Un puñado de jóvenes comprometidos de nuestra diócesis, junto con el obispo y un sacerdote de cada uno de los arciprestazgos, viajaron a Roma para consagrarse como «apóstoles de calle».
Junto a la tumba del apóstol San Pedro se comprometieron a acompañar a los jóvenes de nuestra diócesis en su camino de vida para descubrir a Jesús.
Su labor no ha parado. La Misión Joven con Asidonia-Jerez, los Encuentros en la Esperanza, las jornadas de formación, el Encuentro Vocacional de Jóvenes con el Obispo, el fomento de oración por las vocaciones en especial durante el maratón de mayo…
Nos espera ofrecer cursos para acompañantes de jóvenes y cursos sobre discernimiento.
A estos jóvenes del Alto Aragón les gustaría poder contribuir humildemente con su testimonio de vida a impulsar la «revolución de la ternura» en el corazón de cada persona.
Están decididos a constituirse en «apóstoles de calle», esto es, hombres y mujeres que «habitados por Dios» tratan de construir la «civilización del amor», a dignificar las relaciones entre las personas y a que nadie «se pierda».
Ser «apóstol de calle» conlleva ser «sal y luz», es decir, dar sabor a la vida e iluminarla. Se trata de ser coherente, esto es, ser uno mismo, siempre. Y desvelar al Dios que cada uno lleva dentro.
Ser «apóstol de calle» es, tener el mismo «corazón de Jesús», es decir, ser testigo suyo ante los demás. Que te reconozcan por tu amor al prójimo, por pasar por la vida haciendo el bien, por tu alegría de haber recibido este gran don y ser capaz de contagiarla a quienes te rodean.
Esta es nuestra «revolución», cambiar la Diócesis a fuerza de ternura y comunión.
Concluyo con palabras del Papa emérito Benedicto XVI: Dios no es tu competidor, ni el que te priva de libertad como quieren hacernos creer tantos. Hoy al joven no le basta tener un conocimiento teórico de Jesús, quiere encontrarse personalmente con Él y experimentar que su vida es el mejor regalo para los demás, que cuando se regalan incondicionalmente su vida se torna fecunda, libre, coherente y plena de sentido.