La inquietud y solidaridad de Carmen Castán le llevó a cruzar el Estrecho de Gibraltar donde comprobó de primera mano la realidad de los refugiados saharauis.

¿Cómo surgió este viaje? 

En el verano de 2019, acogimos a una niña saharaui con el programa ‘Vacaciones en paz’ gestionado por Alouda. Ese verano nos revolucionó la vida, fue una experiencia muy bonita y aprendimos mucho. La idea era que volviera los veranos siguientes, pero con la pandemia se quedó paralizado. No la habíamos vuelto a ver, pero tenía en mente poder viajar hasta el Sáhara y mis dos hermanas me animaron a hacerlo juntas. Como soy profesora también decidí hacer al centro partícipe de este viaje.

Durante 17 días movimos una campaña de recogida de material escolar, ropa y demás. La solidaridad desbordó nuestro colegio y recaudamos 600 kilos de material. En el avión solo pudimos llevar 100 y el resto se hará cargo el Ayuntamiento de Monzón con una empresa que se dedica a llevar cargamento hasta ahí. Estuvimos en Smara, uno de los campos de refugiados cerca de Tinduf. La niña que acogíamos vivía en Dajla, a unos 250 kilómetros. Su familia la dejó viajar para que estuviera con nosotros durante los seis días. 

¿Cómo fue la experiencia?

Es algo inolvidable. Pero, al volver a casa, es cuando empiezas a asumir que es un pueblo que vive de la esperanza. La realidad que viven es muy cruda. Ahí, en ningún momento te dejan lamentarte por su situación, es un pueblo muy generoso. Muchos de los niños de las familias saharauis han venido a España en algún momento de su vida. Ellos saben lo que podemos sentir cuando llegamos ahí por primera vez. Nos agasajaron con lo poco que tenían para que estuviéramos bien. Ahora ves las fotos y piensas lo desatendidos que están, es duro.

En ese sentido, ¿cree que nos hemos olvidado de los saharauis?

El pueblo saharaui, al igual que otros, es un pueblo abandonado por la comunidad internacional porque no tenemos dirigentes valientes y justos que antepongan las vidas humanas a los intereses económicos. El Sáhara Occidental, el territorio que les correspondería, tiene mucha riqueza en pesca y minerales y hay muchos intereses políticos.

España lo abandonó en 1975, Marruecos lo ocupó y se ha hecho dueño del territorio apoyado por Francia y EE.UU. Es un pueblo silenciado y lo único que te piden es que los extranjeros que ponemos pie en ese desierto seamos su voz. Ucrania ahora nos pilla más de cerca pero el pueblo saharaui lleva 46 años abandonado en el desierto. Pensaron que se iban por unos años, no para una vida entera. Es una injusticia. 

¿Qué hace falta para darles voz?

El pueblo saharaui vive exclusivamente de la ayuda internacional. Las familias que tenemos ese vínculo con los niños, les hacemos pedidos de comida extra como leche, huevos o atún, a través de una empresa. Necesitan de todo porque no tienen nada. Es un pueblo que vive de la esperanza porque están convencidos de que van a volver a su tierra. Hay generaciones que han crecido y morirán en los campos de refugiados. Nosotros sentiríamos odio pero ellos te hablan con la seguridad de que regresarán.  

¿Cómo son ahí las escuelas?

Repartimos el material en una escuela, después fuimos a una guardería a llevar juguetes y estuvimos en una escuela de educación especial. Es increíble como en aquel lugar, donde solo hay arena y piedras, han levantado ciudades con escuelas y ambulatorios. La ONG Acnur decía en 1975, cuando llegaron los primeros saharauis, que la alfabetización no superaba el 25% y a día de hoy es del 96%. Ahí estudian hasta 4º de la ESO. Muchos han hecho el bachillerato y la universidad en España y han vuelto a los campos de refugiados para ser los futuros médicos y profesores en su tierra natal. 

El Gobierno de España ha decidido apoyar el plan marroquí de autonomía para el Sáhara. ¿Cómo lo ve? 

Todos los que tenemos alguna vinculación emocional con el pueblo saharaui lo hemos vivido, primero,con incredulidad y, después, con enfado y rabia. Ahora estamos muy tristes por ellos porque sentimos que esta noticia es un jarro de agua fría para el pueblo saharaui. Ellos siguen vivos por residir y volver a su tierra. Ha tenido que ser un mazazo emocional importante. Ellos esperaban que habiendo tanto silencio todavía había esperanza. Pero tomar partido así sin consultar con nadie es muy injusto.