El Niño Jesús del Monasterio de El Pueyo viste de baturro gracias a un traje aragonés confeccionado por varias mujeres del Grupo Tradiciones. El trabajo, hecho a medida, lo han realizado María Jesús Sampietro, Ana Pano, Mari Luz Espuña y Fina Donaire, componentes del grupo.
Aprovechando la entrega del aguinaldo que cada Navidad hace la asociación Amigos del Pueyo a los monjes, se ha entregado a la figura esta vestimenta tradicional, a petición del Padre Pablo di Cesare. «Cuando me lo propusieron dije que era imposible tenerlo para esta Navidad porque lleva mucho trabajo. Pero me dieron al Niño Jesús para tenerlo en mi casa y gracias al trabajo de mis tres compañeros nos dedicamos a él íntegramente», comenta Sampietro.

Confeccionar la camisa, el calzón, las zapatillas, las medias o la marineta no era hacer un simple esquema. «El asunto es que este Niño Jesús no es simétrico. Incluía una dificultad total. La distancia entre las manos medía más que la de la espalda. Luego tiene una pierna recogida y la otra más estirada. Le dimos muchas vueltas a la cabeza», recuerda la componente del Grupo Tradiciones. Hasta dos meses le han dedicado para confeccionar todas las medidas «porque no había ninguna referencia».
El trabajo de vestir al Niño Jesús
«Hemos hecho costuras por detrás y la camisa a vainica. Los botones están hechos con hilo. Con el chaleco tuvimos que hacer la misma faena que con la camisa. Al final lo conseguimos porque creo que el Niño Jesús de El Pueyo nos ayudó», explica riéndose Sampietro. El trabajo para vestirlo «fueron unas tres horas» y confeccionarlo «dos meses: unas quince horas cada semana». Sin contar el tiempo que Sampietro dedicó a tomar medidas.

«Entre cuatro mujeres lo vestimos. Dos lo tenían que coger porque había problemas con el peso del propio cuerpo, y una por detrás cosía. Estábamos en una posición malísima y a pulso. Nos íbamos turnando. Pasamos a hacer la faja que me las inventé para buscar unas betas y unirla a un punto especial, pero ha quedado precioso. El cachirulo es de una señora que tenia dos o tres pañuelos que venía perfecta. Las zapatillas la que no era larga le venía bien de estrecha y la que le venía mal de estrecha, bien de larga», subraya.
Por último, indica Sampietro que para ella «ha sido una satisfacción muy grande» a pesar de la tensión que pasó «porque se fuera a romper». Asegura que le «da mucha pena» que el Niño Jesús se fuera de su casa. «Sé que ahí lo van a cuidar mejor. En mi trabajo profesional de modista he hecho de todo, pero este encargo ha sido como la cumbre de mi trabajo», señala.