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Andrea Espuña Sierra A cuatro manos
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Más vale prevenir que curar

Andrea Espuña Sierra A cuatro manos
28 agosto 2025

Ya lo dice el refranero: más vale prevenir que curar. Y con los incendios, la frase deja de ser un cliché para convertirse en una obviedad.

La “ola” de cada verano ya no es ola: es un tsunami. Más de 343.000 hectáreas arrasadas en lo que va de 2025, miles de evacuados, varias víctimas mortales. Según el sistema europeo EFFIS, estamos ante el peor año en tres décadas.

El fuego nunca llega solo. Lo acompaña el cóctel perfecto: calor extremo, sequía persistente y montes convertidos en polvorín. Basta una chispa. Y sí, casi siempre la chispa la ponemos nosotros. El propio Gobierno lo reconoce: el 90 por ciento de los incendios tienen origen humano. No es fatalidad, es descuido, imprudencia… o directamente intención.

En Aragón, la alerta se ha vivido en rojo todo el verano. Riesgo extremo, prohibición de quemas, limitación de maquinaria, cientos de efectivos movilizados. Pero seguimos cayendo en el mismo error: reaccionar cuando la columna de humo ya es un monstruo. Lo sabemos, lo dice el mismo refranero popular: los incendios se apagan en invierno.

Gestionar los montes, abrir y mantener cortafuegos, dar salida al pastoreo que limpia lo que después se convierte en mecha. No es innovación futurista: es lo que se ha hecho toda la vida. Y, sin embargo, aquí está la contradicción. En trece años, la inversión pública en prevención se ha reducido a la mitad, mientras que cada verano el coste humano y económico se multiplica.

No hay misterio, no hay interrogantes. Los medios para apagar son limitados, la única estrategia sostenible es reducir el riesgo. Eso significa planificación, gestión y memoria. Más vale prevenir
que curar.

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