Barbastro

María Teresa León y su vínculo con Barbastro

Varias citas y fotos componen una muestra de la ‘sinsombrero’ de la generación del 27 en la Galería del Principal

Exposición de María Teresa León
Exposición en la Galería del Principal. Foto: P. Alvira Fuertes
Pablo Alvira Fuertes Alvira Fuertes
16 julio 2021

María Teresa León escribió, militó y triunfó en un mundo de hombres. En su autobigrafía, Memorias de la melancolía, María Teresa León relata que los primeros contactos que tuvo con los libros sucedieron en Barbastro, «ciudad chica de Aragón que cultivaba viñedos y olivos». Entre 1913 y 1917, la ‘sinsombrero’ visitaba en la ciudad del Vero a una hermana de su abuela, Concha de la Llera, casada con el militar altoaragonés Antonio Franco Crespo. Ambos vivían en el paseo del Coso y tenían dos hermanas que vivían en la calle Monzón, actual calle Joaquín Costa, averiguado tras la investigación del anticuario Toni Buil.

La biblioteca de la familia barbastrense fue como un despertar a la vida entre libros en castellano y francés. «Aquella casa fue para la niña la silenciosa casa de lectura. Todos los libros fueron para ella. No hubo selección para proteger sus ojos virginales», señala en el libro. Añade que «había un jardín subiendo hacia lo alto por escalerillas temblorosas y una gruta tapizada de musgo y hasta una bodega donde esconderse. Era un lugar maravilloso para soñar una niña y para crecer».

Toni Buil indica que, tras profundizar en la relación entre María Teresa León y Barbastro, se encontró «una escritora fantástica y unas memorias maravillosas». «Describe esos veranos en Barbastro y cómo su tío la inició en una serie de lecturas que para una mujer, y una niña en su caso, estaban prohibidas. Desde ese punto de vista, de descubrir la literatura, Barbastro tuvo un papel trascendental y lo recuerda en repetidas ocasiones», explica el anticuario.

Barbastro y su exilio

«Vio estampas donde mujeres impúdicas se sentaban descaradamente en enaguas sobre las rodillas de los caballeros y vio desnudos que se llamaban Venus», se lee en su autobiografía. En el libro confiesa que «el principal culpable de las lecturas de la chica había sido un tío viejo y un poco loco». Hoy en día Antonio Franco «estaría denunciado por abusos ya que era muy sobón». De hecho a la propia María Teresa le tocó los pechos e incluso llegó a besarla en su casa en Barbastro.

Durante la Guerra Civil llevó a cabo un papel literario muy activo en los frentes de batalla. En ese tiempo participó en el Romancero de la Guerra Civil dedicado a García Lorca. Fundó junto a su marido, Rafael Alberti, las revistas Octubre y El Mono Azul. Al finalizar la guerra ambos se exiliaron primero a París, después a Roma y más tarde en Buenos Aires. Es en Argentina donde adquiere la madurez de su prosa, según algunos autores. Memorias de la melancolía fue escrita en el exilio con una mirada impresionista y poética. Quizá cuando ya empezaba a sentir el alzheimer que le aislaría en su retorno a España en 1977.

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