En muchas estanterías de los hogares barbastrenses ocupa lugar la Historia de Barbastro, de Saturnino López Novoa, que este sacerdote de Sigüenza, Guadalajara, escribió en el siglo XIX. López Novoa pasó la gran parte de su vida entre Barbastro y Huesca. En ambos lugares su huella ha permanecido. Sor Montserrat Brescó ha trabajado en museizar la casa en la que vivió el sacerdote en la plaza Lizana de Huesca y que se puede visitar.
¿Por qué llega hasta Barbastro el venerable López Novoa?
Su vida va muy ligada a la de su tío don Basilio Gil. Quedó huérfano a los cinco años de madre y su padre se casó en segundas nupcias. Pero el niño quedó al cuidado de su tía materna, la madre de Basilio Gil. Así que fueron como hermanos durante toda la vida y ambos sintieron la llamada al sacerdocio. A Basilio Gil lo nombran deán de la catedral de Barbastro en mayo de 1853. Aquí el Seminario diocesano tenía suspendidas sus actividades desde 1836 y el obispo Fort y Puig confió a don Basilio su reapertura. Ante la dificultad de encontrar un equipo de superiores y profesores don Basilio sugirió al obispo llamar a su sobrino. Y, desde entonces, quedan ligados. Y en abril de 1862, cuando a Basilio lo nombran obispo de Huesca, Saturnino marchará con él.
Estos años en Barbastro fueron muy fecundos. Era un hombre incansable. Además, su primera misa solemne la celebró en El Pueyo y siempre le tuvo una gran devoción.
Fueron unos años muy prolíficos. ¿Qué hizo?
Desempeñó una labor extraordinaria. Por ejemplo, a él se le debe la puesta en marcha del Boletín Oficial de la Diócesis. El 31 de diciembre de 1857 tomó posesión como canónigo y capellán mayor de la Catedral, por lo que quedaba incardinado en esta diócesis.
Fundó en Barbastro la Conferencia de San Vicente de Paúl de Señoras siendo él su director espiritual y costeando los gastos. Y, un tema que me parece particularmente reseñable. Cuando se da cuenta de que esta diócesis de Barbastro puede desaparecer él recoge un sinfín de datos e información de los municipios (fiestas, número de vecinos, costumbres…). Esta obra ayudó a conservarla y le valió un puesto en la Academia de la Historia. Su tío Basilio fue administrador apostólico de esta diócesis, y le seguirá otro administrador. La sede episcopal permaneció vacante bastantes años.
Y su predilección por los pobres.
Siempre se preocupó mucho por ellos y fue pionero de muchas obras sociales y apostólicas. Como era tan bueno recibía muchas donaciones porque la gente confiaba en él. Pero no fue hasta años después, ya en Huesca, cuando vio clara la idea de la congregación.
¿Cómo llegaron a conocerse?
Teresa, de Aitona, acompañó a su madre a los baños de Estadilla. Ella se encontraba en un compás de espera. Había sido novicia clarisa, pero una pústula maligna la obligó a dejar la clausura. Su tío, el sacerdote Francisco Palau, había fundado las carmelitas misioneras teresianas y ella estaba pensando unirse a ellas. Durante su estancia en el Somontano escucha misa en la catedral y el sacerdote le comenta la idea de don Saturnino. A partir de ahí mantienen una relación epistolar.
En el monasterio de Montserrat se puede ver una escultura del sacerdote.
Ahí están todos los santos catalanes así que una de López Novoa no estaba tan claro… Lo pedimos con humildad y no hubo inconveniente. Ahora la gente lo ve y pregunta, sabe quién es.
Otra estatua en Huesca además de su Casa Museo.
No se ama lo que no se conoce. En Huesca comenzamos poco a poco, con una placa en su asiento de la catedral. Se disponía de mucho material, de libros, de escritos, objetos… y de su incansable labor. En Barbastro sé que da nombre a una plaza, pero nada más. Me gustaría que se divulgara y una escultura sería un buen inicio. El molde ya lo tenemos.
En los 150 años de congregación, ¿han cambiado sus normas?
La vida en común con las hermanas y los momentos de oración permanecen igual. Lo nuestro es ver a Cristo en los ancianos y cuidarlos en cuerpo y alma.
El hábito también se mantiene y, debo confesar, que resulta muy cómodo y práctico.
Ustedes confían mucho en la providencia divina.
La fundadora dijo: «A más pobres, más bienhechores». Hay que confiar. De hecho, don Saturnino, que se encuentra en proceso de canonización, otorga muchas gracias. A ver si llega el esperado milagro para que pueda llegar a santo.






