En una tarde de domingo en Barbastro, con el eco de otros eventos deportivos resonando en el aire, el Letra Corpórea UBB volvía a la cancha para medirse al Olivar en las semifinales de los playoffs de ascenso. El club barbastrense tenía una cuenta pendiente consigo mismo y quería evitar volver a tropezar en el primer partido de la serie. En el pabellón Ángel Orús, entre bombos, nervios y gradas que poco a poco se iban poblando, se disputó el primer asalto de una serie al mejor de tres. El marcador final, 72-70, solo fue el último dato de un nuevo, e intenso, partido.
El Letra Corpórea regresaba al parqué tras una eliminatoria histórica contra el Peñas Sorigué. Volvían a jugar en casa, con la posibilidad de comenzar estas semifinales ante su gente, en un pabellón que ya sabía lo que era sostener la tensión hasta el último segundo. Sin importar que otro gran evento acaparase la atención mediática, los fieles seguidores del club estuvieron presentes, listos para dar su voz en cada jugada.
Comenzó el partido. El árbitro echó el balón al aire y El Olivar salió con fuerza, abriendo una pequeña brecha en el marcador: 04-07. Los nervios volvieron a asomar en los locales, que se precipitaron y dejaron huecos. Un triple visitante colocó el 6-10, y la sombra de los errores pasados apareció como una figura conocida. Pero antes de que ese nerviosismo se convirtiese en grieta, el Letra Corpórea encontró una reacción. Punto a punto, recuperaron terreno y se pusieron por delante: 11-10. El primer obstáculo estaba superado.
Los bombos comenzaron a resonar con más fuerza, marcando el pulso del pabellón, como si el corazón del Ángel Orús latiese al ritmo del juego. Miguel Aso logró un triple que cerró el primer cuarto con un 16-14. Enfrente, entre los jugadores de El Olivar, se encontraba Alejandro Vigil, un nombre conocido en Barbastro, formado en la cantera local, que volvía a pisar esta pista, aunque esta vez desde el otro lado.
El segundo cuarto comenzó con Rafa anotando para el 18-16. A partir de ese momento, el Letra Corpórea aprovechó una desconexión de su rival y se escapó hasta un 21-16. El Olivar no tardó en frenar esa sangría de puntos antes de que fuese irremediable. El partido era una balanza, y cada jugada movía el eje. Un triple visitante ajustó de nuevo las cuentas al 22-19. Cuando el marcador parecía volver a estrecharse, apareció Thiago Sartor con un tapón que detuvo a tiempo el avance del rival.
Jeremiah tuvo varias oportunidades de entrada, pero no consiguió definir. La tensión crecía y El Olivar se acercó hasta el 26-25. Un nuevo triple, esta vez de Martín, del Olivar, cerró el segundo tiempo con un empate a 30. Con la mitad del partido disputado, no había nada escrito. Todo seguía abierto.
Comienza el tercer tiempo
El tercer tiempo empezó con un nuevo golpe del Olivar: otro triple que puso el 30-33. La respuesta fue inmediata, con triples de Rubio y Martínez. El intercambio fue constante, pero las estadísticas favorecían al Letra Corpórea. Rubio tomó protagonismo con una entrada y un triple que devolvieron la ventaja a los locales: 45-43. La grada respondió con más fuerza, cantando «¡UBB!» en un grito coral que se hacía más necesario con cada jugada. Un nuevo triple de Killian colocó el empate a 53 al finalizar el tercer cuarto. Quedaban diez minutos y nadie tenía margen para respirar.
En el último cuarto, Jeremiah encontró la redención. Tras fallos anteriores, esta vez anotó de entrada para el 57-53. El Olivar no había dicho su última palabra y se colocó 59-62. Cuando más falta hacía, el Letra Corpórea encontró una vez más la manera de reaccionar. Cinco minutos por delante y el marcador era 64-62. En las gradas, la voz del speaker se unió al aliento de los aficionados, marcando el ritmo de la recta final.
Quince segundos restaban y el partido se encontraba igualado a 70. Ramiro, de El Olivar, tuvo dos tiros libres. Encestó el primero. El segundo lo falló. Una pitada ensordecedora lo acompañó en ese lanzamiento. Aquel error dejó el partido vivo. Y entonces, llegó el momento de Thiago Sartor. Con el marcador empatado y dos tiros libres por lanzar, cada segundo se convirtió en una eternidad. El jugador argentino lanzó el primero. Dentro. Repitió. Dentro. 72-70. El pabellón explotó.
El pitido final confirmó la victoria del Letra Corpórea. No fue solo un triunfo en el marcador, sino el resarcimiento y el aprendizaje del primero tropiezo de la primera serie. Con esta victoria, el equipo viajará a Zaragoza para disputar el segundo encuentro.