Cultura y ocio

José Mª Cabrero y José Antonio Adell: «Este libro no es sólo mío, sino un homenaje al cura rural»

José Antonio Adell recupera en Vivencias y amores de un cura de pueblo los 45 años de actividad del sacerdote José María Cabrero en las parroquias de la Sierra de Guara a caballo entre Somontano y Sobrarbe

Adell y Cabrero
El escritor Adell y el cura Cabrero han presentado con gran éxito este libro. L.G.
Lola Gª Casanova
23 agosto 2023

Entre los libros más vendidos de Aragón en estos últimos días luce el título de Vivencias y amores de un cura de pueblo. Escrito por José Antonio Adell recupera los 45 años de actividad del sacerdote José María Cabrero en las parroquias de la Sierra de Guara a caballo entre Somontano y Sobrarbe. Desde Alquézar, Radiquero o Colungo a Lecina, Sarsa de Surta, Almazorre… Ahora, el obispo de Huesca le ha encargado el cuidado pastoral de la parroquia de San Francisco en Huesca.

¿De quién parte la idea de editar un libro con su vida?

De Mariano Altemir, anterior alcalde de Alquézar. Él llevaba un montón de años diciéndolo y que había que hacerlo en vida, lo comentaba y yo le daba largas. Y así una y otra vez, hasta que llegó José Antonio Adell a presentar a Alquézar su novela La novia de Guara.

Y, ¿qué pasó?

Me propusieron hacerme cargo del proyecto. Yo nunca había escrito la vida de nadie y eso que oportunidades no me han faltado. Incluso más de una persona me ha pedido que le escribiese su historia. Pero eso no se ajusta a mi modo de trabajar. Pero con este libro pensé en una frase que me decía el obispo Alfonso Milián: “Haces mucho bien escribiendo”. Y me vino a la cabeza que más bien haría escribiendo la vida de un sacerdote. Soy creyente y mi fe me animó a decir que sí.

En mi caso –añade el cura Cabrero- pensé que con 80 años había llegado el momento.

-Para el libro Adell ha manejado hemeroteca, documentación y diez entrevistas, una por mes, de tres horas de duración cada una.

José Antonio venía muy preparado a las entrevistas e íbamos abordando diferentes temas. Además –incide Adella- el mosen es muy ordenado y contábamos con bastante material para apoyar el texto.

El cura Cabrero nació en Siétamo, entró en el Seminario con 11 años, se ordenó con 23. Además es biólogo, ha sido profesor y estudió en Roma.

Y he jugado mucho al fútbol, ¡no te olvides! En Roma me ordené y ahí coincidí con José María Ferrer dos años. También traté con el obispo Flores, una gran persona, muy cercano, porque cuando me hice cargo de la parroquia de Alquézar él era administrador apostólico de la diócesis de Huesca.

Y llega a Alquézar de rebote.
Hubo un sacerdote que le pidió al obispo Osés disponer de más tiempo para la oración y en este movimiento de sacerdotes diocesanos fui yo a Alquézar. Y ahí he estado 45 años con 21 iglesias que atender.

¿Qué impresión recuerda?

La gente vivía, no obstante, se habían perdido tradiciones, patrimonio… En mi época de Roma había visitado Asís y pensaba constantemente en Asís. Así que me dije, si restauras la ermita podrás recuperar las romerías e ir impulsando la vida de las parroquias y la vida social. El resumen: 28 tejados arreglados y 26 interiores. No lo he hecho yo solo, sino entre todos y antes de que comenzara la fiebre por recuperar.

La colaboración con los políticos la califica de excelente.

Hemos ido a una con Mariano Altemir, con muchos viajes juntos a pedir a un sitio y a otro para esta zona. Además, con apoyo también de Antonio Cosculluela y Marcelino Iglesias. Hemos tenido suerte. Una vez uno de ellos me dijo: “Gracias a sus iglesias llegamos a lugares que, de otra forma, no conoceríamos”. Todos hemos procurado el bien común y ha salido.

Además impulsó asociaciones en los pueblos y la cabalgata de Reyes.

La cabalgata de los Reyes Magos es mérito de las mujeres de Radiquero. Se lo debemos a ellas, por eso la comitiva sigue partiendo de Radiquero. Yo he estado para apoyar.

Hablan de usted como dinamizador cultural, me dijeron unas feligresas suyas de Colungo que  no juzga y nunca pone inconvenientes.

Esos elogios. La gente es magnífica. No tengo nada de extraordinario. Yo he aprendido mucho de ellos: trabajo, armonía, sacrificio, confianza. Yo tengo un dicho: “Hacer lo natural con normalidad y la normalidad con naturalidad”. También me gusta esta frase: Hay que imitar al sándalo que perfuma la mano de quien lo toca.

Cabrero –interviene Adell- cuenta con grandes habilidades sociales. Y es respetado por todos, creyentes y no creyentes.

Pero cuando uno llega a casa está solo. Si no está Dios por mucho que haga uno…

Hay que tener las ideas claras de cómo ser y para qué ser. A mí me ha ayudo mucho el Cristo de Lecina. Le profeso una gran devoción. En estos años observo cómo se han perdido las raíces cristianas de Europa y eso se nota cada día en nuestra sociedad.

¿Qué suceso le ha entristecido en estos 45 años?

Uno, cuando se derrumbó un edificio anexo a Dulcis y otro cuando cerré el Seminario antiguo de Huesca. Fui el último en vivir ahí y quien entregó las llaves.

Y, ¿con la gente?

No. Yo me sentido siempre muy a gusto con ellos. No debemos olvidar- puntualiza Adell- que cuenta con una plaza en Radiquero, Hijo Predilecto de Siétamo, premio Cruz del Sobrarbe y un sinfín de reconocimientos. En las presentaciones del libro, abarrotan el espacio. En Alquézar estuvimos más de una hora dedicando libros. Cualquiera que lo vea desde fuera lo calificaría de un fuera de serie. Y todo esto en vida.

Mosen, ¿qué opina del libro?

Me gusta el resultado. Me ha sacado según soy. Un cura natural que me he entregado tal y como soy. Este libro no es sólo la vida de José María Cabrero sino un homenaje a todos los curas rurales. Yo digo a la gente que hay que quedarse en los pueblos.

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