La Jornada Mundial de las Misiones viene cada año, penúltimo domingo de octubre, como buen despertador de la sensibilidad misionera de la Iglesia y de los que han sido bautizados en ella. “Toda la Iglesia se une en oración, nos ha dicho León XIV, especialmente por los misioneros y por la fecundidad de su labor apostólica”.
El lema de este año, ‘Misioneros de esperanza entre los pueblos’, aún es herencia del papa Francisco que escribió su último mensaje misionero para esta Jornada del DOMUND. En el Jubileo de la Esperanza, que él convocó para este año, sólo podía decirnos que la fe del misionero trasmite esperanza entre los pueblos. Tiene en su mensaje dos agradecimientos: uno para los generosos misioneros que están en los llamados países de misión, y otro para todos los bautizados, a quienes exhorta a participar activamente en la común misión evangelizadora. El papa Francisco dice que los cristianos están llamados a señalar y acercar a todos las realidades divinas y transcendentes como cumplimiento último de la esperanza de cada corazón. Los que anuncian la fe tienen que hacerlo desde la experiencia de su esperanza.
La Europa a la que pertenecemos debe mucho a la fe cristiana. Sus fundadores, bien llamados “padres de la Unión Europea”, fueron Schumann, Adenauer y De Gasperi que fundamentaron con claridad su visión de Europa en valores cristianos. De la fe cristiana han venido para Europa la democracia, la libertad, aceptar la común dignidad de todas las personas y el respeto a los derechos inalienables de cada uno. También el desarrollo de políticas sociales y el espíritu de solidaridad. Todo esto ha venido impulsado por una laboriosidad y energía que hunden sus raíces en el mensaje cristiano. Bien sabía de esto San Juan Pablo II, que en 1982, y en su viaje a Santiago de Compostela, dijo con claridad: “Europa, vuelve a tus raíces” como el mejor medio para que Europa recupere su identidad y su grandeza. Deseamos que el DOMUND de este año ayude a renovar la esperanza.