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Araceli Cavero A cuatro manos
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Ecumenismo y relaciones interreligiosas

Araceli Cavero A cuatro manos
21 marzo 2024

Al poco tiempo de incorporarme al Movimiento de Mujeres de Acción Católica oí por primera vez la palabra ecumenismo. Fue respondiendo a un cuestionario que nos envió la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC).

Fue un descubrimiento y me pareció un tema muy interesante, porque nos habían enseñado a huir de las otras religiones y que solamente la Iglesia Católica era la auténtica, por lo que las otras estaban condenadas.

Durante mi estancia en Madrid entré en contacto con las Misioneras de la Unidad y allí me hicieron ver cuán interesantes y asumibles eran las reflexiones de los miembros de las otras religiones. Incluso participé en la preparación de los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos con miembros de Iglesias protestantes y en celebraciones ecuménicas.

Hace unos días estaban programadas en Madrid unas Jornadas sobre Diálogo Interreligioso y como el delegado diocesano no podía acudir, me ofrecí.

¡Cuánto se aprende en las jornadas, congresos, reuniones! Escuchar a las personas es un don de Dios, incluso las que parece que no tienen nada que aportar.

Se trató en estas Jornadas la oración y la espiritualidad en el budismo, el hinduismo, en el Islam y en el judaísmo, con visita guiada a una sinagoga. El último día se trató la oración cristiana y el diálogo interreligioso.

Luego hubo unas comunicaciones sobre Juventud con una Misión (JCUM), Chemín Neuf (Instalados en el Aula Dei de Zaragoza), y del Centro Judeo-Cristiano de Madrid.

He dejado para el final lo que abrió las Jornadas, que fue el discurso del cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Cuando él terminó, llegó el momento de las preguntas y yo necesitaba saber cómo se podía definir a las personas que creen que tanto el ecumenismo como el diálogo interreligioso son herejías.

Sabía que en mi diócesis hay algún sacerdote y seguramente alguna persona más que así lo creen, pero siempre es preferible una opinión autorizada.

Parece ser que no son solo estos sacerdotes conocidos, sino que es una opinión bastante extendida.
Cuando el 11 de octubre de 1962 el Papa san Juan XXIII pronunció el discurso de apertura del Concilio Vaticano II, ya hizo esta propuesta. O sea, que no es una invención reciente ni se puede decir que el Papa Bueno fuera un irreflexivo.

Si leemos el Evangelio, la noche del Jueves Santo, Jesús pidió al Padre la unidad de todos “para que el mundo crea” (Jn 17,21). Si tenemos en cuenta que es más lo que nos une que lo que nos separa, ¿por qué hay tantas divisiones?

La Iglesia Católica no tiene la verdad absoluta. Si fuera así, tendríamos un dios muy pequeño que cabría en nuestros esquemas. Y yo creo en un Dios inmenso, Padre de todas las personas, de todas las religiones, aunque no lo sepan o no lo crean.

Estar abiertos a los demás, aunque no comulguen con nuestras ideas es un don que debemos aceptar para nuestro crecimiento en la fe, personal y comunitaria.

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