Un apretón de manos entre el líder chino y el líder francés puede cambiar el mercado de la alfalfa. Con esa gráfica afirmación respondió el presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, José Víctor Nogués, a una pregunta sobre las expectativas de la campaña de los extensivos, resumiendo así una realidad que golpea, y no solo, al sector primario. En el ajedrez geopolítico de la globalización, el tablero agrario se ha convertido en un campo de juego crítico. La globalización, con su flujo libre de bienes, servicios y capital, no deja de redefinir las reglas, presentando tanto oportunidades como desafíos monumentales para la Unión Europea.

Del mismo modo que se han abierto mercados antes inaccesibles, permitiendo a los agricultores de la UE exportar sus productos a todos los rincones del mundo, la competencia global presiona al sector primario europeo. La Unión se enfrenta al reto de equilibrar la necesidad de ser competitiva con la preservación de sus estándares de calidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental, un delicado desafío en el que la innovación tecnológica y la investigación resultarán fundamentales.

Lo vamos a ver esta próxima semana en Cultiva, una jornada que reunirá en Barbastro a mil agricultores y medio centenar de empresas de semillas, maquinaria 4.0, software y sanidad y nutrición vegetal. En algo más de siete hectáreas se expondrán los últimas tratamientos y herramientas de vanguardia, aliadas con el fortalecimiento de una agricultura sostenible que quiere aumentar la productividad sin comprometer el medio ambiente.

Cooperar es la clave, defendió Nogués, que apostó por alianzas comerciales para sobrevivir y dejó una pregunta abierta a toda la sociedad. En Europa, ¿queremos ser Europa producción o Europa de jardín? ¿Apostamos por productos kilómetro cero, de calidad, o por comprar barato? La elección encierra la respuesta al gran desafío de la globalización.