Hoy, lunes 27, se celebrará una eucaristía de acción de gracias en la Catedral, a las 11 horas, presidida por el obispo de Barbastro-Monzón, monseñor Ángel Pérez, en la cual actuará un coro formado por hermanas llegadas de otras casas.
El 11 de julio de 1925 se leía en la página 3 de El Cruzado Aragonés: “El jueves llegó a esta ciudad la Madre General de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados acompañada de su secretaria y de la superiora de la futura comunidad que ha de establecerse en Barbastro. Con objeto de gestionar la pronta instalación del nuevo asilo, que tanto bien ha de proporcionar a nuestros pobres ancianos futuros acogidos en dicho establecimiento”.
Así quedó escrito, por primera vez, la historia de este siglo de vida de las Hermanitas en Barbastro. La congregación la fundó el sacerdote Saturnino López Novoa en esta misma ciudad. Fue un 27 de enero de 1873, en la capilla del antiguo Seminario. Ahí se celebró la investidura del primer hábito de un grupo de once jóvenes. Entre ellas, Teresa de Jornet, futura santa. Ese día se escogió como fecha fundacional de la comunidad. Aunque la primera casa que abrieron se ubicó en Valencia.
El traslado en mayo a la ciudad levantina se debió a una petición recibida desde la Asociación Católica de Valencia quienes le demandaron a don Saturnino López Novoa la presencia de un grupo de mujeres para atender y cuidar a ancianos necesitados. Además, al tratarse de una población mayor se consideró que resultaba un lugar más indicado para ubicar la casa matriz de un proyecto que comenzaba a caminar.
En el momento de la fundación, López Novoa residía en Huesca. Pero la fundación se produjo en Barbastro. El motivo lo explica la hermana sor Monserrat Brescó: “Don Saturnino había ayudado a las Hermanitas de los Pobres de santa Juana Jugan a instalarse en Huesca y no creyó adecuado formalizar su fundación ahí, en un ámbito, el de atención a ancianos sin recursos, en la misma ciudad. De ahí que optara por Barbastro, donde había vivido y donde se le quería muchísimo por todas las obras buenas que había desarrollado”.
Efeméride
Hoy, lunes 27, celebran esta efeméride. A sor Aurora Gomero Roncal, superiora de esta pequeña comunidad le tocó, también, ser testigo de los 150 años de la fundación (en 2022) en la capital del Vero. “Vivimos ambos aniversarios con una gran alegría y muy agradecidas a la ciudad, por su acogida y cariño, y al señor obispo”. La madre recuerda: “Con el debido respeto a todos los residentes, nuestra misión es cuidar el cuerpo y el alma. Con cercanía, con cariño y que estos cuidados le ayuden a preguntarse por el más allá”. La orden es profundamente cristológica, esto es, Cristo en el centro en el cuidado de los ancianos.
Tras la santa misa, el historiador Luis Alfonso Arcarazo ofrecerá una charla en el Museo Diocesano, en la cual acercará la presencia de esta congregación en el Somontano. Una intervención que va más allá de los meros hechos objetivos, porque rezumará de las propias experiencias de Arcarazo. “En los años 60, junto a mi padre, visitábamos con asiduidad el asilo. Mi padre tocaba el acordeón y animaba a los residentes. Yo, junto a mis hermanos, les alegrábamos el rato, repartíamos caramelos… De aquella época recuerdo a bastantes ancianos, como Julieta Aguilar. Por ello, esta residencia está hondamente ligada a mi infancia, a mi juventud y a mi padre. Mi madre trabajaba, así que estas visitas siempre las realizábamos con mi padre en domingo. Recordar todo aquello me supone una honda satisfacción”.

Cien años de servicio
Tras la ceremonia de vestir los hábitos, en enero de 1873, en mayo se marchan a Valencia y comienza su expansión por España y por el mundo. Caber recordar que estas consagradas siguen utilizando el mismo hábito y diseño desde hace 150 años.
Cinco décadas más tarde desde la fundación, monjas de las Hermanitas visitan Barbastro en peregrinación. A raíz de ese viaje nace la idea de la conveniencia de impulsar un asilo en el lugar que las vio nacer. Pero la fundación aquí se topó con un silencio que no entendía la congregación. El visto bueno de Roma no llegaba. Tras conversaciones con el nuncio se supo que se debía a la existencia de la Casa Amparo, también dedicada a ancianos. Se solucionó exigiendo a las Hermanitas que no atendieran a los mayores de Barbastro, sino de otras poblaciones.
Una vez resulto este asunto, buscaron un edificio para establecerse. Eligieron Casa Pueyo, por aquel entonces Casino La Amistad. Propiedad de Pilar Latorre, la dueña lo cedió a cambio de misas por el sufragio de su alma. Sin embargo, los inquilinos no lo abandonaban. “Al final, en octubre de 1925 ya queda libre. Hasta aquí se habían trasladado dos hermanas que, mientras duró la disputa, se alojaban en las estancias del conserje del casino”, explica la hermana Montserrat Brescó. Luis Alfonso Arcarazo, historiador, comenta que el paso de estos edificios de casino a asilo o a hospital resultan bastante frecuentes en la época. “Sin embargo, debemos darnos cuenta de que la distribución de las estancias, con amplios salones, pasillos y espacios muertos no resultaba el más indicado, pero así sucedía con bastante normalidad”, añade.
La guerra civil
Y apenas diez años después, Barbastro se sume en la guerra civil. “Las seis hermanas, al ver por las ventanas cómo encerraban a los sacerdotes y religiosos en la cárcel que se había improvisado en los Escolapios, sentían terror”, relata la hermana Montserrat Brescó. “Dos de ellas dejaron la población junto a dos siervas de María”. Detenidas en Lérida, las fusilaron y sólo quedó una sierva viva, que fue testigo de todo esto. A las cuatro monjas que permanecían las encerraron. “Pero no sabemos el lugar exacto del cautiverio”, puntualiza Arcarazo. “Les insistían para que dijeran dónde guardaban los bienes tales como objetos litúrgicos”.
En este tiempo, los soldados sólo permitían la salida de una de ellas en los momentos puntuales de las comidas para que atendiera a los ancianos. Tras cuatro meses de cautiverio, las liberan y sólo una permaneció: sor Áudea Bastida. El resto del grupo viajó hasta Cataluña para pasar, a través de Francia, a la zona nacional. “A pesar de las extremas circunstancias el asilo no cerró nunca y siguió en marcha. Y, además, lleno de ancianos necesitados”, recalca Arcarazo.
Al finalizar la contienda, todo era ruina y destrucción y la documentación del asilo, perdida para siempre. No obstante, “Barbastro se volcó con las hermanitas y en medio de aquella miseria, cada uno aportó lo que pudo: un armonio, un Sagrado Corazón, mantas…”, señala Brescó.
En esta tarea de salir adelante colaboraron todos los que quisieron. El propio Ayuntamiento donó 3.000 pesetas para mantener el asilo en un inmueble que presentaba un estado casi ruinoso.
Teresa de Jornet, beata
El 14 de agosto de 1954, este periódico publica una nota con la necesidad de dotar al asilo con un nuevo lavadero.
Y el 25 de enero de 1958 queda impresa en estas páginas la primera información sobre la “Próxima beatificación de la Madre Teresa de Jesús Jornet e Ibars”. Y se recoge que “los dos milagros exigidos y aprobados para la beatificación de la venerable religiosa tuvieron lugar en la provincia de Córdoba, en localidades próximas a Puente Genil. La beatificación de la Madre Teresa se verificará en la Basílica Vaticana a últimos de abril o a primeros de mayo”.
El 10 de mayo de 1958, toda la portada de El Cruzado se dedica a este magnífico acontecimiento: la beatificación de la madre Teresa de Jornet por el Papa Pío XII. La delegación española la encabezó el ministro de Hacienda.
Tiempo de modernización
El día a día de la residencia transcurría haciendo frente a las necesidades y las demandas de los ancianos y de la sociedad.
De tal modo que el 11 de enero de 1969, y gracias a Operación pañuelo de Radio Juventud, entregaron a este asilo un “enorme lote de productos de alimentación, bebidas y turrones, además de una suma en metálico”. Es, en los años 60, cuando se ve la imperiosa necesidad de ampliar y reformar Casa Pueyo. De hecho, se derribaría en su totalidad.
El 18 de enero de 1969, es noticia que el Ministerio de la Gobernación destinó 50.000 pesetas con destino a la construcción de un nuevo pabellón para alojamiento de ancianos. Un nuevo espacio que correspondía a otros inmuebles colindantes de Casa Pueyo. Como señala Arcarazo, “a finales de los 60 se abre la etapa de las obras de modernización para instalar habitaciones más confortables y ganar funcionalidad en todas las áreas”.
El problema de la calefacción
Tras la puesta en marcha del nuevo asilo en octubre de 1971. Ese mismo mes, la superiora de aquella época, sor Victorina de San Francisco de Sales Alberdi, enviaba una carta a los hogares barbastrenses para resolver el acuciante problema de la calefacción. “Nuestros ancianos asilados pronto residirán, D.m., en el nuevo edificio. Este edificio ha sido posible gracias a donaciones y a la ayuda que las demás casas de la orden prestan a esta casa, la primera fundada en España y en el Mundo”. Y concluía: “¿Quiere usted participar en hacer posible este calor vital para quienes solo tienen años? Le anticipamos nuestro más profundo agradecimiento”.
Dentro de esta campaña para instalar un moderno sistema de calefacción, la ciudad respondió a la llamada, una vez más, y para ello se celebró una gala navideña (El Cruzado recoge hasta tres ediciones) en el Teatro Principal que recaudó, aquel año, 17.312 pesetas.
Aniversario
Las fechas señaladas de esta congregación han sido siempre bien celebradas en la ciudad. Tal y como se observa en la portada deEl Cruzado del 13 de enero de 1973, en la solemne consagración del nuevo templo de la casa de las Hermanitas de los Ancianos. Como el primero de los actos conmemorativos del centenario fundacional de la orden. A esta misa asistieron los prelados de Barbastro (Damián Iguacen), Huesca (Javier Osés), Lérida (Ramón Malla) y Jaca (Ángel Hidalgo). Así como la madre general, sor María de San Francisco Borraz. Y a la siguiente semana, el 27 se publicó la profesión de votos perpetuos de dos religiosas de esta congregación.
En septiembre (1-9-1973), la Dirección General de Política Interior aprueba una subvención de 4 millones de pesetas a esta residencia. Y en el año del centenario de la orden, el 17 de noviembre, la superiora sor Victorina Alberdi, contestaba a las preguntas de Ramón Martí en El Cruzado con motivo del centenario. “Estamos muy satisfechas. Han desfilado por Barbastro unas 400 religiosas de Perú, Puerto Rico, Cuba y Alemania entre otros países y la aprobación del proceso de canonización de la beata Teresa de Jornet es la mejor noticia que hemos podido tener en este centenario”.
En cuanto a los cuatro millones recibidos y a las instalaciones se refería sor Victorina: “No alcanza para terminarlo todo, pero sí darle un gran empujón”. El dinero que falte “lo esperamos obtener de las almas generosas. Confiamos mucho en la providencia”. Ese mismo año, en diciembre, se celebra la tercera gala navideña a beneficio de la residencia.
Nueva santa
La canonización de la cofundadora se celebró en la basílica de San Pedro del Vaticano el 27 de enero de 1974 con la asistencia de medio centenar de barbastrenses, entre ellos, miembros de la diócesis y la madre de la casa, sor Victorina Garcés. El papa recibió a la delegación española.
En un salto, el 27 de diciembre de 1997, las Hermanitas vuelven a ser noticia al cumplirse el centenario del nacimiento de su cofundadora, santa Teresa de Jornet. Y en 1998, el 7 de noviembre, comienza el proceso de canonización del venerable Saturnino López Novoa. Otra buena noticia llega en 2000, la reina Sofía honró a la congregación con la Cruz de Oro a la Solidaridad a propuesta de la Secretaría de Estado de Asuntos Sociales. A pesar de la satisfacción no se celebró. Según declaró la superiora “porque aquí la mayor alegría es la que vivimos cada día ayudando a los demás”. Como así sigue siendo.







