Barbastro

Así es el día a día en el nuevo piso comunitario de Valentia

Ana, Isabel y Juan recientemente comparten una nueva ilusión: vivir solos, pero en compañía

piso comunitario de Valentia
De izquierda a derecha; Mari Ángeles Isarria, Carla Vadillo, Isabel Cordero, Ana Bouzas y Belén Pardina. FOTO: C.L.
Cristina Lanau Carpi Lanau Carpi
27 marzo 2023

El 3 de enero dos residentes del Centro Joaquín Costa de Valentia en Barbastro, Juan e Isabel, iniciaron una nueva vida: convivir por primera vez en su propio piso. Y esto es posible gracias al programa “Mi Casa: una vida en comunidad”, de la Asociación Plena Inclusión Aragón y la colaboración de Valentia. 

Este proyecto de plena inclusión a tres años (2022-2024) trata de explorar vías para que las personas con discapacidad puedan vivir y estar incluidas en sus pueblos y barrios, con el apoyo que necesiten. Existen ocho viviendas en todo Aragón, una de ellas en Monzón y otra en Barbastro, a la que amablemente han invitado a El Cruzado y nosotros, hemos aceptado. 

En el momento de la visita solo se encontraban Isabel y Ana, quien se ha mudado a principios de la semana a este piso comunitario. Juan estaba trabajando. Ilusionadas por recibir a amigos en su nuevo hogar, preparan un gran surtido de dulces y café e infusiones que amablemente ofrecen a sus visitas. Y ya en su cara se puede ver la alegría por esta nueva oportunidad que les ha brindado la vida. A su vez, están con ellas tres compañeras; Mari Ángeles Isarria, responsable de vivienda de Valentia; Belén Pardina, conectora comunitaria; y Carla Vadillo, facilitadora del proceso de tránsito. Estas dos últimas de la Asociación Plena Inclusión Aragón. 

Cambio de modelo de cuidados

«Este proyecto surge porque poco a poco está cambiando el modelo de cuidados, entonces la línea en los próximos años es ir hacia la desinstitucionalización. Es decir, que las personas que ahora mismo están en residencias puedan vivir en pisos integrados en la comunidad, teniendo los apoyos necesarios que reciben en la residencia o centro de día y que puedan tener una vida normal”, explica Vadillo. Y uno de los pasos de llegar hasta este objetivo, es, por ejemplo, los pisos comunitarios.

En el de Barbastro colaboran cinco profesionales. «Tres personas acuden al piso por la tarde de lunes a viernes y se van turnando, el fin de semana reciben atención las 24 horas y luego existen dos profesionales que van de noches y que se van turnando una semana cada una», explica Isarria. Dos de los compañeros de piso, Juan e Isabel, trabajan algunos días a la semana. Mientras que Ana colabora con Cáritas en lo que necesiten. Es por eso que por las mañanas, al tenerlas ocupadas, no están en el piso.

Isarria, quien los acompaña cada mañana al centro, explica que «por las mañanas se aprovechan también de todas las actividades que el centro les ofrece. Isabel, por ejemplo, va a la piscina, hace deporte, concretamente su hora de ejercicios (30’ en la cinta y 30’ en la bici, que es un compromiso que ha adquirido ella misma)». A la hora de comer regresan a su piso con el monitor correspondiente, comen y hasta la mañana siguiente hacen su vida en el piso. Por otro lado, el fin de semana lo tienen todo libre. 

Hobbies y tiempo libre

El tiempo libre, que se suele concentrar en la tarde, cada uno lo dedica a sus intereses y hobbies favoritos. Aunque a todos les encanta pasear bajo el sol, si hace buen tiempo, claro está. Isabel, quien está muy ilusionada con esta nueva etapa, adora cocinar. “Cuando quiero comer algún plato que me apetece lo voy cocinando y si tengo alguna duda se la pregunto a la monitora. También me encanta limpiar, ordenar y escuchar música, sobre todo canciones movidas”. Recientemente le han llamado la atención los gimnasios y de hecho, está en busca de uno al que apuntarse.

Por otro lado, a Ana le ha picado el gusanillo de la pintura y quiere aprender a dibujar y pintar. Y por último, a Juan le gustan mucho las películas de Marvel. De hecho, se ha comprado una nueva tele para colgársela en su habitación y poder disfrutar de sus películas favoritas de superhéroes a todas horas. 

Por otra parte, esta familia de amigos tiene dos proyectos en común: su pequeño huerto urbano y su mascota, el pez Nemo. En el huerto, para cuya base han utilizado una huevera, han sembrado semillas de pimientos. Mientras que en una maceta han plantado un tomatero. A su vez, también se distribuyen las tareas del hogar como la limpieza del piso, ir a hacer la compra, etc. 

Ana Bouzas junto a su compañera, Isabel Cordero y su mascota, el pez Nemo, en el salón de su casa. C. LANAU

Los fines de semana aprovechan y como están todos juntos, siempre tienen algún plan en mente. «Algún fin de semana nos vamos de paseo, al cine, a visitar los museos o a cenar. Por ejemplo la última cena la hicimos en La Oveja Negra», explica Cordero.

Además, todos estos «caprichos» se los pagan de su propio bolsillo, ya que el proyecto solo contempla los costes de la vivienda y de la alimentación. Y siempre cuentan con el apoyo de sus monitoras, con quien tienen una gran amistad, y en este caso de las técnicos Belén y Carla.

«La idea es que cuando ellos comiencen a hacer una actividad en cualquier sitio o participen en un recurso, podamos hablar con las personas que trabajan allí y explicarles el proyecto, sensibilizarles e intentar que entiendan por qué es importante que participen allí o que entiendan que necesitan apoyos y que eso también es normal», explica Pardina.

Mari Ángeles Isarria recuerda que cuando Isabel llegó a Valentia y escribió su plan de vida, que consiste en un escrito en el que los nuevos usuarios de los centros explican sus aspiraciones, «una de las finalidades de su proyecto de vida era vivir en un piso, tener su propio espacio, su habitación, sus cosas, tener más libertad de elegir, y ahora está cumplido. Es algo que ella pedía. Ese objetivo ya lo ha cumplido, el reto ahora está en que se integre y que tenga amigos, como cualquier otra persona. Y que a su vez pueda hacer actividades con ellos. Pero lo importante es que por fin están viviendo su propia vida».

Isabel lleva desde enero disfrutando de esta experiencia y confiesa: «Me siento más libre e independiente. Puedo hacer lo que quiera, más actividades, tener más privacidad. Dispongo de mi propio espacio”. 

El proyecto piloto, de momento, está pensando para que dure tres años, «no obstante desde Valentia han indicado que si este grupo de amigos está a gusto, su calidad de vida mejora y quieren seguir, continuarán independientemente de que el proyecto piloto acabe, entonces se encargaría al 100% Valentia», concluye Vadillo.

Isabel Cordero con su semillero de pimientos. FOTO: C.L.

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