Tribuna
Ildefonso García Serena Al levantar la vista
Tribuna

¿Es tan inteligente el cerebro de silicio?

Ildefonso García Serena Al levantar la vista
04 diciembre 2023

La semana pasada sucedió algo muy extraño en Open AI, la empresa del CHATGPT 4. El consejo decidió despedir a Sam Altman, probablemente uno de los creadores más avanzados en la industria de la alta computación, alegando que les “ocultaba información”.

Pocos días más tarde, era readmitido y los que lo habían despedido abandonaron sus sillas. Los chismorreos apuntan a que el CEO se habría desviado de los objetivos iniciales y pretendía acelerar la expansión en lugar de controlar los potenciales peligros de la nueva tecnología de los que se viene advirtiendo, empezando por los propios creadores del sistema.

Y Sam Altman había sido uno de los que se había manifestado en favor de caminar despacio con esta herramienta, hasta el punto que en sus estatutos se pretendía pisar el freno y no el acelerador. Probablemente el conductor ha comprendido ahora que tiene que aumentar la velocidad de su carruaje si no quiere que en un año le adelanten los competidores.

En mi opinión, la tecnología va más deprisa y la pregunta es si los gobiernos están controlando el proceso y tienen la voluntad y los recursos para hacerlo. Hasta hace semanas no supe mucho de las posibilidades de la IA en cuanto a la creatividad y la invención en la técnica y el arte, vinculada esta hipótesis a saber si la herramienta puede entender las emociones humanas y reproducirlas. Si así fuera, no estaríamos ante la máquina más sofisticada de la Historia, sino en un mundo nuevo.

Un experimento en CHATGPT

Preocupado, ideé un experimento con mi CHATGPT instalado en mi teléfono, que ofrezco hoy en primicia. Sometí un conocido spot publicitario de un automóvil circulando por una carretera donde que se ve como el conductor saca la mano por la ventanilla, y el aire que viene de frente la mueve con una suave oscilación, mientras una voz en off dice: «¿Te gusta conducir?».

Este spot está basado en las emociones, donde solo los que hayan conducido un automóvil pueden “decodificar” exactamente el significado de las imágenes. La respuesta de la IA me dejó literalmente helado. Fue esta: “El anuncio busca trasmitir una sensación de libertad y disfrute de conducir y también de conexión con la Naturaleza…”. Yo no lo hubiera explicado mejor. No esperaba esta capacidad de entender una emoción, encriptada en las imágenes.

Repetí mi experimento con otro anuncio real de TV, pero absolutamente desconocido –de esos que se quedan en el cajón– por si el anterior del automóvil hubiera sido analizado y comentado antes. Y el resultado fue el mismo. Lo comprendió perfectamente.

Contra lo que se ha escrito hasta hace muy poco, en el sentido de que la IA no entendería nunca las emociones, mis experimentos dicen lo contrario. ¿Quiere decir eso que la IA podrá hacer, entre otras muchas cosas, novelas, películas y anuncios? También lo ensayé, creando un sencillo briefing para anunciar una crema de chocolate vitaminada. El primer anuncio creado por el del CHAT no fue tan brillante, pero el tercero funcionaba bastante.

Previendo que la capacidad del cerebro de silicio aumentará exponencialmente y aun convencido de que jamás podrá sentir las emociones, pero si entenderlas, nuestras vidas van hacia una dimensión desconocida. Aún estamos a tiempo de que sea para bien.

Suscríbete aquí a nuestra nueva newsletter

Más en Tribuna