Barbastro

Fernando Fredes: «He aprendido mucho a través de las redes sociales. Y, para mí, el huerto es como una terapia»

En el huerto dos y dos no son cuatro, afirma Fernando Fredes. Quien se vio empujado a la horticultura por el empeño de un amigo

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Fernando Fredes en su tienda de ultramarinos de Barbastro donde vende buena parte de su producción. Foto: L.G.
Lola Gª Casanova
26 septiembre 2022

El barbastrense Fernando Fredes ha pasado de un deporte a otro. Ha practicado judo, esquí, tenis, golf y ahora su gran afición se centra en el huerto. Un pasatiempo al que llegó con cierta edad y aunque todavía le dedica mucha energía, ya barrunta que en la cocina podría encontrar el siguiente paso.

Con usted no se ajusta la denominación de «hortelano de toda la vida».

En nuestra finca de regadío cultivábamos cereal, alfalfa y maíz. Y mi buen amigo Luis Olivera (presidente de la comunidad de Regantes nº1 del Cinca y de la cooperativa agrícola de Barbastro). Me sugirió que me pasara a la hortaliza. La idea que le rondaba por la cabeza era la producción propia para salvar intermediarios. «¿Cavar yo? ¡Jamás!», le contesté de inmediato. Él me tranquilizó respondiendo que no, que no nos agacharíamos para picar la tierra. Y así fue cómo comencé. Hace algo más de una década. Y desde el principio el suelo se cubrió de plástico.

¿Cómo fueron los inicios?

Lo pasamos muy bien, para ser sincero. El primer año compramos un barril de cerveza con Luis y al terminar la jornada nos bebíamos una caña.

Y no usa jada…

Poco, lo indispensable. Tengo la explotación muy mecanizada y utilizo toda la tecnología que está a mi alcance. Por ejemplo, hace unos años, por mediación de un conocido, se pusieron en contacto conmigo unos jóvenes de la Universidad Carlos III. Me propusieron una aplicación para controlar vía satélite la humedad de la huerta. Y aquí lo tengo registrado, en mi móvil en todo momento.

¿Cómo aprendió?

Me declaro un agricultor de internet. He aprendido mucho en las redes sociales. Otra fuente de información fundamental la he encontrado en la Universidad de Chile. Los chilenos se encuentran muy avanzados en temas de horticultura. Me da verdadera lástima que sus turbulencias políticas empañen sus logros, sus avances, como en el caso de la agricultura. Además, me enseñó un señor mayor. Por mi carácter he preguntado mucho y, al final, he hecho lo que me ha dado la gana.

Me ha comentado que le gusta hacer bien las cosas o, al menos, intentarlo.

Podríamos decir que mi forma de ser resulta un tanto obsesiva o perfeccionista, según quieras llamarlo. Si me meto en algo no me encuentro tranquilo si me quedo a medias. Por eso he ido cambiando de deporte. No por pereza, ni dejadez sino porque llega un momento en el que tu cuerpo ya no te acompaña. De ahí que haya practicado judo, tenis, esquí, golf… El cuerpo, pasados los 40, ya no estaba para tenis. Y vino el golf.

Casi por casualidad.

Vinieron unos amigos a la finca y me dejaron probar un pichi. A mí, la finca me gusta tenerla bien cuidada y empecé a darle. Aquello me gustó muchísimo y me interesé por este deporte. No me fue mal. Al cabo de los años, del golf pasé al huerto. Y cuando deje el huerto, creo que mi próximo destino será la cocina. No pienso dejar de cultivar por ahora… pero los años pasan y supongo que, al igual que ha ocurrido antes, llegará un momento en el que haya que retirarse.

Participó en el estudio del CITA para lograr una semilla homogénea del tomate rosa de Barbastro.

Aquella época estuvo llena de vitalidad e ilusión. Se trabajó con mucha dedicación. Se cogieron semillas de varios productores y tras los estudios, el CITA seleccionó la semilla 1001. Yo trabajo con esta todos los años. Una semilla certificada que compro en la cooperativa agrícola de Barbastro y de ahí procede mi plantero.

¿Qué mejoraría respecto al Tomate Rosa de Barbastro?

Se ha llegado lejos. Se han abierto mercados aunque creo que debería haber más cosecha, más cantidad. La demanda se mantiene y disponemos de un producto excelente. Pero en esta época hay que intentar incrementar las producciones. Eso sí, manteniendo siempre los estándares de calidad. Sin engañar a la gente, eso nunca.

También soy plenamente consciente de que el tomate exige mucha dedicación. Tenemos entre las manos un producto delicado que ofrece una textura y un sabor espectacular. Y que encierra muchas horas de trabajo: colocar las cañas, atar, podar, vigilar plagas… Eso hay que hacerlo todo a mano.

Este verano, ¿cómo le ha ido?

En la huerta dos y dos no son cuatro. En este caso mi producción de tomate rosa ha descendido en un 25% respecto a un año normal. Por ejemplo, la humedad debe situarse sobre el 65% para que cuaje la floración. En un año de extrema sequía todo se ha visto comprometido por el calor y la ausencia de precipitaciones. Mucho más si el cultivo se realiza en exterior, aunque no sea mi caso.
El calor ha afectado a todo. A mí, las patatas me han salido de un tamaño pequeño, casi ridículo. Pero con las cebollas, de 10.000, este año ninguna se ha troncado. El año pasado casi el 10 por ciento. Y lo hago todo igual. No tengo explicación. De ahí que dos y dos no sean cuatro.

¿Qué le aporta el huerto?

No me esperaba tanta satisfacción. Para mí resulta como una terapia. Trabajar al aire libre, en silencio. En muchas ocasiones trabajo de noche. Existen unos frontales magníficos que lo permiten. Podo, ato tomateras pasada la medianoche. Y después del trabajo me tiro a la piscina. Un lujo, ¿no? Igual debería haber comenzado antes con la huerta.

Su mayor satisfacción como hortelano…

Las cebollas dulces de Fuentes. Reconozco que los tomates rosa de gran tamaño resultan espectaculares, muy llamativos. Como regalo funcionan muy bien, quedan sensacional. Pero confieso que me siento muy orgulloso de las cebollas dulces de Fuentes. Viajo hasta la misma población de Fuentes para traerme la semilla y siempre son una fuente de alegría.

Desde el principio optó por el cultivo en ecológico.

Siempre lo he hecho de ese modo. Utilizo depredadores (animales) para controlar plagas. Uso abejorros para la polinización. La tierra de diatomea me ayuda a repeler los caracoles y mantenerlos a raya. No comprendo la obsesión por eliminar animales. Todos tienen su función. Y es posible hacerlo, porque yo lo consigo en una huerta con 4.000 plantas que, la verdad, no creo que sean tantas.

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