El acto de entrega de la Almendra de Oro 2024 a la cooperativa Gas Barbastro estuvo precedido por una mesa redonda en la que se abordó la historia y la situación de algunas de las más emblemáticas cooperativas de nuestro entorno.
Desde Estadilla, acudió el gerente de la cooperativa del campo San Lorenzo, Alfonso Fumaz junto a Antonio Naval, gerente de la Cooperativa Agrícola de Barbastro (SCLAB) y Javier Román, de la Cooperativa de viticultores Somontano de Sobrarbe. Ellos acompañaron a Eduardo Puente, presidente de Gas Barbastro en una mesa que estuvo moderada por la directora de este semanario, Ruth Zamora.
Puente arrancó su exposición rememorando los inicios de Gas Barbastro. Comienzos vinculados a la cooperativa de viviendas. Estas obras supusieron la apertura del plano urbanístico de la ciudad y en su puesta en marcha desempeñaron un papel crucial tanto el Obispado, en la figura del prelado Jaime Flores como el Ayuntamiento. No obstante, una gestión económica confusa de la cooperativa desencadenó el corte en el suministro de gas. “Y los vecinos se sublevaron y decidieron coger las riendas y desvincular las cuentas del gas de las viviendas. Así, una situación problemática dio como resultado la única cooperativa de gas de España”, explicó.
Por concesión administrativa se les permitió operar en los barrios de San Fermín y San José, entonces en plena expansión. Además, se trataba de gas gasificado “algo que sólo existía en grandes ciudades. Poco a poco y con firmeza, se fueron dando nuevos pasos como la construcción de los depósitos junto al campo de fútbol. Una obra posible gracias a las aportaciones voluntarias de los socios. Dinero que ni conllevaba intereses, ni plazos de devolución. Así pudimos salir adelante, ser rentables y crecer”. En la actualidad, Gas Barbastro ofrece una amplia cartera de productos como electrodomésticos, seguros… y comunidad solar “que no fue a más por falta de ayudas públicas”. Y señaló para concluir que “cada año realizamos una comparativa del dinero que se ahorran nuestros socios y, en este último ejercicio, se estima en medio millón de euros”.
Cooperativas agrarias
En cuanto a las otras cooperativas, la cooperativa San Lorenzo, de Estadilla, puede presumir de ser la más antigua. De hecho, las actas fundacionales datan del 9 de enero de 1919. Nació como una sociedad de agricultores para ayudarse a reemplazar caballerías. “Cuando a una familia se le moría una mula o el animal que usaba para las tareas del campo el quebranto era tremendo. Muchos no disponían de recursos para poder comprar otra. De ahí nació esta cooperativa, para, entre varias familias apoyar al que necesitaba adquirir un animal de carga”, expuso Fumaz. Cien años más tarde pertenecen a esta cooperativa 253 socios de Naval, El Grado, Artasona, Estada, Estadilla, Azanuy, Calasanz y Peralta de la Sal.
En Barbastro, la Sociedad Cooperativa de Barbastro (SCLAB) también agrupa a labradores y, en sus inicios, correspondía a una cooperativa de segundo grado. Surgió por la necesidad de los agricultores de disponer de lugares de almacenaje. “Como no podían guardar sus cosechas su situación resultaba muy vulnerable. Debían vender al precio que el comprador les imponía. Ante esta circunstancia, desde el Obispado de Barbastro animaron a las minúsculas cooperativas de los pueblos del Somontano a agruparse. Ahí radica el germen de SCLAB”, explicó Antonio Naval, gerente. El 5 de agosto de 1960 es la fecha fundacional y cuenta con 363 socios.
Un relevante nexo entre los municipios de Pozán de Vero, Salas Altas y Salas Bajas lo encontramos en la cooperativa de viticultores Somontano de Sobrarbe. En estas localidades se sitúa el germen de esta entidad que cuenta con una trayectoria de 65 años. Germen de Bodega Pirineos y de la Denominación de Origen.
El debate también se centró en la asistencia a las asambleas. En un periodo histórico que se tacha de individualista, todas las entidades coincidieron en que si bien es cierto que la participación ha disminuido respecto a décadas anteriores, no es menos cierto que se debe «a que los asuntos marchan bien y no se enfrentan a graves problemas», asintieron. «En los momentos complicados… los socios acuden», insistió Puente. Y así lo refrendaron el resto de gerentes. «Si no vienen es porque confían en nuestra gestión», afirmó Fumaz. Y concluyó Puente jocoso: «A nosotros nos resultaría muy sencillo multiplicar la asistencia… bastaría con cortar el suministro de gas un par de días antes de la asamblea».
Presente y futuro
La fórmula cooperativista funciona. Su recorrido no ha acabado y ante todo, las cooperativas se encuentran en el territorio y no se marchan. Así lo manifestaron con claridad los cuatro invitados de El Cruzado. Asimismo, también insistieron en que el día a día actual de las cooperativas dista mucho de sus orígenes, pero que la finalidad social permanece inalterable. Eduardo Puente fundó esta opinión en los siguientes datos: “Existen en nuestro país 23.500 sociedades de este tipo con cerca de medio millón de trabajadores. Aunque en Europa observamos un modelo mucho más desarrollado que en España. Aquí encontramos más cooperativas en Andalucía, Navarra, País Vasco y Murcia”.
Tampoco se puede obviar que, en Aragón, las cooperativas se relacionan, principalmente, con el sector primario. No obstante, esta forma jurídica se adapta a todo tipo de actividad. Y Puente recordó la Academia Cerbuna de Barbastro como ejemplo de cooperativa de educación y añadió que, en la región de Murcia, más de 8.000 alumnos asisten a clases en centros que funcionan como cooperativas.
Antonio Naval afirmó que “para acortar la brecha social, este es el modelo porque cuenta con un cerebro económico y un corazón social”. En las cooperativas, el beneficio redunda en el socio y existe un porcentaje que se destina a la actividad propia de la entidad. Y en el caso de la agricultura, por ejemplo, en SCLAB, además de los servicios “invertimos en investigación e innovación. En ensayos que nos benefician a medio y largo plazo y, por ende, también influyen en la sociedad para bien. Como ejemplo, el desarrollo para fijar la variedad del tomate rosa de Barbastro o la creación de semillas certificadas”.
En cuanto a los de Estadilla, junto a su quehacer habitual, se encuentran inmersos en dar salida a los purines ya que cuentan con una gran cabaña ganadera en relación con las tierras de cultivo. Por tanto, van a instalar un sistema pionero de separación de sólido y líquido del estiércol. “Con ello reduciremos el contenido de nitrógeno y, por tanto, el alto índice de saturación que sufre ahora el municipio. También se obtendrá una fracción líquida apta para fertirriego y materia orgánica para compost”, afirmó Fumaz.
Los viticultores, a su vez, trabajan en un sistema de control de humedad y temperatura para evitar las plagas del mildiu y oidio y mejorar la aplicación de fitosanitarios.
“La agricultura se ha convertido en una actividad compleja, competitiva, llena de retos y las cooperativas ayudan ofreciendo servicios. Hoy en día, no se puede ir por libre”, aseguraron. Y reforzaron la necesidad de agruparse para hacer frente tanto a empresas integradoras como a multinacionales o mejorar la comercialización. “Cada momento cambia y debes adaptarte”, concluyó Román.
A pesar de que no dudaron en su proyección de futuro, también señalaron una señalada debilidad de las cooperativas españolas: su reducido tamaño. “Debemos unirnos y crecer en tamaño para afrontar mejor el futuro”, entonó Naval. Una idea que corroboró el resto. Como señaló Puente, el tamaño de nuestras cooperativas resulta casi insignificante en relación con sus homónimas europeas. Los desafíos del mundo actual “exigen competir con más volumen”, explicaron. En cuanto a los motivos que frenan las fusiones Naval y Fumaz indicaron dos: por un lado, los personalismos y, por otro, la falta de apoyo decidido por parte de la administración autonómica.
“Durante años hemos escuchado a diferentes consejeros de Agricultura hablar de la necesidad de uniones. Pero desde su administración no ofrecían suficientes apoyos. Opino que las ayudas directas no funcionan tal y como se ha visto hasta el momento». E insistió ya en el ágape y fuera de la mesa redonda: «Hace falta una discriminación positiva, unas ventajas fiscales reales para que los protagonismos se aparquen y se den las fusiones porque una fusión supone mucho dinero que no tenemos. Nosotros miramos con admiración cómo han surgido grandes cooperativas en otras zonas de este país”. Palabras que Fumaz, desde Estadilla, corroboró y cerró con un contundente: “Tenemos que crear el Guissona del Somontano”.