Tribuna
Manolo Garrido Al levantar la vista
Tribuna

Infodemia del tremendismo

Manolo Garrido Al levantar la vista
12 diciembre 2022

Rosa María Calaf (Barcelona, 1945), una de las periodistas más reconocidas, acaba de intervenir en el Congreso de Escritores de Gijón y ha hecho unas declaraciones que destacan dos cosas: la necesidad de la lectura reposada y la importancia del periodismo local.

Reciente aún el Día de las Librerías, la veterana Calaf lamenta que no se enseñe a leer y se queja de la presión por la brevedad y la inmediatez. Con la experiencia de quien ha vivido, viajado y contado tantas cosas, pide una lectura reposada y mantiene vigente el papel como el medio ideal para la reflexión y el análisis. Y al mismo tiempo reivindica y agradece la tecnología, que permite y está al servicio de un mejor contenido, sin que llegar más rápido suponga publicar cualquier cosa.

Comparto sus acentos en la calidad y la solvencia, objetivos que no se improvisan y requieren una cocina tranquila, sin las prisas que imponen las mediciones constantes de las cifras de audiencia. Calma y documentación para dar contexto e informaciones serias que tengan larga vigencia y no mueran a los pocos minutos. Y por parte de los lectores, es necesaria la lectura tranquila, el tiempo y la constancia que requieren un libro, un ensayo, un reportaje largo.

La histórica reportera de TVE sabe y acierta, porque habla de su vida sin peajes. Y, como decía al principio, también se refiere al periodismo local, al que califica como el más importante, porque todo empieza siendo local. Al mismo tiempo, cree que es el más difícil, porque es el que tiene que estar contando la realidad viviéndola desde dentro y sin poder marcharse, con las presiones que eso implica.

Conecto las reflexiones de Calaf y su defensa del periodismo local, que protagonizan los lectores, con la necesidad de “un periodismo constructivo”, en expresión de Alfredo Casares. Recuerda que a los informadores “nos entrenaron para denunciar, para fijarnos en lo que no funciona”, pero la sociedad quiere algo más, porque necesita “guías que le ayuden a entender la complejidad del presente y construir el futuro”.

Casares es citado por Carlos Yárnoz, Defensor del Lector de El País, que se refería el 27 de noviembre a la infodemia de tremendismo, es decir, a la hartura de que todas las noticias sean negativas.

Señalaba, y estoy de acuerdo, que “además de pandemias, guerras y crisis, que se deben contar, los lectores reclaman pistas y datos positivos que reflejen toda la actualidad; es decir, un periodismo más completo, más útil y menos catastrofista”.

Es buen momento para pensar en qué se cuenta y qué reclama la audiencia, que –en ocasiones como la que transmite Yárnoz– echa en falta noticias positivas. Noticias que pueden no vender pero que son reflejo de comportamientos destacables y ejemplares que merecen ser contados.

Hay tarea pendiente para la reflexión, porque es posible que esa adicción a las malas noticias haya sido fomentada por los propios informadores. Pero también es fomentada por el consumo fácil y rápido de una audiencia que a veces solo quiere desconectar y que le entretengan.

Suscríbete aquí a nuestra nueva newsletter

Más en Tribuna