Barbastro

Vanesa Cereza: «En los hábitos de vida saludable se debe incluir el bienestar emocional»

Psicóloga de profesión, Cereza da algunas pistas sobre hábitos saludables en el bienestar emocional de adultos y en grupos más vulnerables, como los niños y adolescentes

Vanesa Cereza en su consulta, en Barbastro. Foto: Ruth Zamora
Ruth Zamora
19 noviembre 2025

Vanesa Cereza dispone de una consulta de psicología en Barbastro. Con ella repasamos en qué consiste su labor y cómo ha evolucionado el cuidado de la salud mental.

Para muchas generaciones, ir al psicólogo ha sido un tema tabú. ¿Ha cambiado esta percepción?

Sí, afortunadamente, acudir a terapia se ha normalizado. Se le da más visibilidad a nuestro trabajo, lo que ha hecho que bajen esos prejuicios. Nuestra salud mental es tan importante como la física.

¿Qué circunstancias se deben dar para que uno piense en acudir a consulta?

En general, cuando empezamos a sentir insatisfacción con ciertas situaciones vitales: falta de sueño o energía, con sentimientos de tristeza o ansiedad. Esta constituye una alerta física sobre la necesidad de alguien que nos oriente, que nos ayude a gestionar algo que no se sabe cómo manejar. Un psicólogo puede darnos herramientas.

Con el poder de la palabra, se viene a la consulta a hablar.

Sí. Pero se incluyen otros aspectos. Hablamos de procesos terapéuticas o intervenciones más específicas y especializadas.

¿Se encuentran desbordados?  

Existe más auge a nivel de demanda de salud mental. Sobre todo desde la pandemia, se busca cuidar más la parte psicológica. Eso es muy bueno, pues se trata de que la población adquiera mayores niveles de bienestar emocional, a la par que el físico. En los hábitos de vida saludable se debe introducir el aspecto de salud mental.

Ha citado hábitos saludables, ¿cuáles conformarían la parte de salud mental?

Partimos del descanso y de una buena gestión de nuestro tiempo. También mantener una buena relación con nosotros mismos, en un trabajo propio de autoestima y una buena relación para con los demás.

¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías, pantallas, redes sociales para mantener unos buenos hábitos saludables?

Aunque resulta inevitable el uso de las redes sociales y de esas tecnologías, preocupa la premura con la que se empiezan a utilizar. Y esto desemboca en una problemática de autoestima y de relaciones sociales cada vez mayor en niños y adolescentes.

¿Dónde se encontraría el límite, en la familia y en la escuela, para el uso de pantallas?

Se trata de hacer un uso horario bastante, bastante controlado. Lo ideal, ningún uso entre semana. Y el fin de semana, con mucho control, a razón de media horita diaria. Difícil, pero se tendría que trabajar en ello. Y de 0 a 3 años y, prácticamente de 3 a 6, nulo el contacto con estimulación a través de pantallas.

Generamos cerebros adictos al estímulo continuo. Por eso se debe evitar ese contacto con pantallas. Y ya en la adolescencia, un uso sensato. Para los papás, que tengan un control lo más exhaustivo posible de las aplicaciones que utilizan, de las redes sociales en las que interactúan… y en un tiempo de uso esencial…

Los padres como ejemplo, los primeros que deben controlar el tiempo de uso de pantallas.

Claro. Los ratos en familia, comidas, cenas, tardes de fin de semana, tratemos de que no observen que están todo el tiempo con la pantalla. Los menores aprenden por vicarización, observando.

Las redes sociales provocan altos niveles de autoexigencia en adolescentes, ¿cómo se trabaja este tema? 

Se debe aterrizar en la realidad. Se precisa mucha psicoeducación en adolescentes y preadolescentes; no todo lo que ven es real. Esas personas que salen en redes sociales se encuentran en un escaparate, enseñan lo mejor y no es su día a día. Los influencers venden una imagen distorsionada y es fácil que los adolescentes crean que son un estándar idealizado. Esa autoexigencia se vuelve física y en cosas materiales que tienen que tener o en metas a las que llegar, tipo de relación que deben mantener…

Buscamos estar mejor emocionalmente, pero llevamos años con mensajes tipo “tú puedes estar bien, si lo deseas llegarás”. 

Hay que desmitificar ese tipo de mensajes, porque no siempre podemos, no siempre podemos con todo, no siempre podemos estar bien, no siempre todo nos va a salir si hacemos a, b y c. Es decir, necesitamos normalizar emociones negativas, frustrarnos y enseñar a nuestros menores a que se frustren.  

¿Se aceptan mejor las emociones negativas?

Evidentemente. La tristeza consiste en un estado emocional válido, adaptativo, que cumple funciones, igual que el enfado o la vergüenza. Las tildamos de negativas, pero son simplemente emociones, que generan diversos estados de ánimo y que no debemos soterrar ni dejar de mostrar. 

¿Algún consejo para nuestros lectores?

Importante el autocuidado, el saber identificar cuándo uno está bien o no tan bien, aceptarlo, validarlo. Y aunque resulta lo más difícil, cuando necesite más ayuda, que sea capaz de pedirla y buscarla.

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