A sus 45 años puede presumir de haber tenido un sueldo jugando a fútbol cuando la situación –social y deportiva– era muy diferente al progreso actual. Sus padres son de Huerta de Vero y, aunque creció en Tarrassa, ahora vive en Barbastro, donde ha hecho su vida. En Huerta pasaba los veranos y las vacaciones. Ha jugado en el Tarrassa, Barcelona, Sabadell, Levante y Peña Ferranca. E incluso ha sido llamada por las Selecciones Catalana y Española.
En la actualidad, es entrenadora/encargada en los equipos de fútbol base de la Peña Ferranca, empresaria y teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Santa María de Dulcis. Hace 17 años, Pilar Sampietro no dudó en montar un equipo femenino de la mano de Enrique Barbanoj. A día de hoy, el fútbol femenino barbastrense sigue estando más vivo que nunca.
¿Cuál fue su trayectoria?
Soy de Tarrassa y ahí había muchísimos más equipos que aquí. Estuve jugando en varios equipos. Empecé en uno de un pueblo de al lado de Tarrassa. Luego fui al Tarrassa y estuve muchos años. Cuando se jugaba la Copa Federación y la Copa de la Reina me iban fichando equipos de alrededor, como el Sabadell. Llegó un momento en el que me llamó la Selección Catalana. Gané el premio a mejor deportista en Tarrassa y compartí el premio con Xavi Hernández. Me fui al Levante –a Valencia– y jugué la Copa de la Reina con ellas. En esos años era el “boom” del deporte femenino en Valencia, tanto en baloncesto como en el fútbol. Tuve una presentación como un fichaje estrella y ahí cobré un sueldo. Regresé porque estaba con una beca en un laboratorio de investigación y no quería “abusar”. En la universidad, como era deportista de élite, sí que te dejaban, pero cuando ya estabas en puestos de trabajos, aunque fuera una beca… Regresé y estuve jugando en varios equipos. Después vine para aquí, e incluso tuve una llamada de la Selección Española, pero la rechacé. No te puedes permitir una semana a Las Rozas. A lo mejor ahora sí, pero en aquel momento no. Mi pareja es de Huerta. Acabé buscando calidad de vida y nos vinimos a vivir a Barbastro. Aquí hemos hecho nuestra vida.
¿Qué ha cambiado en el fútbol femenino?
Las chicas no teníamos ese futuro, como hay ahora, entre comillas. Empecé a cobrar en el Levante. Aunque yo nunca he pagado en ningún equipo por jugar, soy ingeniera técnico industrial, estaba de becaria en el Instituto de Investigación Textil. Iba jugando y tenía claro que, para mí, lo primero eran los estudios, aunque despuntara y jugara con la Selección. Tenía muy claro cuál era mi futuro. Las chicas teníamos que estar poniendo lavadoras y en casa limpiando. En la grada habían hombres mayores que te insultaban y te decían de “marimacho” para arriba. Todo eso ha cambiado.
Se han dado cambios, pero todavía quedan pasos que dar.
Creo que ha cambiado porque no hay un futuro… Sabes que como mujer, biológicamente, llegas a cierta edad. Y si te quieres plantear tener hijos, tienes que dejar de lado muchas cosas. Las facilidades para acceder al puesto de trabajo… Yo venía de una carrera técnica en la que en la universidad éramos muy pocas chicas. Ya que tenías la oportunidad de tener una beca en un sitio de ingeniera, pues no lo podías dejar escapar. Ahora, a lo mejor, hay más oportunidades para todo.
Hace unas semanas se anunciaba una nueva ley por la que las jugadoras de Primera División (Primera Iberdrola) se consideraban profesionales. ¿Eso es un paso trascendental?
Estuve jugando varios años en Primera División –Primera Nacional que llamaban antes–. Llegaba el fin de semana, ibas a jugar y si te pasaba algo –lesión– corría a tu cargo, en el sentido de que tenías que ir con cuidado porque, luego, en la empresa, no entendían que te hicieras daño jugando a fútbol. Cuando llegué a Barbastro empecé a jugar en la liga local. Era la única chica. A raíz de eso conocí a Enrique Barbanoj con el que montamos el equipo femenino. Y hasta ahora.
Varias personas relacionadas con el fútbol se han manifestado asegurando que las chicas, a diferencia de los chicos, son más disciplinadas tácticamente sobre el campo de fútbol.
Lo corroboro totalmente. El prestar atención, el estar por lo que hay que estar… Lo comparo con chicos de la misma edad que las chicas, y ellas están más pendientes. Si hay que repetirlo, lo hacen hasta que salga bien. Son más constantes y voluntariosas.