La figura de María de Nazaret sigue siendo hoy relevante en la vida de todo cristiano.
- Presencia activa y ejemplar de María en la vida de la Iglesia (San Pablo VI, Enc. Marialis Cultus n. 57; San Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, n. 1). Cristo resucitado continúa asociando a María a la obra redentora, como figura de una Iglesia que es complemento e instrumento suyo (Ef. 1, 23; Col. 1, 24).
- “Ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración del hombre” LG 65.
- Modelo de respuesta y entrega (LG 54.55.56): “oyente”, “fiel”, “orante”, “oferente”, “servicial”, “perfecta cristiana”, “espejo de alegría”…
- “Madre de todas las vocaciones”. Colabora a que cada cristiano, según su propia vocación, se configure cada día más con Cristo. “Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó a la obra del Salvador con la obediencia de la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia” (LG 61).
- Su presencia femenina crea un ambiente familiar, la voluntad de acogida, el amor y el respeto por la vida. Es presencia sacramental de los rasgos maternales de Dios. Es una realidad tan hondamente humana y santa que suscita en los creyentes las plegarias de la ternura, del dolor y de la esperanza” (Puebla 291).
- Modelo perfecto de la espiritualidad apostólica. Sigue actuando, al servicio de la obra de Jesús (LG 56.61.62.63, etc.). “Asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que, con la múltiple intercesión, continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna” (LG 62). “Primera evangelizadora”, “estrella de la primera y nueva evangelización” (Juan Pablo II).
- Fecundidad. (LG 62. 63; Marialis Cultus 57; Redemptoris Mater 21.24.38.40) “La Iglesia reconoce que la piedad hacia la Virgen María tiene una gran eficacia pastoral y constituye una fuerza renovadora de las costumbres cristianas” (Marialis Cultus, 57).