Ahora y siempre
Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
Ahora y siempre

Con, como y por vosotros

Ángel Pérez Pueyo Obispo de Barbastro
23 enero 2022

Dos preposiciones y un adverbio han logrado modular mi vida al conjugar este verbo durante la semana pasada. He podido experimentar en carne propia lo que entraña sufrir con vosotros, sufrir como vosotros y sufrir por vosotros.

Desde que me notificaron que la PCR que me habían hecho para poder viajar a Roma daba positiva, han sido tantas y tan diversas las muestras de cariño recibidas que me he quedado abrumado y conmovido. Os confieso que resulta más fácil querer que dejarse querer.

Esta ha sido la primera gran lección que me habéis dado y que evoca, por otra parte, la noble misión evangelizadora que toda persona anciana, enferma, frágil o vulnerable puede llevar a cabo desde su entorno. Dejarse querer y/o ayudar siempre con la sonrisa en los labios es un signo inequívoco de la ternura de Dios.

¡Cómo no os voy a querer!, ¡cómo no voy a entregarme hasta dar la vida si hiciera falta por ofreceros mi ayuda o consuelo! Sufrir con vosotros, sufrir como vosotros me ha ayudado a experimentar no sólo mi frágil condición sino también a igualarme más si cabe con cada uno de vosotros.

Sufrir por vosotros, sólo me resultará posible desde aquel amor vicario que encarnó el Señor al cargar con mi propia cruz, con mi propio pecado y así recobrar mi dignidad como persona.
Vivimos como los primeros cristianos sujetos también hoy a leyes o costumbres no evangélicas.

Lejos de ignorar la realidad o de sublevarnos ante ella, Cristo nos muestra otro camino, la excelencia, amar hasta que duela, y así transformar la sociedad desde dentro. Este es hoy también nuestro secreto como confirma la carta a Diogneto (158 dC), los cristianos «obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes”.

Yo también quiero estar con vosotros en el mundo, correr vuestra misma suerte, eso sí, tratando de encarnar aquellos valores que Dios ha impreso en nuestra alma. Y así revertir el orden de la sociedad desde dentro.

Mi reconocimiento, gratitud y admiración por todos los que, de una forma u otra, ejercéis la noble y delicada vocación de servicio en favor de nuestro pueblo.

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