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Josan Montull Al levantar la vista
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La ola de calor

Josan Montull Al levantar la vista
21 junio 2022

Ya está aquí, ya la empezamos a sufrir… otra vez. Otra vez el verano Llega la ola de calor.
Todos se pertrechan y se afanan para protegerse de tan sofocante situación. La ventas de aparatos de aire acondicionado se disparan, la gente acude a las piscinas y se ponen a remojo durante muchas horas, en casa no faltan los refrescos. Los ventiladores y los abanicos se convertirán en compañeros inseparables; hasta las sombrillas y toldos se enseñorearán en las ciudades. Las gafas de sol, los protectores solares, las cremas, los trajes de baño, las gorras, sombreros, toallas y toda la parafernalia piscinera van a hacer acto de presencia en este tiempo de calentamiento global.

Los más pudientes preparan ya la huida. En las agencias de viajes no dan abasto. Hay quien se va a Méjico o a Cuba, otros buscan los espacios más fresquitos y se suben a los fiordos, a Dinamarca y a esos países en donde parece que siempre es invierno.

Y luego están los intercambios, que si la niña se me va a Irlanda a aprender el inglés, que si en Canadá hay un campus fantástico, que si en el sur de Francia hay intercambios universitarios en unas playas en las que los niños hacen surf y se ven unos cuerpos danone tremendos. En fin, que llega el verano, la ola de calor.

Y con este afán de huida, de hacer las maletas y de echar a correr, voy yo y preparando unas reflexiones que debo hacer en voz alta escribo la palabra interiorizar en mi ordenador y éste me subraya la palabrita de marras y me dice que no la reconoce, que interiorizar no debe existir, que, si quiero algo, la añada a la herramienta de ortografía.

Y, claro, me he cabreado. Y pienso que tal vez el ordenador no haga más que proyectar un reflejo de lo que muchos viven y nos quieren hacer creer: que vivir es huir, que solamente con dinero puedes combatir el calor y el tedio.

Me ha dado la sensación de que, más que el calor, nos asfixia el consumo.

Por eso me atrevo a proponer un verano alternativo, un verano que nos sirva para viajar hacia nosotros mismos y para interiorizar la historia que vamos viviendo.

Se me ocurren muchas cosas; leer (también algo intrascendente), ir al cine a ver alguna peli humana o alguna de aventuras, de las que nos hacen recordar los buenos ratos de la niñez. Propongo caminar, respirar, hacer excursiones, saborear algún bocata y una cervecita con los amiguetes.

Propongo ir a ver a algún enfermo para refrescarle el verano con la sonrisa. También propongo hacer algún cursillo que le ayude a trabajar mejor o simplemente a ser más persona.

Propongo la noche, la risa y la verbena; las tardes de siesta, el botijo y la sandía; las terrazas de los bares y las visitas a los pueblos.

Brindo los museos, los paisajes y las artes; los conciertos y el teatro. Y, esté usted donde esté, le propongo hablar con las personas y perder el tiempo contemplando el paisaje, la vida o la gente.
Si su vida está vinculada a la educación, le recomiendo que no desconecte del todo, acondicione el verano de tal manera que pueda estar en contacto con chavales; en los campamentos, travesías, convivencias, colonias o vaya usted a saber. Ni se le ocurra pensar por un momento que ser educador dura lo que dura el curso.

Y si usted pertenece a esa extraña ralea, entre los que me cuento, de hombres y mujeres que tienen fe, refrésquela también… y celebre la Eucaristía, y ventile su alma… y, de paso, como quien no quiere la cosa, lea algo que le ayude a dar razón de sus creencias y de su vida. Le propongo rezar, decirle a Dios cuánto le quiere o no decirle nada, limitándose a estar con él en la Iglesia o en ese monasterio tan hermoso que le dice tantas cosas.

Y no olvide dormir más y saborear cómo va pasando el tiempo cuando parece que no pasa nada…

Y así, cuando llegue septiembre y todos regresen al curro con un moreno de alucine y contando viajes de ensueño, vaya usted y les diga sonriendo que en verano ha interiorizado, que se ha ido de viaje al interior de sí mismo y ha descubierto unas vistas fascinantes y que ya les enseñará las fotos… Vaya, que de la ola de calor usted ni se ha enterado.

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