Alto Aragón

La indumentaria tradicional aragonesa pierde autenticidad

Los profesionales claman a la sociedad por la concordancia con la ropa de nuestros antepasados

Componentes del Grupo Tradiciones, entre ellos Sampietro y Solanas, en el pasacalles de estas fiestas. Foto: Cristina Lanau
Cristina Lanau Carpi Lanau Carpi
06 octubre 2025

Su propio nombre lo indica: indumentaria tradicional aragonesa. Esto es, la ropa que utilizaban nuestros antepasados en Aragón. No obstante, no todo vale. Y ahora, con el paso de los años, las telas, estampados y modas han cambiado y la palabra «tradicional» está perdiendo peso a la hora de vestirse de baturros. Un error que desvirtúa a la indumentaria aragonesa.

María Jesús Sampietro Cosculluela, modista de profesión, lleva, como ella misma dice «más de 47 años en el mundo de la indumentaria tradicional aragonesa». Por su parte, Blanca Solanas Aísa descubrió su amor por el folclore desde bien pequeña, cuando comenzó baile. Desde entonces, y poco a poco, ha ido aprendiendo más sobre el mundo de la indumentaria leyendo libros, asistiendo a charlas e incluso conociendo a los principales indumentaristas de la comunidad. 

María Jesús Sampietro Cosculluela. Foto: Cristina Lanau.

Sampietro forma parte del Grupo Tradiciones desde sus inicios, mientras que Solanas lo hace de la Asociación Folclórica del Somontano. Ambas se han convertido en «asesoras de moda» de las entidades de las que forman parte. «La indumentaria tradicional aragonesa son las raíces de las vestimentas de nuestros antepasados», explica Sampietro. Y Solanas puntualiza: «La que vestimos es la que pertenece a finales del año XIX o principios del XX». Y añade: «En Aragón éramos sobrios, sencillos y elegantes».

Blanca Solanas. Foto: Cristina Lanau.

El traje de faena

Dentro de la indumentaria tradicional existen dos tipos: la de faena y la de gala, también denominada de fiesta o de vestir. La primera la empleaban en su día a día y la segunda se utilizaba en los días grandes, como el de la fiesta del pueblo. 

El traje de faena se compone, ordenado de abajo a arriba, de las zapatillas de esparto, medias (normalmente hechas con hilos de algodón o de lana), calzones y enaguas (de algodón o lino), refajos (normalmente de algodón, pero también de tela de bayeta o incluso de hilo de media o ganchillo), la falda y el delantal (de algodón ambos). En la parte de arriba, la camisa (de algodón), el justillo (de paños o telas que fueran más gruesas) y el mantón (de merino, de indiana). 

“La enagua y el primer refajo era de color blanco y se colocaban para crear bulto, para engordar el cuerpo de la mujer. Además, en la enagua se ponía todo el interés posible, es la más decorada. Se hacía mucha puntilla de ganchillo, de bolillo…”, explica Sampietro. No obstante, en el segundo refajo ya se empiezan a encontrar otros colores (sobre todo rojo y amarillo) y trabajos como bordados u ondulinas. Respecto, a las faldas, solían ser de cuadros o rayas y de todos los colores posibles por aquel entonces, similares a los que se encontraba en la naturaleza. “Aquí se gastaban más dinero porque se trata de la pieza de abajo que se ve. Se confecciona de tal manera que engorde a la mujer, pero que no haga tripa”, especifica Sampietro.

Por último, en los delantales también se encontraba variedad de colores y de trabajos, “todos los que quisieran hacer”. Las camisas normalmente, de color blanco y con trabajos, pero el justillo y mantón ya mostraban más tintes. «Algunas incluso bordaban flores o adornos en los mantones», explica.

Por otro lado, el traje masculino se compone de lo siguiente: albarcas (para ir al campo) o zapatillas de esparto, media (de algodón o lana) y calcetín, marineta (un pantalón cuya zona de abajo se dejaba a la vista), calzones (de pana), camisa, chaleco (de pana), faja y cachirulo. «Las marinetas podían ser de rayas, cuadros y de colores oscuros», puntualiza Sampietro. No obstante, cuando vestían de gala, tanto la marineta como la camisa se pasaba al blanco. A su vez, añade que «los hombres vestían de colores más oscuros y de liso, sin apenas estampados». 

El traje de gala o de fiesta o de vestir

Las diferencias con respecto al traje de vestir se centran, sobre todo, en los zapatos, la falda, la camisa, y el mantón. También en los complementos. Aunque en algunos casos también existían modificaciones en el justillo y el delantal. Por lo que se mantiene la base del traje de faena, pero se modifican algunas de las prendas que quedan a la vista. A su vez, los colores «más bien tendían a oscuro», especifica Sampietro. Así, las faldas se confeccionaban con seda, lucían colores ligeramente más brillantes y «eran más bien lisas, es decir, sin estampado”. Por otro lado, «el delantal o se lo quitaban o lucían el más bonito, confeccionado con cariño para esa ocasión, para misa. A su vez, eran de un material que le decían crespón».

Asimismo, el mantón aumentaba de tamaño y se hacían en colores más oscuros, «solo las que se lo podían permitir, por supuesto». Lo mismo sucedía con los zapatos de fiesta y aquellos que podían, los lucían en vez de las alpargatas. También con los complementos, «que pasaban a ser de mayor tamaño, si el bolsillo lo permitía».

Por último, con este traje algunos optaban por una chambra, una camisa negra que se puede llevar por fuera. Y los hombres que se lo podían permitir, utilizaban una capa a modo de abrigo en los meses más fríos.

No obstante, solo unos pocos alcanzaban a costearse un traje de gala con tanto lujo de detalles. «Esta zona no disponía de mucho dinero porque principalmente se vivía de la agricultura. Por lo tanto, no tenían muchos trajes. Se estrenaba el nuevo el día grande de la fiesta y luego ese se destinaba solamente para los domingos. Y los más antiguos se usaban en el día a día», puntualiza Sampietro. 

Otra prenda que comparten ambos trajes es el mantón de paño o las toquillas, para abrigarse durante los meses más fríos. 

Principales errores

Respetar la indumentaria tradicional aragonesa no solo se centra en vestir con todas sus prendas, también en respetar la época, las telas, los colores, los accesorios y las formas. «Me da mucha pena ver la ofrenda del día de Pilar en Zaragoza. Para un grupo de personas que visten cumpliendo la tradición sin mezclar épocas o lugares, otros tantos las incumplen. Hacen mezclas porque les parece que queda más vistoso, pero se está perdiendo la base. A mí eso me duele», expresa Sampietro. Blanca coincide: «Debes tener claro de qué quieres ir y qué época y lugar quieres representar e ir acorde. Debes tener lógica», explica Solanas. 

Un error común en el que ambas coinciden: el uso de cancanes. Un objeto que no pertenece a la indumentaria tradicional aragonesa y que hace que, al andar, se cree un movimiento artificial. «Parecen campanas», coinciden ambas. En vez de eso, deben usar enaguas y refajos. Otro fallo en el que ambas se han fijado se centra en los colores demasiado llamativos. «Se están influenciando por Valencia; parecen falleras más que baturras. Una cosa es que luzcas el traje de Fraga, con sus bobines, pero ahora cada vez se ven más bobines. Y trajes con colores muy intensos o llamativos y con muchas flores, como las falleras», reflexiona Sampietro. 

También en el uso de accesorios en el pelo inadecuados, como los lazos, las flores o las peinetas exageradas. «Las flores y lazos en el pelo no existen. Solo peinetas, sin ser muy exageradas porque si no, nos pasamos a las andaluzas», expresa Sampietro. Y es que el pelo también conlleva etiqueta. «Raya en medio y todo el pelo hacia atrás, sin flequillos o nada en la cara. Una coleta baja, dos o tres trenzas y se mezclan entre sí creando un moño bajo. Luego una rejilla trasparente para atrapar bien el pelo y adornos sencillos», explica Solanas. 

Otro aspecto al que se le debe prestar atención es la colocación de las prendas. «Yo siempre digo que puedes tener pocas piezas, pero que si las colocas bien, puedes vestir bastante apropiada», reflexiona Solanas. Como ejemplo, señala que la camisa y el mantón deben llegar hasta el cuello, sin dejar casi piel a la vista. Por otro lado, Sampietro señala un error en la puesta del traje masculino: «Muchos se colocan la faja por debajo del chaleco y eso está mal. La faja se sitúa encima del chaleco para sujetar bien todo el traje», explica. También incide en la correcta colocación del mantón.

En Barbastro, alpargatas, mantones y accesorios

En la capital del Vero, solo quedan dos establecimientos que vendan prendas de la indumentaria tradicional aragonesa. Alpargatería Sallán, que este año cumplirá 105 años, continúan vendiendo alpargatas de jotero. Además, desde la talla 19 de niño hasta la 47 incluida. «Es artesanía de La Rioja, un producto de calidad», señala Ana Barón, del establecimiento. Además de alpargatas, también vende el zapato femenino para el traje de fiesta. «Muchas veces, y sobre todo abuelos y padres, regalan alpargatas para fechas señaladas como cumpleaños o Navidad», declara. 

Una declaración con la que coincide Isabel Noguero, del establecimiento Elyseba. Apasionada del folclore desde pequeña, comercializa mantones y pañuelos de cabeza para hombres (ambos de seda), complementos de indumentaria como pendientes, medallas, peinetas y postizos para moños y, próximamente, fajas. «Las joyas de nuestros antepasados se fabricaban en latón, un producto que actualmente vendo», especifica Noguero, quien coincide con Barón: «Vendo muchos artículos para regalos, sobre todo complementos como conjuntos de joyas». 

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