La relación de Felipe Salinas con los pregones es un ir y venir que pocos años lo ha dejado tranquilo. Comenzó escribiéndolos en bajoribagorzano para Fonz y luego, se lo pidieron en Barbastro. «Cuando a Luis Montes le dio el achuchón conversamos con Antonio Cosculluela, por entonces alcalde, y me comprometí a tomar ese testigo si era necesario. Así que mientras leía la prensa a diario, y también El Cruzado, iba tomando notas de los acontecimientos más destacados. Por fortuna, Luis se recuperaba bien».
Pero Salinas decidió que iba a seguir con los apuntes. Y de esta manera, cuando la actual concejal de Festejos, Lorena Espiérrez le comunicó que se necesitaba un nuevo autor para el pregón «ya tenía hecho parte del trabajo. Aunque el próximo año, si tengo ocasión, espero que salga mejor». Para él, el texto que va a pregonar no debe ser excesivamente largo «porque la gente está por la fiesta». Incluir temas sociales, deportivos y culturales e invitar a la gente a participar. «Política, algo, pero sin hacer crítica, porque para eso están los partidos. Ante todo el pregonero actúa como un notario, dando fe de lo acontecido». Para él, un tema imprescindible es la sonoridad. «Cuidar las rimas con esmero, que suene, puesto que se escribe para ser escuchado».
Se puede hablar del curioso caso de Felipe Salinas y el pasacalles ya que él, en escasas ocasiones, lo ha podido ver. Durante dos décadas tomaba vacaciones coincidiendo con esos días. «Recuerdo el primer año que lo vi, desde mi casa, y pensé: qué bien se ve desde aquí. Pero el destino no quiso que repitiera, pues al año siguiente me pidieron que recitara el pregón a lomos del burro». Así que en un abrir y cerrar de ojos se vio como protagonista de la fiesta. «Me gusta continuar la tradición que iniciaron los hermanos Torrente en 1943. Yo me involucré rápido. Tienes que sentir que te llena, disfrutarlo en plenitud si no, no conseguirás ilusionar a los demás».
A pesar de no participar como espectador de la cabagalta, palpa sin lugar a dudas la pulsión y el ánimo del público. «Se nota dónde hay más ambiente y dónde te reciben mejor. Alguno, hasta te pide fotos con los niños pequeños. Pregonar sobre el burro pertenece a una tradición y se agradece que todavía perdure alguna».
En cuanto a este acto lamenta la escasez de carrozas. «Sé, por experiencia que una carroza digna cuesta dinero, pero de alguna forma habría que potenciarlas y aunar imaginación y presupuesto. Animo también a que la gente no sea tan comodona y se involucre». Por último, agradece el acto de presentación de Damas «porque se resalta el pregón y se escucha, dándole un marco y un espacio acorde».