Alto Aragón

Azucena Bardají: «Los puestos donde se toman las decisiones importantes están dominados por hombres»

La investigadora de Barbastro lucha por el reconocimiento de las mujeres en la ciencia, a veces invisibilizado por compañeros masculinos

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La barbastrense Azucena Bardají reclama más visibilidad del trabajo de la mujer en investigación. Foto: S.E.
Pablo Alvira Fuertes Alvira Fuertes
14 marzo 2022

Desde pequeña tuvo claro que quería estudiar medicina “para mejorar la salud de las personas”. “Tenía esa llamada”, y a lo largo de sus estudios, dicha vocación fue tomando forma y la especializó en investigación biomédica y prevención de enfermedades en los países con menos recursos. Azucena Bardají (Barbastro, 1974) ha logrado romper barreras y superar obstáculos gracias a su esfuerzo, inquietud e inteligencia. 

Durante las dos últimas décadas ha trabajado en evaluar herramientas para la prevención de la malaria en mujeres embarazadas y su impacto en la salud de los recién nacidos. Recientemente, ha estado involucrada en la elaboración de nuevas vacunas para administrar durante la gestación. Además, es profesora y coordinadora del Máster en Salud Global, organizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona y la Universidad Autónoma. Su trabajo se centra en el África Subsahariana, ha estado muchos años en Mozambique, pero también ha colaborado con varios países de Asia y Latinoamérica.

«El lugar donde naces marca tu esperanza de vida. Quiero ayudar a contrarrestar ese desequilibrio»

Azucena BardajíMédica, investigadora y científica

“Es una cuestión de igualdad. De tratar de luchar contra algo que es injusto. El lugar donde naces determina tus posibilidades de desarrollo. No es lo mismo nacer en Barbastro, en Estocolmo o en Mozambique”, indica. La esperanza de vida en España ronda los 82 años cuando en Mozambique es de 57. La principal motivación de la investigadora fue “incorporar una perspectiva de equidad al trabajo para ayudar o contribuir en la medida de lo posible a contrarrestar ese desequilibrio”. De hecho, se focaliza en poblaciones vulnerables. Son países con unos sistemas de salud muy débiles y un limitado acceso a estos servicios. No toda la población puede acceder a estos cuidados primarios, “y mucho menos especializados”. 

Techo de cristal

“Evidentemente sí. La mayor parte de las mujeres que nos dedicamos a la investigación hemos sentido en algún momento que nuestro trabajo no era valorado igual que nuestros compañeros hombres que estaban en un estadio de sus carreras profesionales igual o similar al nuestro. Tanto en números de proyectos, publicaciones, horas de docencia, estudiantes mentorizados, etc. No se nos valoraba igual, no se nos pagaba igual, no se nos consideraba igual a la hora de ofrecer oportunidades o de creer que lo podíamos hacer igual que los hombres. Sí que lo he notado, desde luego, y todas podemos poner ejemplos”, confiesa Bardají. 

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Azucena Bardají con un niño en Mozambique. Foto: S.E.

Realmente, se da la paradoja de que la ciencia está dominada por mujeres. Sin embargo, se produce el llamado ‘gráfico de la tijera’, uno de los mayores desafíos por abordar, que explica la barbastrense: “En los estadios iniciales de la carrera de investigadora, cuando comienzas un doctorado o eres asistente, somos mayoritariamente mujeres. Pero cuando pasas esa etapa, un período de formación postdoctoral, hasta que llegas a ser profesor de investigación, las líneas se invierten y hay una mayoría de hombres. Casualmente son los puestos donde se toman las decisiones importantes. Y este cambio suele coincidir también con el momento en que las mujeres se plantean ser madres».

Efecto Matilda

Implica mayores dificultades en lo que respecta a la conciliación de tu carrera profesional con tu responsabilidad como madre o la dedicación a tus hijos. Hay una gran pérdida de mujeres investigadoras a lo largo de la carrera científica en este momento”. Reconoce que “poco a poco” se va avanzando, pero solo hace falta ver quien recibe los reconocimientos y quien ocupa altos puestos. “Solo el 3% de los Premios Nobel son mujeres; el porcentaje de rectoras en universidades no supera el 11%; y en los puestos de decisión en institutos de investigación las mujeres no superan el 25%”, enumera. 

«La mayor parte de las mujeres investigadoras han sentido que su trabajo no era valorado igual que a los hombres»

Azucena BardajíMédica, investigadora y científica

El efecto Matilda es un prejuicio en contra de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus compañeros masculinos. “En cuanto a visibilidad sí que lo he vivido. Recuerdo una ocasión en la que me presentaba a una oposición ante un comité científico ajeno a nuestro organismo. De nuestra institución solo podía presentarse una persona, pero estábamos dos interesadas: un hombre y yo. El director me llamó para decirme que iba a apoyar a mi compañero en lugar de mi candidatura por una cuestión de senioridad. Le pregunté a que se refería con eso. La persona que había decidido apoyar tenía la misma edad que yo, pero se incorporó a la institución posteriormente a mí. De hecho, yo tenía más años de experiencia que él en el campo específico de la oposición. Pero él asumió que la otra persona era más senior que yo por ser hombre”, cuenta. Finalmente, Bardají acabó interponiendo una queja y el director acabó apoyando a los dos por igual.

Desigualdad y conciliación

Como dice anteriormente, la investigadora asegura que una de las principales barreras para las mujeres es la época donde la carrera científica se ralentiza, es decir, durante el embarazo. “Hay que tener más en cuenta este proceso a la hora de evaluarnos. Si valoras el rendimiento de una mujer en los últimos cinco años, cuando pidas una ayuda a un proyecto o te presentas una plaza de universidad, debe tenerse en cuenta si has estado de baja maternal o si has tenido hijos. Es algo que se ha incorporado recientemente, pero es importante saberlo porque tu carrera sigue otro ritmo”, insiste. Señala que cada vez “hay algunas iniciativas tímidas pero no son masivas ni frecuentes”. Para mitigar esa diferencia entre hombres y mujeres, menciona el ejemplo de “tener una ayuda durante los parones por baja maternal para dar continuidad a los proyectos de investigación”.

«A la hora de evaluarnos se debe tener más en cuenta si hemos estado de baja maternal»

Azucena BardajíMédica, investigadora y científica

La suerte de la barbastrense es que nunca le han faltado referentes femeninos durante su carrera. Destaca la importancia de estos para promover las vocaciones científicas a la juventud. “Se trata de romper estereotipos y sesgos inconscientes que el investigador tiene que ser un hombre. Es una cuestión de educación”, añade. Por último, reclama la igualdad de género en el ámbito de la ciencia, “simplemente porque si no la hay, no existe diversidad”.

Apunta la necesidad de una representación equitativa, tanto del talento de hombres como de mujeres, “para que la ciencia llegue a su máximo potencial”. “Si no hay una igualdad, no hay avance. Y si no hay avance científico, no hay progreso en la sociedad. Es esencial derribar tópicos, facilitar modelos en los que reflejarse e inspirarse, proporcionar nuevos roles independientemente de lo que diga o inculque la sociedad. Este equilibrio de género tiene que ser un compromiso de las propias instituciones, centros y equipos de investigación. Es fundamental integrar la perspectiva de género en la investigación”, concluye. 

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