Según datos del Gobierno de Aragón de 2023, en la zona básica de salud de Barbastro, por cada mil hombres, 63,765 padecen depresión y por cada mil mujeres, 149,017 la sufren. Aunque a priori en Barbastro la sufren más mujeres, si comparamos los datos con el resto de zonas de salud de nuestro entorno, la tasa de depresión en hombres se encuentra muy por encima.
Este dato alarmó al Consejo de Salud de Barbastro y lo motivó a crear la jornada Tu salud mental importa. «Aún estando muy por debajo de la tasa en mujeres, que siempre ha sido así, nos llamó la atención el aumento considerable en la zona de salud de Barbastro. Por eso tomamos la decisión de hacer algo que llegara a todos los públicos», explican desde la entidad. La cita tuvo lugar el pasado miércoles 5 de noviembre en el Centro de Congresos de la ciudad.
La depresión
María José Grande, presidenta del Consejo de Salud de Barbastro inauguró la jornada explicando en qué consiste este organismo. A su término, Bárbara Moles, médico psiquiatra en el CRP Santo Cristo de los Milagros de Huesca le tomó la palabra. Moles centró su conferencia en la Psiquiatrización de la vida cotidiana: el valor de la prevención y la inició explicando la labor de la psiquiatría, que «nace como especialidad para dar tratamiento a enfermedades mentales». A su vez, reflexionó sobre cómo en la sociedad actual, «cuando nos sentimos tristes, acudimos a la solución rápida, es decir, a la medicación». No obstante, plantea la siguiente pregunta: «¿Y si parte de lo que llamamos enfermedad es simplemente parte de la vida humana?».
El informe La situación de la salud mental en España, de 2023, señala que cuatro de cada diez españoles valora de forma negativa su salud mental y que el principal motivo del deterioro de la salud mental se centra en las dificultades económicas (91,4 %). A su vez, otro informe de 2024 de la empresa Ipsos indica que el 60 % de la población declara haberse sentido estresada hasta el punto de afectarle a su vida diaria. Moles añade que en los estudios se observa que «la salud mental es un proceso de equilibrio entre el cuerpo y la mente. No obstante, muchos priorizan antes la salud física que la mental». También que «conforme las generaciones son más jóvenes, más estrés». No obstante, se debe diferenciar cuando es malestar psicológico (como duelo, soledad, ansiedad) y cuando es enfermedad mental.
La depresión clínica se describe como un «estado persistente de vacío, desánimo y falta de energía que dura más de dos semanas o meses y afecta la vida cotidiana». Y además, «el 50 % de las depresiones no son diagnosticadas», señala Moles. Esta enfermedad se manifiesta de numerosas maneras: tristeza, apatía, dificultad para arrancar, trastornos del sueño… Por este motivo, no existe una solución única y «se debe actuar sobre el evento y la intervención del individuo». Sin embargo, Moles señala un nuevo fenómeno, el «yaísmo»: «Queremos la respuesta ya y sobre un problema en concreto».
Las preocupaciones
Además, en sus consultas se encuentran con diversos impedimentos. «Curarse es doloroso. Algunos a veces no quieren medicación, pero tampoco terapia. Y muchos buscan que actúes por ellos, pero la labor del terapeuta no se centra en decirle a su paciente qué tiene que hacer, sino, con tiempo y sin confrontarle, va a ayudarle para que él finalmente llegue a ese puerto», declara Moles. A su vez, señala que «hemos pasado de que los pacientes tengan miedo a acudir a consulta a que exijan un informe completo de su situación».
Entre las preocupaciones de los pacientes se encuentran numerosas causas. Pero una que ha incrementado con el paso de los años es la «autoexplotación de uno mismo». Un concepto que explica el filósofo y sociólogo Byung Chul Han, Premio Príncipe de Asturias 2025, en su libro La sociedad del cansancio. «Hemos llegado a un nivel de exigencia personal que nos enferma. En la actual sociedad del cansancio todos viven apurados y estresados porque sienten que no van a hacer nada de lo que se propusieron. Los individuos se encuentran saturados de sí mismos por querer cumplir las autoexigencias y productividad que se imponen. Es una sociedad en la que el momento de aburrimiento y reflexión escasea».
Para no llegar a este punto, Moles propone planes «que te conecten de verdad con la vida, como dedicar tiempo a gente con la que nos reímos, ir al bar a tomar un café, reunirse con la familia, sentarse en un sofá, ver el tiempo pasar…». En este punto entra el valor de la prevención, ¿qué podemos hacer en nuestro día a día para prevenir el malestar emocional? «Contar con redes de apoyo social, buscarle un sentido a la vida, actividad física y descanso adecuado, higiene nutricional y del sueño, evitar el consumo de drogas (tabaco, alcohol, etc.), expresión emocional, la importancia del aquí y ahora, y, por último, el manejo del duelo, la vulnerabilidad y la necesidad de aceptación como experiencias humanas», concluye Moles.
La salud mental en la adolescencia
Tras la intervención de Moles, Merche García, FEA Psicóloga Clínica en USMIJ tomó el relevo para charlar sobre el malestar emocional y la adolescencia. García comenzó explicando en qué consiste la adolescencia, «el periodo del ciclo vital con mayor cambio y crecimiento». Un momento en el que los cambios biológicos, psicológicos y sociales hacen que sea uno de los periodos del ciclo vital donde mayor malestar emocional se puede llegar a experimentar».
Porque, además, el proceso madurativo cerebral se produce desde las zonas traseras del cerebro hasta las frontales, donde se inhiben las conductas, se toman las decisiones y se regulan las emociones. «Esta etapa combina emociones desbordadas, decisiones impulsivas y ganas de explorar los límites». A su vez, el área de cerebro de las recompensas busca nuevos estímulos, «por eso algunos, por ejemplo, cambian su deporte habitual o afición en la adolescencia». No obstante, pese a todos estos cambios, «necesitan referentes estables. Por eso la cercanía de un adulto reduce el estrés y favorece esa maduración cerebral».
Los trastornos más comunes también en los jóvenes son la ansiedad y la depresión. «La ansiedad se convierte en un problema cuando la intensidad es mucho más elevada, duradera en el tiempo e interfiere en la vida cotidiana», especifica. Esto deriva en problemas físicos (palpitaciones, cansancio, tensión, etc.), de concentración y de pensamiento (pesadillas, grandes preocupaciones por cosas que realmente no tienen importancia).
Pero, ¿cómo se encuentra la salud mental de los jóvenes en España? El informe #Rayadas. La salud mental de la población joven en España de 2023 señala que «un 47,1 % de los jóvenes entre 16 y 24 años se sienten nerviosos o inquietos siempre o muchas veces». Además, las chicas hacen una valoración peor de su estado de salud mental que los chicos. El 60 % de los chicos valora que su salud mental es buena o muy buena, frente al 39,5 % de las chicas, «porque a nivel social existe más exigencia sobre ellas», declara García. Por otro lado, «la tristeza excesiva, el aislamiento y hacerse daño para ellos es una clara línea roja de que deben pedir ayuda», indica García. Y señala: «Las autolesiones hace quince años no existían en España. Es una moda que llegó de los Estados Unidos».
Entre sus principales preocupaciones se encuentra la inestabilidad económica (82,5 %), el desempleo (72,8 %) y el futuro a nivel social (70 %), entre otros. No obstante, García destaca otro dato: un 65,7 % de los jóvenes se preocupan por no ser comprendidas por su familia y a un 62,9 % les preocupa no poder expresar cómo se sienten. «Los jóvenes tienen muchísima dificultad para hablar de las emociones e incluso de identificarlas. Cuando hablamos con ellos su comodín es ‘no sé'», explica.

La aparición de las TIRC
En este escenario cobran especial importancia las TIRC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones). Los jóvenes atribuyen al uso de las TIRC influencia sobre su salud mental en varios aspectos. En primer lugar, con un 42 % se encuentra el temor de ser víctimas de acoso a través de las redes, como ciberacoso (acoso que se lleva a cabo a través de internet) o grooming (acoso sexual a menores de edad que se basa en establecer con ellos una relación de confianza, fundamentalmente en chats y redes sociales). Le siguen en un 41,2 % la posibilidad de adicción al teléfono móvil y la influencia en una autopercepción negativa de su imagen corporal. No obstante, «son conscientes de lo malo que pueden ser las redes sociales, pero no pueden dejar de usarlas», señala.
García destaca otro dato significativo: un 38,3 % de las personas jóvenes se siente sola siempre o muchas veces. «El tema de la soledad hasta hace siete años no nos lo habíamos encontrado. Los chicos se sienten solos y no hablo de personas que sufren acoso», explica García. Y es que un 23,4 % siente que su vida social es insatisfactoria. «Somos humanos porque somos sociales, pero en la adolescencia ese factor social cobra mucha importancia», añade.
Muy relacionado con esto se encuentra la construcción de la identidad de los jóvenes. «Ahora se desplazan al espacio virtual los desafíos asociados a la propia construcción de la identidad. Antes eso se daba de manera presencial, pero ahora construir una identidad virtual se convierte en una exigencia para los jóvenes. Para ellos, no eres nada si no estás en las redes sociales», explica García. Y, en este sentido, «existe una primacía en la imagen y en la perfección como un valor que impera las redes. Todo es perfecto. Por este motivo, es muy difícil establecer diferencias entre la conexión social digital y la presencial. No conciben el mundo sin estar constantemente informados y, a su vez, deben compartir todo a tiempo real con los demás».
Por otro lado, García afirma que existe una fuerte preocupación por la desinformación y la polarización. Es decir, las redes no les ayudan a pensar y ahora los adolescentes se posicionan respecto a la información radicalmente, es decir, o blanco o negro. Se está perdiendo ese cuestionamiento típico de la adolescencia». Sin embargo, los jóvenes afirman que conocen el funcionamiento de los algoritmos.
La solicitud de ayuda
Sin embargo, solo un 30 % pide ayuda a amigos, familiares o profesionales, un 25 % no hace nada y la respuesta más frecuente es aislarse en un 36,6 % de los casos. «Y principalmente lo hacen por el miedo al rechazo, el temor a preocupar a sus seres queridos y por la dificultad para reconocer que realmente tienen un problema», indica. Además, algunos buscan ayuda en grupos de terapia por internet como counseling o coachs, «que no son profesionales, sino instrusismo laboral», señala García. A su vez, los jóvenes tienden a autodiagnosticarse en términos clínicos, normalmente a través de internet. Y, cada vez más, «están normalizando el malestar emocional. Te dicen que ‘es una etapa’ y que ‘ya se pasará'».
García concluye: «Actualmente los jóvenes sienten una exigencia muy elevada para cumplir unas expectativas a nivel académico, en la vida social y en su imagen personal. En todo tienen que ser buenos y encima lo deben mostrar en las redes. Y eso les genera un estrés permanente».
El papel de los padres
En esta etapa, normalmente, se producen más choques entre los padres y sus hijos. Sin embargo, García ofrece unas claves para apoyarles: «La manera más eficaz pasa por hablar con ellos. Eso sí, dándoles su espacio, pero mostrándose accesibles. Es decir, que sepan que estamos, pero que no molestemos», explica. A su vez, García declara que «no son niños burbuja. Y los padres no les hemos dado todo. Sin embargo, no sabemos ver sufrir a nuestros hijos cuando les ponemos límites. Pero el problema de los niños burbuja reside en sus padres». Y añade: «Luego exigimos que papá Estado ponga límites porque nosotros no nos atrevemos».
Por otro lado, señala que «debemos comprender que están viviendo una situación social increíble con las redes que les está causando muchísimo daño». En este aspecto, tanto Moles como García han notado un mayor deterioro de la salud mental de la sociedad a raíz de la pandemia por el Covid-19.







