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Manolo Garrido Al levantar la vista
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Antonio Angulo, las tres P del periodismo

Manolo Garrido Al levantar la vista
01 marzo 2022

Escribo cuando termina una semana donde la condición humana –en este caso de algunos políticos– muestra la peor de sus caras, con juego sucio y prácticas inadmisibles, tan lejanas del bien general y de un proyecto de construcción. Lo dejo ahí, en parte porque está abierto y a estas alturas no sé en qué acabará esta lamentable situación.

Y en contraste luminoso querría recordar aquí a Antonio Angulo, director del ‘Diario del Altoaragón’ desde 1985 a 2011, aunque llegó cuando aún era ‘Nueva España’. Entre tantos recuerdos, como los escritos por Ángel Huguet, Antonio Raya, Javier García Antón, Myriam Martínez o Ramón Buetas, he visto que se estrenó y colaboró en ‘El Cruzado’, de la mano de D. Benjamín Plaza. Como se recordaba en estas páginas, su primer artículo fue el 1 de enero de 1972, con una crónica sobre la semana cultural de Graus. Antonio era de Ejep y estudió en el Seminario de Barbastro, antes de sus estudios de Derecho y Comunicación.

«Antonio Angulo y David Beriain: dos personas íntegras, con mirada larga y amplia, que han hecho de su profesión un servicio»

Me alegra saber lo del Cruzado porque pienso que fue un nuevo motivo para acompañarle en la despedida en la Basílica de San Lorenzo el miércoles 16, junto a cientos de amigos y colegas. En mi cabeza tenía dos modelos, el de Antonio y el de David Beriain, periodista asesinado en Burkina Faso en abril de 2021 y que recibió el jueves 7 a título póstumo el Premio Brajnovic, que concede la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra.

Dos modelos de personas íntegras, con mirada larga y amplia, que han hecho de su profesión un servicio, desde el propósito de contar la realidad con el deseo de aportar y de construir. Decía Antonio que lo más revolucionario en la vida y en el periodismo es la verdad, según leo a Javier García Antón, autor de al menos dos textos para la historia.

Las tres ‘pes’

No dudé en viajar a Huesca y Pamplona, porque mi recuerdo de Antonio es de alguien que me acogió siempre con afecto y respeto, que sumaba, que recibía muy bien los esfuerzos de todos para construir y mostrar una sociedad como la altoaragonesa. Coincido plenamente con los que recuerdan su periodismo con las tres P, provincial, plural y profesional. Son tres ejes, tres coordenadas que expresan muy bien su trabajo, que sumaba, que veía lo positivo de cada aportación, que te hacía sentirte bien enseguida, sobre todo a los que no éramos de aquí. Siempre acogió con afecto mis propuestas para difundir actividades y proyectos de Torreciudad y los valoraba con una predisposición que te resultaba animante y confirmaba en la línea de hacer todo para todos.

Del navarro David Beriain escuché el jueves su capacidad de escucha, el alma que ponía en sus trabajos audiovisuales, cuando decía que sin emoción la televisión es un asco. Alguien dijo en el Brajnovic que David era de pueblo y que por eso mismo era capaz de ser de muchos pueblos. Pensaba en que eran palabras aplicables a Antonio y sigo rumiando tantos detalles y tanto cariño que he visto estos días, como su sencillez y cercanía, su afirmación constante de que aquí cabemos todos. Descanse en paz este gran defensor del Altoaragón que dio voz en el Diario a tantos que no tienen voz, que promovió y difundió tantas causas desde el buen periodismo local y comprometido.

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