Esperábamos con impaciencia esta nueva Rencontre entre los dos clubs hermanados: Le CAF de Tarbes y Montañeros de Aragón de Barbastro.
Han pasado cuatro meses desde la última cita en Bielsa y según avanzaba la fecha de la cita , el sábado 20, Josiane Mornettas, nuestra anfitriona, desde hace unas semanas lo tenía todo previsto.
Precisamente el Luchonnais, justo al otro lado del valle de Benasque, nos parecía un destino acertado y con una aproximación fácil. No obstante hubo que madrugar y salir a las seis de la mañana para subir hasta el aparcamiento de la estación de esquí de Super-bagnères.
La excursión al pico Céciré era un objetivo que afrontamos muy contentos tras las salutaciones de rigor, cada vez más afectuosas.
Justo a las 10’15 h, parecía extraño comenzar a caminar hacia el sur y viendo en frente una quebrada línea de horizonte en la que intentar adivinar las cimas del Salvaguardia, el pico de la Mina o tresmiles como el Perdiguero, Cabrioules o Gourgs Blancs.
Las empinadas laderas de pasto se veían salpicadas de numerosos puntitos blancos que no eran otra cosa que ovejas pastando libres y tranquilas. Tras un rato descendiendo comenzamos a hilar lazadas de sendero bien marcado sobre una cuesta impenitente que ascendía con vértigo en torno a un flanco del Céciré entre nubes, azul intenso del cielo y, gracias a Dios, una brisa fresca en fuerte contraste con el picor del sol.
Sobre el quebrado horizonte fueron emergiendo las Maladetas y por fin el mismísimo gigante Aneto. No sospechábamos que el desnivel se acercaría a los mil metros aunque ese sabio paso a paso calmado, fruto de una larga experiencia de montaña, nos ahorraba la penosidad de un ascenso sin piedad.
El plan era llegar al collado en el que más tarde comeríamos lo que llevábamos en las mochilas con ánimo de compartir, quedando la cima a escasa media hora de allí y por suerte siguiendo un sendero de trazado suave bien asentado y colgado como un balcón sobre la fuerte pendiente.
La cima del Céciré, a 2404 m., me recordaba la cima de otro pico, el pico Cerler, sobre su estación de esquí y al que en anteriores encuentros también hemos ascendido.
La jornada iba evolucionando en un combate continuo frente a nubes oscuras y amenazantes pero con un balance ganador pues nunca llegó la temida lluvia. Al contrario, tuvimos ocasión de darnos un banquete bajo el sol con todas las delicatessen que salieron de las mochilas con ánimo de compartir, pero que al final pesaron en los estómagos a la hora del descenso.
Eran las cinco de la tarde, siete horas después de partir, cuando llegamos a los coches y bajábamos al hotel Celeste de Luchon.
Con un horario muy francés la cena se dispuso a las ocho y media de la tarde resultando tan animada como siempre aunque la sospecha del tiempo tormentoso que vendría enfriaba la esperanza de unos planes que preveían visitar el valle de Lys a la mañana siguiente.
No pudo ser, tras una noche de truenos y relámpagos amaneció lloviendo el domingo y Josiane aplicó su plan B que nos llevó a la oficina de turismo para contratar un guía que nos llevó de viaje por la historia de un Luchon con orígenes romanos pero sobretodo con un siglo XIX lleno de construcciones y protagonismo cultural en esa Francia que ponía de moda el termalismo y comenzaba a salir de los balnearios para subir las cimas circundantes.
Construcciones decimonónicas de palacios, hoteles, casinos y parques que eran verdaderos monumentos de estilo neoclásico pero con detalles de l’art nouveau y todo ello para albergar a lo más granado de las aristocracias europeas que venían desde Holanda o Mónaco para hacerse una cura de aguas termales y además, como el conde Henri Russel, cruzar el puerto de Benasque y conquistar primeras ascensiones a los Montes Malditos. Además, Luchon estaba en fiestas y hubo fuegos artificiales, exposición de coches antiguos desfiles de carrozas y dances en lo que nos pareció una ciudad cosmopolita, llena de vida y belleza.
Al final, de nuevo foto y abrazos tras el anuncio de nuestro próximo encuentro de mayo en Benasque.
Ya no se trata de elevar el listón y competir en la organización. Nuestro anhelo es mantener muy viva la llama y el calor humano de estos Encuentros, de unos lazos de amistad tan consolidados.