Pensamos que no tiene que ver con nosotros. Que si no comemos mandarinas de Valencia las comeremos de Sudáfrica. El consumidor final acoge las noticias del campo como en una neblina, como si esta realidad fuera intangible y lejana. Pero quizá estemos equivocados y nuestra existencia esté más ligada a la suerte del agricultor de lo que nos imaginamos.
Con las espadas en alto, organizaciones agrarias, partidos políticos, cooperativas agroganaderas y hasta gobiernos regionales se oponen en España a la nueva propuesta de la Política Agraria Común (PAC) que ha realizado la Comisión Europea. Una postura que va más allá de nuestra comunidad autónoma y que comparten en otras regiones y países afectados por este nuevo rumbo en Europa.
La nueva propuesta
Este tema, la PAC, habitualmente cargado de controversia, ha escalado un peldaño más en la polémica. Lo que ahora mismo se vislumbra en el horizonte significaría, según el sector, echar por tierra los principios que alumbraron la política agraria común y dinamitar el futuro de las explotaciones familiares. Así quedó patente en FERMA donde en una mesa redonda se sentaron a debatir los representantes de los sindicatos agrarios y el portavoz de Agricultura del Grupo Popular en el Congreso, Pedro Gallardo.
El diputado comentó que “esta propuesta supone un hachazo al campo y no respeta los objetivos con los que nació”. Desde sus inicios, el presupuesto destinado a agricultura ha ido descendiendo. Comenzó en 1962 con el fin de preservar la renta de los agricultores y garantizar la soberanía alimentaria. De ocupar el 60 % del presupuesto comunitario se quiere dejar en un 38 %. Suponen 300.000 millones de euros para toda la UE, un recorte de aproximadamente un 20 % respecto al período anterior (2021-2027) y una amenaza directa a la rentabilidad de las explotaciones, lo cual incide en el precio de los alimentos.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el gasto medio en comida en España en 2017 llegaba al 14’07 % (vivienda, 30’06 %); en 2023: 16’35 % (vivienda 31’79 %). Aunque Aragón destaca por que la inflación de los alimentos ha sido superior a la media y también ha crecido el gasto. De hecho, hemos pasado de ser los séptimos en gasto anual en comida en 2017 (1.755’12 euros), a los segundos en 2023 (2.415 euros al año).
“La PAC garantiza una cesta de la compra asequible y la subsistencia de los profesionales del sector”, aseguró Ramón Solanilla, presidente de Asaja en Aragón y natural de Sobrarbe. Para él, esta propuesta ha llevado “incertidumbre y preocupación porque no sabemos cómo afectará al día a día”. Tras la Segunda Guerra Mundial y el éxodo masivo del campo a la ciudad se creó la PAC sobre dos pilares. Por un lado, ayudas directas al agricultor y por otro, las ayudas al desarrollo rural.
¿Fin del modelo social?
En esta nueva etapa, la Comisión Europea aboga por que desaparezcan los fondos FEADER (Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural que es el instrumento de la Unión Europea para todos los programas de desarrollo rural) y se busca sustituirlos por una aportación única a cada país. “Pero si cada país decide a qué destinar este dinero no tiene por qué invertirse en su totalidad en el sector primario”, comentó.
Para José María Alcubierre, presidente de Uaga, monegrino y vecino de Almudévar, nos tenemos que preguntar a dónde nos abocaría este nuevo marco. Para ello, hizo hincapié en la pérdida de profesionales agrarios. Una sangría continua que amenaza el campo aragonés con una media de edad de 62’5 años. “Ahora somos 17.000, en un año se han perdido 400. Desde hace varios periodos ni la Unión Europea ni los estados aciertan en cómo poner el foco en el campo y en un modelo centrado en el agricultor y ganadero profesional y en favorecer el relevo generacional”.
Alcubierre llevó el debate a un futuro posible donde la actividad agraria esté controlada por grandes empresas financieras. “Con estas políticas no protegen el modelo social y profesional de todos aquellos que vivimos de nuestro trabajo. Cada vez nos vemos más constreñidos por la amenaza de las corporaciones. Estas no tienen ningún problema en comprar o alquilar terrenos o maquinaria y se mueven por otros intereses. Si esto se cumple, caminaremos hacia un medio rural muy diferente al que conocemos ahora. La apuesta debe ser clara y firme por las explotaciones familiares que somos quienes nos quedamos en el territorio y lo cuidamos”.
Pero esta sombra amenazante que cerca al modelo de pequeña explotación familiar y asentada en el medio rural no ha llegado de la nada. La situación geopolítica mundial y la tensión creciente con Rusia ha dado lugar a una nueva etapa en la política europea que ha afectado de lleno a la política comunitaria.
Un largo camino
José Manuel Roche, turolense de Lechago, presidente de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) y secretario de Relaciones Internacionales de esta organización, afirmó que ahora “las prioridades son otras debido a los conflictos y los acuerdos comerciales con terceros países”.
De todos modos, él, con amplia experiencia en Europa, manifestó su optimismo. “Creo que la situación se reconducirá, pero debemos estar vigilantes y atentos porque queda todavía un largo camino de negociaciones”. Expuso que el comisario de Agricultura, Christophe Hansen, luxemburgués, se está mostrando muy sensible y defiende, en numerosas ocasiones, las posturas de las organizaciones agrarias.
Según su criterio se debe trabajar para blindar el presupuesto y según su experiencia “siempre que se ha propuesto una reducción de este calibre nunca ha salido adelante”. Aunque sí apuesta porque la idea del fondo único para los países llegará a buen puerto. Él no cree que la seguridad alimentaria se encuentre en riesgo, “pero sí está en peligro el modelo de agricultura familiar”.
El consejero de Agricultura, Javier Rincón, que asistió a la apertura de FERMA también manifestó el total rechazo del Gobierno aragonés.
Javier Folch, moderador de la mesa, diputado por Huesca del Partido Popular y exdirigente de Asaja, reflexionó que “si la propuesta de la Comisión sigue adelante quién se va a incorporar a este sector, quién nos dará de comer mañana porque en los terceros países no se cumplen las exquisitas normas de trazabilidad de España”. Gallardo alegó que “no sobran agricultores, ni ganaderos y hay que apostar por el relevo. Además, de fomentar una fiscalidad acorde con el sector, pero el Congreso de los Diputados lo echó para atrás”.
A pesar de que el futuro quizá no se muestre muy propicio para el sector primario, sus profesionales seguirán en pie. «Ya no significaremos el 23 % de la población activa como hace décadas, pero tampoco queremos llegar al 0’5 % de otros países», indicó Alcubierre. Y en el mensaje que se deben lanzar para que no se venga abajo la autoestima de este grupo de profesionales, el de Uaga no olvidó que «esta es tierra de sequías y granizo y siempre se ha vuelto a sembrar después de un problema. Ahora lo llaman resiliencia, pero nosotros sabemos que la gente del campo es fuerte. Además de una profesión muy hermosa que te hace feliz. Porque superarte cada día resulta muy motivador».







