodríguez) habla en primera persona, relatando los hechos. Me baso en lo que mi padre me contó sobre su estancia en Barbastro, y también en lo que me ha contado recientemente mi hermano Luis, que nació en 1930 y que contaba seis años cuando estalló la guerra.

Basándome e inspirándome en todo ello, yo he añadido otras situaciones y detalles, que son de mi cosecha y de mi experiencia como escritor, dentro de lo que es la ficción, y respetando lo que entendemos como verosímil y teniendo en cuenta los acontecimientos de la contienda.

Por lo tanto quiero dejar claro que hay episodios que son solamente de mi invención, y que en modo alguno el personaje protagonista de la novela, que es el narrador, es completamente identificable con mi padre. No es una biografía o un fragmento de biografía, sino una novela.

Además, en la creación del personaje que habla en primera persona, entra también mi propia visión de las cosas y mi interpretación de la Guerra Civil, que a veces puede coincidir con la de mi padre, pero no necesariamente.

¿Conocía la ciudad?

Sí, he viajado tres veces a Barbastro. Una primera con mi padre hacia 1964 ó 1965. Después he viajado a Barbastro dos veces durante el año 2001, para documentarme, porque es en ese año el momento en que surge en mí, por primera vez, la intención de escribir esta novela, dos décadas después de fallecido mi padre.

Pero debido a mis obligaciones académicas y profesionales, no empecé a escribir El telegrafista de Barbastro hasta hace unos tres años.

¿Ha tenido que investigar mucho sobre cómo transcurrió la guerra en esta zona?

Por supuesto. Una novela histórica debe ir convenientemente documentada, y en lo que a la ficción se refiere, crear hechos y episodios que sean, al menos, verosímiles. Siempre me ha interesado la Guerra Civil, algo que a mi generación, aunque no vivió la guerra, pero sí la posguerra, la ha marcado para siempre.

Ya había leído mucho sobre la contienda antes de empezar a escribir El telegrafista de Barbastro, pero después me he tenido que documentar más, y muy especialmente sobre la guerra en Barbastro y en el Alto Aragón.

¿Volverá a fijarse en esta tierra para una futura novela?

Probablemente, porque Barbastro ya pertenece a mi experiencia vital, por muchos motivos. Es un hito muy importante en la historia de mi familia y en la mía propia. Me encantan Barbastro y el Somontano.

Desde que empecé a escribir la novela tengo en mi despacho colgada, como un amuleto, una foto de estación de ferrocarril, que saqué de internet. A través del penacho de humo que sale de la locomotora de un tren se puede ver el rótulo en grandes letras que figura en el edificio: BARBASTRO. El tren es la famosa Burreta.

Pedro Carrero Eras, en una de sus visitas a Barbastro, dejó plasmado en El Cruzado Aragonés este artículo de opinión.

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