La tarde del domingo se convirtió en un escenario de recuerdos, emociones contenidas y homenajes. En el viejo Municipal de los Deportes, aquel campo que ha sido testigo de tantos inicios, se escribió la última página en la trayectoria de tres jugadores que marcaron una era en la Peña Ferranca. Carlos Castillo, Aitor Valera y Nacho Conde disputaron su último partido como futbolistas del club barbastrense. El resultado —un empate a dos frente al Sabiñánigo— quedó en un segundo plano. Lo esencial era la despedida.
Desde las gradas, una atmósfera distinta se respiraba incluso antes del pitido inicial. Amigos, familias y parejas de los protagonistas fueron ocupando sus lugares con antelación, conscientes de que lo que iba a vivirse era algo más que un partido de la Regional Preferente. El césped, ya marcado por el paso del tiempo, se preparaba para acoger las últimas pisadas de tres nombres que crecieron entre sus líneas. La Peña Ferranca y el Municipal los vieron llegar siendo jóvenes. Hoy los despiden como hombres.
El encuentro comenzó con un ritmo animado. Los de Capi salieron al campo con intención de firmar una victoria que les acercase al récord de los 50 puntos. Las ocasiones no tardaron en llegar. Sin embargo, el fútbol, con su lógica imprevisible, sonrió primero al Sabiñánigo. Matías Pueyo adelantó al conjunto visitante en el minuto 24, obligando a los locales a remar contracorriente.
Pero la reacción no se hizo esperar. En el minuto 37, apareció Bubli para empatar con un zurdazo al palo largo, a la cepa del poste, a la que Lucas Mora no pudo llegar. El empate liberó tensiones y encendió los ánimos en las gradas. Poco después, un córner mal despejado cayó en los pies del propio Bubli, quien centró para que Iker Jordán rematara con precisión. El 2-1, a las puertas del descanso, parecía el prólogo de una tarde festiva.
Segunda parte y comienzan las despedidas
La segunda parte devolvió la igualdad al marcador. En el 54, Borja Barrendo estableció el 2-2 definitivo tras una jugada rápida del Sabiñánigo. A partir de ese momento, el foco se desplazó del marcador a los cambios, pues los momentos más esperados de la jornada estaban por llegar.
El primero en abandonar el campo fue Carlos Castillo, en el minuto 69. Tras nueve temporadas y 191 partidos, el jugador se despidió en el campo de todos sus compañeros y abandonó el terreno en un mar de lágrimas. La emoción no se podía contener, ni en el campo ni en la grada. Uno nunca está preparado para decir adiós. La grada se puso en pie -algunos espectadores con pañuelos, por si las moscas- y le ofreció un reconocimiento prolongado. El adiós tomó forma de aplausos.

El juego siguió su curso con llegadas en ambas porterías. En el minuto 77, Lucas Fernández desbordó por la banda y centró para Carlos Albás, cuyo remate se marchó alto. Un par de minutos después, fue el turno de Aitor Valera. Ocho temporadas, 180 partidos. Un emblema de constancia y entrega. El defensor se despidió de los suyos, aquellos que le han acompañado en este bonito viaje, y posteriormente de los aficionados. El trayecto hasta el vestuario se hacía eterno. Era un adiós que no se quería decir. La ovación que recibió dejó clara la huella que deja tras de sí.

Bubli tuvo el tercero en el minuto 80, pero su remate salió por encima del larguero. Fernández volvió a intentarlo en el 82 con un disparo desde la frontal que rozó la escuadra. Bryan también tuvo una ocasión clara. La Peña buscaba despedirse con victoria, pero el marcador no se movería más.
A los 86 minutos, se produjo el tercer y último cambio simbólico de la jornada. Nacho Conde, el más joven de los tres, dejaba el terreno de juego. Siete temporadas, 136 partidos. El que empezó siendo un niño y se va siendo un hombre. A pesar de su edad, su trayectoria había consolidado un respeto unánime dentro y fuera del vestuario. La despedida fue tan emotiva como las anteriores. Su rostro reflejaba la carga emocional del momento.

El encuentro concluyó con el empate definitivo. La Peña Ferranca no alcanzará su récord de puntos, pero el objetivo prioritario de la temporada —la permanencia— está asegurado. Una vez sonó el pitido final, el césped se convirtió en un punto de encuentro para todos. Compañeros de equipo, familiares, entrenadores y amigos se acercaron a inmortalizar el momento con fotografías y abrazos.
El fútbol barbastrense despide a tres piezas que han dado muchas alegrías al club y que han sido señas de deportividad y valores. El resultado, aunque registrado en actas, se volverá irrelevante con el paso del tiempo. Lo que permanecerá será el recuerdo de una jornada que cerró un ciclo. Tres trayectorias distintas, pero unidas por los mismos colores.