Cuatro horas esperando en un tren parado en Guadalajara a causa del apagón. El apagón que sufrimos el pasado lunes ha dejado numerosas imágenes y vídeos de las diferentes situaciones que se vivieron. Y muchas de ellas reflejan algunos momentos insólitos para los usuarios de trenes que se quedaron parados durante su trayecto. Una circunstancia con la que se toparon tres barbastrenses: Pilar Berbegal, María Puértolas y Sheila Ayerbe.
La primera se encontraba en su trayecto hacia Vitoria, adonde llegó a media mañana. No obstante, debía coger otro tren dirección Zaragoza. Pero se fue la luz. Aunque solo tardó una hora en volver. «Nos dijeron que no tenían información, pero que podíamos esperar a ver si llegaba alguno otro tren. Pero a la hora ya estaba todo recuperado allí», explica Berbegal. Finalmente, y descubriendo a través de mensajes que se trataba de un apagón nacional, decidió irse de la estación. Berbegal recuerda que «la gente se fue buscando la vida y no existió caos. Además, al lado de la estación de tren se encuentra la de autobuses, por lo que muchos optaron por coger un bus».
La situación que vivieron María Puértolas y Sheila Ayerbe, sin embargo, dista mucho de la de Berbegal. Las dos se trasladaban de Barcelona a Madrid con destino final en Plasencia. No obstante, cerca de la estación de Guadalajara se paró el tren. «Nos dijeron que había un problema eléctrico y que mantuviéramos la calma. La gente se pensaba que se trataba de un parón habitual, pero como todavía había cobertura, empezamos a recibir mensajes sobre el apagón, por lo que algunos empezaron a alterarse un poco», recuerdan.
El maquinista decidió apagar el tren y abrió las puertas para que circulara el aire. Sin embargo, pidió que nadie bajara a las vías. Además, se encontraban en un tren sin cafetería. Pasaron dentro del mismo cuatro horas hasta que una remolcadora los llevó hasta la estación de Guadalajara, que solo contaba con lavabos. Cerca de la misma se encuentra un pueblo que dispone de supermercado. Por lo que muchos se desplazaron a pie hasta ahí para comprar alimentos. Otros pudieron subirse en coche gracias a la solidaridad de varios vecinos del pueblo, que realizaron numerosos viajes con sus coches para ayudar.
Al rato llegó otro tren remolcador. «Nos encontrábamos en ese apeadero alrededor de 900 personas», recuerdan. Por la noche, llegaron varios autobuses que los transportaron hasta el pabellón polideportivo de Guadalajara donde les atendieron la Cruz Roja, Protección Civil y Bomberos, entre otros. A partir de las 6 horas el Ayuntamiento fletó autobuses hasta la estación de Atocha de Madrid. «Allí todo era un caos absoluto, pero el trato que recibimos en Guadalajara y el comportamiento de la gente fue ejemplar», confiesan ambas tras la experiencia.